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Basílica paleocristiana



La arquitectura paleocristiana es el período más antiguo de la arquitectura cristiana, que se desarrolló en el Imperio romano en la Antigüedad tardía, entre finales del siglo III hasta el siglo VI. Nació principalmente como una necesidad para la construcción de edificaciones adecuadas para los cultos de la religión cristiana.[1]

Aunque se originó en Siria y Egipto pasó rápidamente a Occidente y fue en Roma, como futuro centro de la cristiandad, donde se produjeron las primeras manifestaciones de monumentos arquitectónicos en el ámbito de los cementerios o catacumbas, dentro de una etapa de clandestinidad debido a las persecuciones de que eran objeto los que practicaban la religión cristiana. En esa misma época para celebrar las asambleas de culto religioso se utilizaron viviendas privadas, adaptándose algunas de sus salas para este fin (domus ecclesiae).[1]

Comienza modestamente desde finales del siglo II hasta 313, cuando el cristianismo fue perseguido, luego floreció plenamente en la escala de todo el imperio desde el reinado de Constantino I, el primer emperador en convertirse al cristianismo y con Teodosio I, quien de hecho la hizo religión oficial en 380. La arquitectura paleocristiana fue así heredera directa de la tradición arquitectónica clásica romana. No creó un nuevo vocabulario sino que le dio un nuevo significado a los elementos que tenía a su alrededor para reunir a los fieles, magnificar los lugares santos, adorar a los mártires y honrar a los muertos. Luego experimentará un gran resurgimiento en el siglo VI alrededor de Constantinopla en el Imperio romano de Oriente al dar a luz a la arquitectura bizantina, mientras que en Occidente, después de las conquistas germánicas y de la caída del Imperio romano Occidental en 476, conducirá a la arquitectura merovingia, luego a la carolingia y otoniana, así como la arquitectura visigoda y lombarda, entre otras. La arquitectura bizantina produce un nuevo lenguaje a partir del siglo VI que comienza en la época del emperador Justiniano I y marcó una ruptura con la arquitectura paleocristiana del Occidente, los arquitectos bizantinos recuperaronn la estructura abovedada con cúpula y el concepto de la planta central, como por ejemplo el de la iglesia de Santa Sofía de Constantinopla, la de San Vital de Rávena y también en esta misma población la basílica de San Apolinar el Nuevo que aún presenta el tipo de iglesia basilical paleocristina de forma rectangular con tres naves longitudinales y el vestíbulo en la entrada.[2]

Durante la cristianización del Imperio romano se habilitaron primero lugares de culto en las casas de notables, en algunos antiguos templos paganos reconvertidos, así como en las basílicas civiles de los foros, porque a diferencia de los templos romanos con pequeños interiores, las vastas basílicas podían acomodar en su interior a las multitudes de la ciudad y reunir a los fieles. Pero rápidamente, la falta de espacio para las necesidades del nuevo culto llevó a la construcción de nuevos edificios siguiendo el modelo de las antiguas basílicas civiles, cuya planta se adaptó a la liturgia cristiana, lo que dio como resultado la planta basilical, que se convertirá en la planta de iglesia más común a lo largo de la historia de la arquitectura cristiana. Al mismo tiempo, se desarrollaron otras plantas, en particular la planta central en rotonda con una cúpula central, generalmente para baptisterios y los santuarios dedicados a santos como los martyriums en los primeros tiempos.

En la época moderna, en los siglos XVIII y XIX, el regreso a los orígenes dio lugar a un estilo neopaleocristiano, derivado de la arquitectura neoclásica, como en la parisina iglesia de Saint-Philippe-du-Roule.[3]

Fresco de la necrópolis papal que representa la antigua basílica del Vaticano en el siglo IV.

Iglesia de Saint-Siméon-le-Stylite del siglo V en Siria, inscrita en la lista del patrimonio mundial

Basílica Eufrasiana del siglo VI en Poreč en Croacia, inscrita en la lista patrimonio mundial

Basílica de San Vitale]] del siglo VI en Ravena en Italia, inscrita en la Lista del Patrimonio Mundial

El cristianismo se había fundado en Palestina a partir de la tradición judía. La secta, en ese momento, reclutaba sus miembros entre los judíos y san Pablo, nacido en Tarso y por tanto ciudadano romano, difundía en sus viajes la palabra de Cristo y bautizaba en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Murió en Roma en el año 64. En la primera parte del siglo primero, el desarrollo de este culto oriental era ya considerable dentro e incluso fuera del Imperio romano. Oriente, es decir, Palestina, Siria, Asia Menor eran las regiones donde más cristianos había, seguidas en menor medida por Grecia y Macedonia.

Durante el incendio de Roma en el 64, Nerón se aprovechó de la mala fama de los cristianos para acusarlos; luego en el 95 Domiciano los persiguió nuevamente. Bajo Trajano y en el siglo II, bajo el estoico Marco Aurelio, aquellos que persistían en sus errores eran condenados. Entre el 200 y el 202, Septimio Severo prohibió el proselitismo cristiano, luego entre el 260 y el 302 reinó un período de paz. En 303 o 304, Diocleciano y sus colegas Maximiano Hércules, Constancio Cloro y especialmente Galerio publicaron cuatro edictos generalizando las persecuciones a todo el imperio. Fueron terribles, excepto en la Galia y en Bretaña. Durante ese largo período, puesto que los cristianos rechazaban sacrificar a las deidades paganas del Imperio, ejercían un discreto papel en el mundo oficial. Formaban comunidades lejos de los paganos, celebrando su culto en los hogares privados, y rechazando la cremación como los judíos, desarrollaron catacumbas para enterrar a sus muertos. En ellas se encuentran las primeras manifestaciones del arte cristiano. Desde el siglo III, se vio aparecer el culto público e iglesias como la de Dura Europos[4]​ cerca del Éufrates, anterior a 256.

Pero los cristianos eran ya muy numerosos y en 311, el edicto de tolerancia de Galerio, seguido en 313 por el edicto de Milán marcaron el fin de la persecución; El edicto les otorgó libertad religiosa, la restitución de sus propiedades y se tomaron medidas contra los paganos. Fue firmado por Constantino I el Grande (r. 306-337) y Licinio (r. 308-324), dirigentes de los imperios romanos de Occidente y Oriente, respectivamente. En el momento de la promulgación había en el Imperio cerca de 1500 sedes episcopales y al menos de cinco a siete millones de habitantes de los cincuenta que componían el imperio profesaban el cristianismo. Después de la aprobación, se inició la etapa conocida por los historiadores cristianos como la Paz de la Iglesia. El Primer Concilio de Nicea en 325, que estuvo presidido por el emperador con 220 obispos orientales y dos sacerdotes romanos, reconoció la divinidad de Cristo y su consustancialidad con el Padre. Constantino, si bien fue bautizado cuando ya se encontraba en su lecho de muerte, tras un largo catecumenado, se convirtió en el primer emperador cristiano, signo de la victoria religiosa.

Después del reinado de varios emperadores paganos, el primer concilio de Constantinopla en 381 completó el de Nicea. A la muerte de Teodosio I en 395, cuando la mayor parte del Imperio era ya cristiano, e incluso más allá con Armenia, Asiria, Mesopotamia y Persia, el mismo Imperio estaba en grave crisis y Oriente se separó de Occidente. Los pueblos llamados «bárbaros», llegados desde Asia Central, invadieron el imperio dividido: Oriente, que conservó la civilización grecorromana, resistió mientras que Occidente se derrumbaba, se volvía bárbaro sin dejar de ser cristiano. El papel del papa era mantener la unidad entre esos dos mundos diferentes que se comunicaban poco entre sí.

Menos de un siglo después, Clodoveo I, rey pagano de los francos fue bautizado y con el apoyo del clero romano conquistó la Galia.

En el siglo V, la península ibérica fue devastada por las invasiones, pero la Iglesia visigoda no conoció la decadencia. En África, la vida de los cristianos era cada vez más clandestina ya que la invasión árabe la destruyó. Italia sufrió varias invasiones bárbaras antes de su reconquista por Justiniano (r. 527-565) en 535, quien sometió a la Iglesia a su autoridad ante un papado debilitado hasta la llegada del papa Gregorio el Grande (p. 590-602), que hizo evangelizar Inglaterra. En Francia, después del reinado del rey meroveo Dagoberto I (r. 629-639), la iglesia franca estaba en pleno decadencia.

En Oriente, donde Occidente se veía como una pálida figura en comparación con la Iglesia bizantina, el basileus era considerado como un igual al papa hasta el gobierno de Justiniano, que quería lograr la unidad religiosa del Imperio. Protegía a la iglesia y su ortodoxia, luchando contra paganos y herejes. Tal fue el caso de los emperadores Heraclio (r. 610-641), Constante II (641-648), Leoncio (r. 695-698) y León III (717-751). A estas pretensiones, el papado y también el clero occidental se resistían ferozmente.[5][6]

En el siglo VIII, con el apoyo del papado, Carlomagno restableció el Sacro Imperio Romano Germánico y expresaba su poder usando las referencias paleocristianas en la arquitectura carolingia.

Con Trajano (r. 53-117), la época de la política de expansión de Roma alcanzó su apogeo pero también fue su fin y el arte se volvió retrospectivo. El templo erigido por Antonino Pío (r. 86-161) en 142 no era particularmente original. La sacudida del Imperio provocado por las guerras contra los bárbaros bajo los últimos emperadores antonianos provocó el abandono de la construcción de importantes monumentos en la capital mientras que en las provincias del Sur y del Este, hubo una fuerte actividad constructora. La arquitectura privada cobró nueva importancia con los nuevos ritos funerarios, y el paso de la cremación al enterramiento en ataudes entrañó la construcción de filas enteras de pequeños templos a lo largo de las distintas rutas que salían de las ciudades.

Solo Septimio Severo pudo, después de consolidar su poder, abordar grandes proyectos como las termas de Caracalla en 206. En el resto del siglo III, la actividad oficial se aplicó a la reconstrucción o rehabilitación de los edificios existentes y los arquitectos no buscaron nuevas soluciones al final del siglo III y principios del siglo IV. El arco de Constantino de 315 forma parte de la serie de construcciones fijas y rectilíneas del momento. Pero, en la época constantiniana tardía, un nuevo espíritu ya animaba la arquitectura que se podía encontrar tanto en los edificios abovedados como en edificaciones con techumbres planas, como la basílica de Majencio y Constantino, última evolución tardía de un un tipo ya existente que se revelará rico en consecuencia al ser usado como modelo en un nuevo contexto.

La basílica constantiniana, tal como se erigió en Roma en San Juan de Letrán, en el primer San Pedro y en San Pablo Extramuros, constituye la transferencia, en el dominio sagrado, del Aula de los palacios imperiales. No debe entenderse como un derivado de la basílica del mercado itálico, que era una gran sala rodeada de columnas, sino de la basílica constantiniana que estaba claramente orientada hacia el ábside y que se dividía en tres, cinco o incluso siete naves mediante columnas que se detenían en el muro de entrada y en la cabecera. A diferencia de la basílica del mercado romano, la cubierta era alta con un desván que permitía realizar aberturas y proporcionar una amplia iluminación de la nave. Hasta la época de Justiniano, esta forma fue la preferida para las grandes iglesias.

Fue el legado del imperio romano divino al nuevo señor del mundo, Jesucristo, de quien Constantino I se consideraba su vicario. Las fuerzas espirituales y políticas que hicieron progresar la arquitectura romana condujeron, por tanto, a otra evolución que ya se anunciaba en Oriente.[7]

Inicialmente, los cristianos entremezclaban los ritos judaicos con los nuevos elementos de culto para lograr pronto una completa emancipación de la ley veterotestamentaria. Las prédicas del apóstol Pablo de Tarso tocaban a los judíos y a los antiguos paganos. Las primeras reuniones de oración se llevaban a cabo en las sinagogas locales. La comunidad de Éfeso, en Asia Menor, fue la primera, entre aquellas evangelizadas por Pablo, en adquirir su autonomía del judaísmo al dejar los fieles de frecuentar la sinagoga local. Serán los hogares de los miembros de la comunidad cristiana los que a partir de entonces acogerán las prédicas y las celebraciones.[8]

Los historiadores del arte cristiano concedieron poco lugar a los antecedentes judíos, ya que el divorcio entre judíos y cristianos era antiguo y profundo. Pero los historiadores y liturgistas nunca dudaron de los frecuentes contactos entre ambas religiones hasta acabarse el siglo V o las profundas influencias del judaísmo sinagogal en el culto paleocristiano. El descubrimiento en el sitio arquológico de Dura Europos de una domus ecclesiae y de una sinagoga confirmaron esa influencia de la iconografía judía.

La precocidad de la arquitectura cultual de los judíos sobre la de los cristianos era normal. El Estado romano reconocía oficialmente a la religión judía y por lo tanto permitía la construcción de sus lugares de culto, debiendo esperar hasta 313 para que los cristianos gozasen de esos mismos derechos. Tan pronto como la tolerancia se extendió a los cristianos, estos se dotaron con edificios del mismo tipo.

No se ha encontrado ningún edificio de tipo basilical aplicado a las sinagogas en Dura Europos sino en Galilea. Las más antiguas son de alrededor del año 200, donde se ve un edificio rectangular alargado dividido en tres naves en el sentido longitudinal. En la cabecera, un armario estaba destinado a recibir los rollos de la Torá. Las diferencias entre las basílicas y las sinagogas era la sobrelevación de la nave central en comparación con las naves laterales —lo que permitía disponer claristorios que la iluminasen— y la conexión de las columnatas mediante un pórtico transversal como en la sinagoga de Cafarnaúm. En ese momento, las sinagogas tenían la puerta de entrada orientada hacia Jerusalén y en las primeras basílicas cristianas también lo estuvieron, aunque luego pasaron a orientarse al oeste, iluminando el altar la luz de la mañana. El edificio basilical se difundió mucho en todo el Imperio y se adaptaba a todas las necesidades. Debió de satisfacer las demandas de los cultos judío y cristiano.[9]

Los testimonios de las ruinas de Dura Europos tienen un significado histórico considerable. En esa época la domus ecclesiae de los cristianos se asemejaba a otras casas de la ciudad con una o dos habitaciones en la planta baja reservadas para el culto cristiano sin que sea posible con certeza derivar sus funciones, salvo las de una pieza larga que servía de baptisterio con pinturas murales y mobiliario. Se trata de una arquitectura de la primera mitad del siglo III que no tiene específicamente de cristiano más que la decoración y un mueble de albañileria en la sala de bautismo.

La neutralidad de esta domus ecclesiae de Dura contrasta con la sinagoga vecina, que es prácticamente de la misma época. Está instalada en una casa ordinaria pero en un conjunto mucho mayor de construcciones profanas. Esta organización arquitectónica no se encuentra entre los cristianos. La sinagoga está separada del resto del edificio por muros continuos. Comprende un patio con tres pórticos y en el fondo una gran sala más ancha que profunda. Dos puertas, una para los hombres y probablemente otra para las mujeres, conducían a ella. En el muro del fondo, un nicho-ciborium servía para albergar el armario de la Torá. Un banco adosado a la pared rodeaba toda la sala de la sinagoga.[9]

Los primeros desarrollos del arte cristiano, que en origen no fueron más que una rama del arte antiguo y que nacieron con el peso milenario de las constumbres del arte mediterráneo, estaban vinculados a las necesidades del culto y a las condiciones en las que se ejercía. Y dependíae de la situación de los cristianos en relación con el poder imperial.

Desde el año 200 hasta alrededor del 260, cuando el edicto del emperador Galieno (r. 253-268) devolvió a los cristianos sus lugares de culto, los cristianos tuvieron una vida semiclandestina. Luego, un surgimiento duró hasta el 313, fecha de la ordenanza de Licinio (r.308-324) que reconoció oficialmente el cristianismo.

La salida del clandestinidad se realizo de forma paulatina hasta el 330, fecha del edicto imperial que establecía el cristianismo como religión de Estado. Luego en el 391, llegó la prohibición del culto pagano. En el último período, el desarrollo de la iglesia o de las basílicas reemplanzando a las antiguas domus ecclesiae fue espectacular.

El arte paleocristiano fue un arte universal que derivaba del carácter universal de esa religión.[10]​ En Occidente, habrá que esperar hasta la ruptura a principios de la Edad Media para constatar una evolución cuando aparecieron las obras groseras bárbaras, a partir de las cuales se inició una nueva rama del arte cristiano, que se manifestó en las artes románicas y góticas. En Oriente, que por el contrario resistió las invasiones bárbaras, las tradiciones se mantuvieron bajo el estilo bizantino.[9]

Las catacumbas nacieron en Roma a finales del siglo II y principios del siglo III con el papa Zéphyrin (p. 199-217). Son pasajes subterráneos cavados por los cristianos que creían en la resurrección de los cuerpos para enterrar a sus muertos, celebrar ciertos cultos y refugiarse allí durante las persecuciones. Están formadas por galerías destinadas a recibir en sus muros tumbas dispuestas una encima de la otra. Estaban situadas fuera de los muros de la ciudad, ya que la ley romana del Imperio no permitía los entierros dentro de la zona urbana por motivos religiosos y de higiene.[11]​ Aunque también se encuentran en otras ciudades, las más numerosas y más extensas son las pertenecientes a Roma con un total de unas sesenta catacumbas diferentes, cerca de 750.000 tumbas y que ocupan entre 150 a 170 kilómetros de longitud, se cree que usaban antiguas galerías abandonadas, de las que se había extraído una piedra llamada puzolana, que una vez triturada servía para hacer cemento.[12]​ Por estudios realizados en el siglo XIX, esta teoría fue rebatida bajo la dirección del jesuita Marchi y su alumno el arqueólogo Juan Bautista Rossi, que dieron como cierta que la construcción de las galerías fueron hechas expresamente para su utilización como cementerios.[13]​ La organización del primer cementerio se atribuye al papa Calixto I y la fecha hacia el 200, en el estudio realizado por el arqueólogo Paul Styger para la catacumba de San Calixto concuerda con esta atribución. Su utilización se prolongó hasta después del saqueo de Roma del año 410 por los visigodos, pues en aquel tiempo ya se disponían de grandes basílicas donde se podían utilizar para servicios funerarios y guardar las reliquias de los mártires.[14]

Los cuerpos de los mártires eran hurtados para hacer reliquias. No había culto en las catacumbas, solo el oficio de los muertos, pero no la Eucaristía que se practica en las casas cristianas (domus ecclesiae)[15][16]

Catacumbas de San Calixto, cripta de los papas, Roma

Catacumba de Santa Lucia, Siracusa

Catacumbas de Domitila, Roma

Arcosolium

Catacumbas de Saint Savinilla en Nepi

La mayoría de las catacumbas realizadas en Roma tuvieron su origen en el siglo II, se encuentran, bajo tierra a lo largo de las grandes vías a la salida de la ciudad como la Vía Apia, la Vía Ardeatina, la Vía Salaria o de la Vía Nomentana y constan de un sistema de galerías subterráneas que forman una especie de laberinto. Primero se excavaba un primer nivel y se iba extendiendo a pisos inferiores siguiendo líneas irregulares debido al terreno, llegando a profundizarse hasta treinta metros. En las paredes se realizaban los huecos o nichos en sentido horizontal, llamados loculi, normalmente para contener un solo cadáver, aunque también en alguna excepción podían contener más cuerpos y se cerraban o sellaban con una losa de piedra o de ladrillos en muchas de las cuales había inscripciones en latín o en griego. Había otro tipo llamado arcosolium (arcosolio), que consistía en un nicho con un arco, cerrado con una lápida para personajes más importantes. El cubiculum (pl. cubicula) era un tipo de cámara sepulcral, que contenía varios loculi para una misma familia, como pequeñas capillas decoradas con frescos, se encontraban en el cruce donde coincidían varios pasajes o galerías. Los cubicula solían ser cuadradas, aunque las había también circulares o poligonales y podían albergar hasta 70 loculi en diez plantas. Por último había pequeñas criptas que contenían la tumba de un mártir.[14]​ En casi todas las catacumbas se encuentran tragaluces abiertos en el techo de las criptas o en las mismas galerías, que en principio se usaban para subir a la superficie la tierra que se extraía durante su construcción y que se dejaban abiertos para que fueran puntos de iluminación y ventilación.[17][18]

La mayoría de las catacumbas están talladas en la toba, tanto en Roma, donde hay unas sesenta, como en el Lazio. En Italia, se desarrollan en el sur hasta la isla de Pianosa, mientras que los hipogeos más meridionales son los de África septentrional y especialmente en Hadrumète (Susa) en Túnez. Se encuentran en la Toscana, en Chiusi; en Umbría, cerca de Todi; en los Abruzzo, en Amiternum l'Aquila; en Campania, en Nápoles; en Puglia, en Canosa di Puglia; en Basilicata, en Venosa, donde las catacumbas judías y cristianas demuestran la coexistencia de las dos religiones; en Sicilia, en Palermo, Siracusa, Marsala, Agrigento; y, en Cerdeña, en Cagliari San Antioco.

Las decoraciones eran a finales del siglo III extremadamente simples, con pinturas al fresco, mosaicos y relieves en los sarcófagos. Los símbolos eran el tema que dominaba en casi todas las sepulturas, que se refieren a la salvación eterna como el tema del ancla o Jonás salvado del vientre de la ballena; también se encontraban imágenes como la paloma representando la paz, la cruz y la salvación; el ave fénix, la resurrección de las cenizas; y el pez y el Buen Pastor, que correspondían a la imagen de Cristo. Las pinturas mostraban escenas del Antiguo Testamento como el sacrificio de Isaac; Noé y su arca; Daniel en la fosa con leones; Elías en su carro; o los tres hebreos Ananías, Misael y Azarías, en el horno ardiente. También del Nuevo Testamento hay evocaciones de la resurrección de Cristo y numerosas historias sobre la su vida. La primera imagen de la Virgen en la catacumba de Priscila es de la primera mitad del siglo III ypresenta a Cristo con el simbolismo del Buen Pastor, los mártires y los Padres de la Iglesia.[9][19][20]​ Hay otras representaciones de la Virgen con el Niño sentado en su falda, la llamada Theotokos.[21]

La domus ecclesiae era un tipo especial de edificio privado utilizado por los primeros cristianos para reunirse y celebrar el culto. Esta «casa de la Iglesia» (comunidad de fieles) no estaba diseñada ni construida para la celebración litúrgica. Era un espacio privado con sus limitaciones que se podía adaptar a las necesidades de forma a veces provisional.

Algunos ven en la planta de estas domus ecclesiæ el esbozo de una basílica, pero tanto antiguas aula, basílicas paganas, scholæ o salas termales también podían convertirse en basílicas y podían ser construidas en el emplazamiento de casas cristianas. Se puede pensar que no hubo arquitectura cristiana antes de Constantino I y que no fueron las necesidades estrictamente religiosas de la vida espiritual o de la liturgia las que crearon con las basílicas un arte que sería impuesto a la Iglesia como una necesidad. Para los emperadores romanos, el arte era una herramienta de propaganda y el origen de cada etapa de la evolución artística romana.

En el sitio arqueológico de Dura Europos, un antiguo asentamiento helenístico convertido en guarnición fronteriza romana y situado cerca del río Éufrates, hoy en Siria, se descubrió en 1931, en el mismo distrito que la sinagoga y un santuario a Mitra, la iglesia más antigua conocida, construida dos siglos después de la muerte de Cristo. Es un edificio cristiano por su arquitectura, su decoración y sus inscripciones y se ha datado en el año 232 gracias a un grafitti.

La domus ecclesiae de Dura Europos es una casa construida como las otras viviendas de Dura pero más grande. Se ingresa desde la calle a través de un corredor en chicane que se abre a un patio pavimentado con un pórtico en uno de los ladoa. Frente a este acceso, una gran puerta se abre a una gran sala que puede parecerse al diwan oriental en su decoración y cuyos símbolos no ofenden al pensamiento cristiano. Un banco de ladrillos corre a lo largo de las paredes y en un lado, una de las partes se eleva como para marcar el lugar de un presidente. Se puede acceder a otra habitación más pequeña desde el patio. Estos dos espacios se pueden utilizar para reuniones y los agapes. Una escalera conduce a un piso que ha desaparecido y quizás a la residencia del obispo.

En el momento de la construcción de esta casa de Dios, los cristianos tenían la libertad de disponer de iglesias y cementerios en común, pero, aparte del bautismo, el culto cristiano no requería de un edificio especial. En la mismo sala se celebraba la Eucaristía y se escuchaban las homilías y sermones. No hay altar permanente ni separación entre los clérigos y los fieles.

Para el paso simbólico de lo profano a lo sagrado, del catecúmeno al cristiano, el espacio del baptisterio estaba cargado de mensajes. La pequeña sala que da al patio puede aparecer como un oratorio con un arco de medio punto apoyado en columnas y se esperaría ver un altar. Pero hay una especie de bañera recubierta con un yeso duro que se utilizaba en los establecimientos de baño. Esta sala sería probablemente el baptisterio de la comunidad y el futuro cristiano podía ver en las pinturas que lo rodeaban lo que le habían enseñado: la fe en Cristo resucitado, el perdón de los pecados, el bautismo como arma contra el Mal y el Buen Pastor que introduce en la morada eterna a los hijos de Dios.[4][22][15][23]​ No se ha llegado a una conclusión clara sobre dónde comenzó el arte paleocristiano ni cómo las escenas pudieron ser trasladadas de un lugar a otro.[24]

Alrededor de 260, bajo el emperador Galieno (r. 253-268) , un primer edicto de tolerancia permitió hasta finales de siglo organizar las parroquias de Roma y en ese momento se construyeron en casas privadas algunas iglesias, conocidas como tituli, por el nombre de sus propietarios que se ponía en una placa de mármol en los mencionados edificios. Con las persecuciones de Diocleciano, esos edificios fueron arrasados para hacerlos desaparecer y el que se encuentra debajo de la actual Basílica de San Martino ai Monti fue objeto de restituciones. Si los cristianos de Roma tuvieron lugares de culto en el siglo III, hay poca evidencia arqueológica de ellos.[15][22]

Normalmente se adaptaba el triclinio, como sala mayor, para la celebración de los ritos religiosos.[25]​ Esos ritos o ceremonias incluían oraciones, lectura de pasajes de los Evangelios y Epístolas así como sermones. En el siglo III, la presidencia de la misa la tenían los episkopoi (obispos) y se separaba a aquellos que estaban recibiendo la formación pero aún no habían recibido el bautismo, a los que se les requería que salieran a otra habitación cuando llegaba el momento de celebrar la Eucaristía. Antes de la edificación de las iglesias o basílicas, no existía el altar sino una simple mesa para celebrar este culto.[26]​ Bajo diez metros de la actual basílica de San Martino ai Monti, identificado como Titulus Aequitii, nombre proveniente de su propietario Equizio, estaba una de las casas privadas de Roma utilizadas como domus ecclesiae. Se construyó a finales del siglo II o principios del siglo III y se trataba de un edificio rectangular de dos plantas con un gran patio central, cerca del cual, en la planta baja, que se cree era la que estaba destinada a las funciones de culto religioso, había una gran sala dividida con columnas que era donde se celebraba la Eucaristía, además de otra sala que estaría reservada a los catecúmenos, aunque no se han encontrado vestigios arqueológicos de la presencia de ninguna pila bautismal. La planta superior debía ser utilizada como vivienda privada. La primera iglesia fue fundada por el papa Silvestre I en el siglo IV, que en su origen estaba dedicada a todos los mártires, posteriormente el papa Símaco la dedicó a san Martín de Tours y el papa san Silvestre, la agrandó y la elevó sobre la anterior. En el siglo IX el papa Sergio II ordenó su restauración y la construcción de la actual basílica de San Martino ai Monti.[27]

La basílica patriarcal de Aquilea construida a principios del siglo IV bajo el obispo Teodoro, de la que solo se conservan los cimientos y un mosaico que data del momento de la construcción del edificio. Dos salas rectangulares se encuentran a unos treinta metros de distancia, cada una formando un edificio independiente. La sala norte de 37,40 m × 17,20 m y la sala sur de 37 m × 20 m están conectadas por habitaciones secundarias que forman parte del mismo conjunto con una fachada a la calle de Aquilea. La organización de los mosaicos supone una influencia de las obras litúrgicas en la arquitectura de la sala Sur y anuncia las futuras salas con transepto.[28][9]

Aquilea, mosaico del pavimento de principios del siglo IV, con la historia de Jonás

Aquilea, Jonás

Aquilea, el buen pastor

Con la proclamación en 313 del Edicto de Milán, los cristianos pudieron practicar libremente sus cultos religiosos. Durante el reinado de Constantino I se produjo una reversión del trato que les daba el imperio, porque Constantino se apoyó enteramente en las novedades traidas por el cristianismo. Cambió Roma y el mundo. Antes del edicto, Constantino ya había reconocido en el cristianismo la mayor fuerza espiritual de todo el Imperio. Captó las energías a punto de estallar y les dió rienda suelta sin sofocar las fuerzas del paganismo que aún seguían vivas. En la basílica construida por Majencio, la estatua de Constantino en el ábside ya no tiene la expresión de un Júpiter pagano sino la de una criatura humana que tiene la intuición de que la majestad divina lo supera. Para apropiarse de esta basílica, añadió un segundo ábside y un vestíbulo en el lateral para transformarlo en un edificio de nave central.

Constantino fue el primer soberano que colocó al hombre en el centro del Universo. Las obras nuevas ya no buscaban más traducir una vida exterior, sujeta a la ley natural orgánica, a la gravedad, sino crear un universo espiritual luminoso que trascendiese la vida terrestre.[29]​ Con él a la cabeza, el cristianismo y sus líderes pasaron a desempeñar puestos principales. Con el culto permitido y público y aumentando cada día el número de creyentes, la arquitectura necesaria para acogerlos pasó del simple refugio en casas privadas, a requerir nuevas formas monumentales que se inspiraban en la arquitectura romana de la época, tomando como modelo las basílicas de los centros cívicos con actividades de mercado y salas de justicia.[30]​ Las de nueva construcción, siguieron los mismos tipos con la diferencia de su utilización: en los edificios cristianos el culto y las asambleas se realizaban en el interior, mientras que el culto grecorromano se efectuaba en el exterior, alrededor del templo.[31]

A pesar de la gran cantidad de templos o basílicas cristianas que se construyeron durante el siglo IV, casi todos fueron en siglos posteriores destruidos o reformados.[32]​ Es sorprendente encontrar desde el siglo IV, en todas las provincias del Imperio, iglesias que adoptaron la misma forma de basílica de tres naves. Estéticamente, en el interior, todas esas basílicas se parecen, y es posible que los cristianos se hayan aferrado a ese tipo de salas, porque eran aptas para sus reuniones litúrgicas. Apreciaban el efecto que produce una sala basilical en quien entra por la puerta del medio: la doble columnata simétrica que encuentra frente a él dirige su mirada hacia la mesa del altar fija al fondo. Dado que el coro, con su mesa eucarística, está inmóvil frente al ábside y nada expresaría mejor la idea de estancia divina. El coro evocaría el cielo inteligible y la nave representaría a la tierra o el universo material.[9]



El origen de la basílica cristiana es controvertido, con autores que apuestan por una creación original y otros que lo hacen por una imitación de modelos paganos.

La basílica paleocristiana en general constaba de tres partes: un atrio de acceso, el cuerpo de la basílica longitudinal, dividido en tres o cinco naves separadas por columnas, la nave central siempre solía tener más altura, mientras sobre las naves laterales a veces tenían unas galerías o tribunas llamadas matroneo especialmente realizadas para las mujeres. En el presbiterio, se situaba el altar. La cabecera estaba ocupada por un ábside cubierto con una cúpula de un cuarto de esfera. Los no bautizados ocupaban un lugar ante la puerta de la basílica llamado atrio o nártex donde solía haber una gran pila de agua para las abluciones.[31]​ La cubierta en la construcción de la basílica paleocristiana primitiva acostumbraba a ser a dos aguas con techumbre de madera, poco pesado, por lo que sus muros eran completamente lisos y no había necesidad de construir contrafuertes. La luz exterior provenía de grandes ventanas abiertas en las paredes laterales y de la parte alta de la nave central por el claristorio. Muchos de los materiales empleados como las columnas y capiteles fueron aprovechados de otros edificios romanos.[36]

Se utilizó la arquitectura cerrada correspondiente a la basílica civil romana, principalmente porque el templo romano o griego era normal que se rechazara por su significación contraria al cristianismo, pero también porque el tipo estilístico no era fácil ajustarlo al nuevo rito cristiano, el sacrificio pagano se realizaba en un altar situado en el exterior del templo y el interior se utilizaba para colocar la estatua del dios al que se dedicaba su culto. También en la religión cristiana se efectuaba el acto del sacrificio simbólico en un altar para la transubstanciación del vino y el pan en la sangre y el cuerpo de Cristo, pero siempre se había realizado en lugares cerrados, como había sido realizado en la Santa Cena celebrada por Cristo. Para el ritual del siglo IV se necesitaba un camino para el recorrido procesional del clero, una parte donde se colocaba el altar y se celebraba la misa, otra parte para los fieles que participaban en la procesión y comunión y otra para los catecúmenos o no bautizados.[37]

El propio emperador Constantino fundó varias basílicas en Roma: San Juan de Letrán (312-319), San Pedro del Vaticano consagrado en 326 y los miembros de su familia hicieron lo propio. Otras iglesias fueron fundadas en Jerusalén: Santo Sepulcro, Basílica de la Natividad, Monte de los Olivos en 325-337 y en Constantinopla: Sainte-Sophie, Santos Apóstoles en 333-337. Constancio II completó algunas sin demasiada prisa mientras los papas y obispos las construían en Roma y en todo el Imperio. Se conocen el Santuario de la Ascensión en Jerusalén, San Sebastián Extramuros, Santa Inés Extramuros, San Lorenzo Extramuros y Santos Pedro y Marcelo en Roma, la catedral de San Pedro en Trier, la catedral de Gerasa en Palestina, la Iglesia episcopal de Epidauro en Grecia y varias iglesias en Siria e incluso en el norte de Mesopotamia, incluido el Baptisterio de Nisibis.

En el siglo IV, las basílicas fueron occidentalizadas y la fachada de entrada estaba al este, la estructura es bastante pobre con una rica decoración de pinturas murales y de mosaicos.

Después de la muerte de Constantino, habrá que esperar hasta la llegada de Teodosio I en el año 379 para encontrar un nuevo esfuerzo, durable y definitivo de la construcción con la politique procristiana y antipagana de Teodosio y sus sucesores.[9]

La basílica de San Juan de Letrán está construida sobre el emplazamiento del palacio de la familia de los Laterani. Fue confiscado y luego entregado por emperador Constantino al obispo de Roma, seguramente el papa Melquíades I (pap. 310-314). En 313, se celebró allí el primer concilio y se convirtió en la residencia habitual de los papas, el palacio de Letrán.

Junto al palacio se construyó la basílica dedicada al santo Salvador (la actual basílica de San Juan de Letrán), consagrada por el papa Silvestre I. Con el tiempo, esta basílica se ha ido transformando, pero se ha podido reconstruir el proyecto original, cuya planta refleja sobre todo la función: es un edificio sencillo, de casi cien metros de largo por unos cincuenta metros de ancho porque debía albergar a toda la comunidad cristiana de Roma en su función de iglesia de la asamblea. Constaba de una nave central, más ancha, y dos más estrechas en cada lado separadas por grandes columnatas; la nave central era más alta y con una cubierta a dos aguas. Entre esta cubierta y las de las naves laterales había una hilera de ventanas para iluminar el interior de la basílica. Toda la construcción estaba hecha de ladrillo excepto las columnas de mármol y la cubierta con carpintería de madera que no genera esfuerzos laterales. Por la nave central entraban en procesión el obispo de Roma seguido por su clero hasta llegar al gran ábside donde tenían sus asientos y el altar para celebrar la ceremonia, mientras los fieles utilizaban las naves laterales más cercanas a la central y los catecúmenos las naves más exteriores, que al parecer estaban separadas por cortinas colocadas en los intercolumnios.[37][38]​ Si Constantino I financió esta basílica, fue construida con economia y se ven capiteles de varios estilos que parecen rescatados. Un espacio transversal, el transepto no está muy caracterizado pero marca la separación entre los fieles y el espacio de celebración.[15]​ Una pintura mural de Gaspard Dughet en la Basílica de San Martino ai Monti muestra el interior de San Juan de Letrán antes de 1650.

La antigua basílica de San Pedro en Roma se construyó muy rápidamente, en unos diez años del 323 al 333. Se conoce por las excavaciones y la planta muy precisa de Tiberrii Alpharai de 1540. Su planta es similar a la de San Juan de Letrán con un desarrollo más considerable del transepto. Es una iglesia de cinco naves cuyas dos columnatas interiores llevan un arquitrabe, una solución más onerosa que los arcos de medio punto utilizados en San Juan de Letrán. La cabecera como la del Santo Sepulcro en Jerusalén está orientado al Oeste, su muro es plano con un ábside saliente. La basílica está precedida por un atrio bordeado por cuatro pórticos para reunir a los fieles. Esta planta de una basílica de cinco naves, con transepto y atrium salientes, será retomada por otras iglesias de Roma, comenzando por San Pablo Extramuros, construida bajo Teodosio I.

Se ven en la planta de 1540 las rotondas funerarias de los teodosianos que son del final del siglo IV o del comienzo del siglo V durante el reinado de Teodosio I. Allí está enterrada una de las princesas y Carlomagno restauró la otra para convertirla en su lugar de enterramiento, pero finalmente habría elegido la capilla Palatina de Aix-la-Chapelle.

Antes de la construcción de la cripta por Gregorio Magno en el siglo VI, la visión de la tumba de San Pedro se presenta a los fieles bajo un dosel con columnas en espiral retomadas simbólicamente en construcciones posteriores, con cortinas que ocultan una puerta que se abre durante ciertas ceremonias. No hay altar.

Durante la construcción de la cripta, este lugar de peregrinación se transformó en un lugar eucarístico con un altar con ciborium situado justo encima del sepulcro del santo. La cripta anular da paso a un espacio donde reposa san Pedro y organiza un nuevo encaminamiento de los fieles.[9][15][39][40]

También bajo el mecenazgo de Constantino en Roma, se empezó la construcción de la Antigua Basílica de San Pedro, entre el 328 y el 330, una de las más importantes basílicas paleocristianas. Se realizó sobre donde estaba la sepultura del mencionado santo en la Colina Vaticana y donde ya se encontraba un pequeño santuario en su honor. La cronología exacta de la construcción no es conocida, aunque el Liber Pontificalis indica que fue edificada por Constantino durante el pontificado del papa Silvestre I (314-335).[41]​ Desaparecida en la actualidad, es conocida por documentos anteriores a su destrucción durante el Renacimiento.[42]​ Varios escritores dejaron descripciones detalladas como Tiberio Alfarano en De Basilicae Vaticanæ antiquissima et nova structura (1582) con diseños de la planta del antigua basílica, aunque no fue editada hasta el año 1914,[43]​ o la obra de Onofrio Panvinio De rebus antiguis memorabilibus et praestantia basilicae S. Petri Apostolorum libri septem.[44]

La basílica tenía la estructura muy amplia de ciento diez metros de largo. El acceso a la misma tenía lugar a través de un patio o atrio rodeado de arquerías, preludio de los claustros conventuales, hasta que se llegaba a un vestíbulo transversal llamado nártex, donde aguardaban los catecúmenos o no bautizados. Acto seguido se ingresaba en el templo dividido en cinco naves, dos a cada lado y una central, más alta y ancha que conduce directamente al altar situado al fondo en un ábside semicircular, después de atravesar un espacio transversal llamado bema, de origen oriental, pero que preludiaba el transepto de la Edad Media. Aquí se encontraba el martyrium de san Pedro bajo un baldaquino de mármol apoyado sobre cuatro columnas también de mármol con sus relíquias y donde se reunían los peregrinos que venían a honrarlo. Las naves estaban separadas cada una por veintiuna columnas libres que sostenían un entablamiento sobre el que reposaban una serie de arcos que permiten el paso de la luz para iluminar el interior de la basílica.[45]

La basílica de la Natividad de Belén es la única basílica constantiniana que está casi intacta a excepción del ábside y de los techos. Fue fundada para glorificar el santuario de la Natividad de Cristo por santa Helena, madre de Constantino, alrededor del 333, aunque tuvo que ser reformada en el siglo VI, después de haber sido quemada y destruida durante la rebelión de los samaritanos del año 529 encabezada por su líder Juliano ben Sabar. La disposición arquitectónica, de planta longitudinal, es a la vez nueva, grandiosa y armoniosa. La cripta sagrada está cubierta por una especie de caja octogonal con una cúpula cónica de carpinteria coronada por una linterna y un edículo central abierto, rodeada por una barandilla, sobre el lugar del nacimiento de Jesús.[45]​ Por las necesidades del culto, el espacio basílical de cinco naves está precedido por un espacioso atrium con galerías cubiertas que servía de descanso a los peregrinos, de planta prácticamente cuadrada (28 x 29 m). Esta iglesia ignora los reempleos, los fustes de las columnas, las bases y los capiteles corintios son prolijos y deben haber sido realizados por el mismo taller.[46]

El emperador Constantino pidió al obispo Macario que se encargara de la obra del templo, aunque también mandó a su propia madre Helena para que entre ambos dirigieran las obras.[47]​ La basílica del Santo Sepulcro fue consagrada en el año 335.[48]​ De planta rectangular, tiene una longitud de 138 m, un ancho que varía de 38 a 45 m y conecta tres iglesias erigidas sobre tres lugares sagrados diferentes.[49]​ Tenía un atrio más pequeño que el de La Natividad, y su interior constaba de una nave central con otras laterales dobles sobre las cuales había unas galerías, la separación de las naves se efectuaba a través de unas majestuosas columnas de mármol con los capiteles dorados. En el ábside, recorriendo todo su semicírculo, se encontraban doce columnas simbolizando los doce apóstoles; por las naves laterales más exteriores, las que estaban junto el muro del edificio, conducían a un largo patio situado detrás del ábside, que se cerraba haciendo un semicírculo en el que se encontraba cubierto por un baldaquino sostenido por doce columnas, el sitio del Santo Sepulcro de Cristo.

Unos años después el mismo emperador o alguno de sus hijos, alrededor del antiguo sepulcro, realizaron la llamada «Anástasis Rotonda», para celebrar la Resurrección, agrandando su construcción con una nueva edificación de 17 metros de diámetro, cubierta de madera en forma cónica y un deambulatorio a nivel del suelo y otro superior de medio círculo en forma de galería.[50]

Una rotonda de 36,5 m de diámetro, denominada Anastasis, erigida alrededor del año 350, coronada por una cúpula y en la que se encuentra una gruta, lugar de enterramiento de Jesús.[51]​ Una gran basílica, el Martyrium con 5 naves, totalizando 56 m de longitud por 40 m de anchura y un atrio oriental rodeado de columnas y que se abre al este sobre el cardo maximus por tres grandes portales, los propileos, que dan al foro.

La tumba se encuentra en el centro de la rotonda junto a un pequeño edificio, el Edículo. La rotonda y el martyrium están conectados por un patio al aire libre con doble columnata en tres lados, incluyendo en su interior la roca del Calvario.[52]​ La basílica está orientada de Este a Oeste, como el Templo de Jerusalén.[53]

Se puede ver una representación del Santo Sepulcro en el mapa de Madaba del siglo VI, un mosaico de la Iglesia de Madaba en Jordania y una planta del obispo Arculfo.

Nave de la basílica de la Natividad de Belén

El Santo Sepulcro en el mapa de Madaba

Reconstrucción del Santo Sepulcro bajo Constantino

Planta del del Santo Sepulcro del obispo Arculfo

En Roma, un tipo de basílica de peregrinación cirquiformes ligado al deambular de los peregrinos antes de acceder al santuario se caracteriza por la ausencia de transepto y la disposición de la cabecera en semicírculo. Los muros laterales de la nave central se encuentran en semicírculo y los de las naves laterales también crean una circulación periférica alrededor del lugar sagrado.

Después de un éxito temporal en el siglo IV, este tipo de iglesias en forma de circo se abandonó.

Se conocen cuatro ejemplos todos fuera de las murallas, en los cementerios romanos. El más famoso sobre la vía Apia, la basílica de San Sebastián Extramuros se remonta a la época de Constantino, las ruinas de la primitiva iglesia de Santa Inés Extramuros, en la vía Nomentana, también son igualmente importantes con el mausoleo de Santa Constanza aún existente y las basílicas Saints-Pierre-et-Marcellin[54]​ y San Lorenzo Extramuros construidas sobre el mismo principio arquitectónico.[9][15]

Mausoleo de Santa Constanza

Interior de Santa Constanza. 24 columnas sostienen solas el grueso tambor y la cúpula.

Mausoleo de santa Helena

De todas las provincias del Imperio, Siria ha sido la única que ha conservado una serie de basílicas del siglo IV. En el norte de Siria, las basílicas son similares con tres naves, dos arcadas y una claraboya, los arcos descansan sobre columnas y todas están cubiertas con estructuras de carpinteria. La cabecera parece derivar de las construcciones romanas del país, la nave central tiene un ábside semicircular que no sobresale al exterior y está flanqueada por dos muros que separan las naves laterales de dos estancias. El conjunto forma una cabecera casi autónoma. El gran aparato de construcción utilizado es ordenado y permite ver algunas fachadas con puertas con marcos tallados y frontones triangulares. Los principales edificios que pueden datarse del siglo IV son los de Fafirtin, Serjilla, Ruweha, Simkhar, Karab Shams y Brad. En el sur de Siria, que es una región basáltica, los muros y las cubiertas están hechos de bloques de lava, cuyas dimensiones máximas, tres metros de ancho, determinan el ancho de las salas. Los sirios desarrollaron un sistema de arcos macizos multiplicándolos para soportar las losas. Al abrir tres arcos sucesivos en un mismo muro transversal, consiguen constituir una especie de basílica de tres naves. Este sistema pasa de las construcciones civiles a las cristianas pero no va más allá de los límites del sur de Siria. Entre las ruinas, dos están datadas, Umm El Yimal, iglesia de Julianos, la capilla de Der El Kahf y algunos otros son del siglo IV, un edificio de una sola habitación y dos acondicionamientos con tres naves: Nimreh y Tafha.

En la misma época, otras provincias tenían santuarios con forma de basílica. En Éfeso, se construyen dos filas de columnas en un gimnasio, en Corinto, en Epidauro, se han encontrado basílicas de cinco naves cercanas al modelo romano pero están incrustadas en edificios secundarios. Si los martyria se desarrollaron más tarde, se puede observar el triconque de Corinto y en Antioch-Kaoussi un edículo en forma de cruz que alberga las reliquias del santo Babylas.

En el norte de África, todas están en ruinas pero se pueden notar que son de grandes dimensiones. Los ejemplos más interesantes son las iglesias de Timgad, Damous el-Karita, Hippone (Annaba), Orléanville (Chlef) y especialmente Tébessa,[55]​ que da una idea general de un gran complejo cristiano con una basílica, un atrio y muchas dependencias.[9]

La arquitectura armenia de la época paleocristiana se inspira en las de las regiones vecinas.

Basílica de Kharab Shams, norte de Siria

Basílica de Serjilla, norte de Siria

Un bosque de basílicas cristianas se destaca sobre el conjunto del Imperio en el siglo V, donde se buscaba eliminar las iglesias de formas insólitas para reemplazarlas por basílicas regulares. En Salona, en Croacia, se transforma un antiguo santuario en una iglesia con tres naves enmarcadas con una doble hilera de columnas arqueadas, un ábside y una entrada abierta frente al coro. En Siria, las iglesias del siglo IV, que son adaptaciones de los tipos de edificios locales se convierten en basílicas normales y las diferencias entre el norte y el sur del país tienden a desaparecer. Luego, durante más de un siglo, los edificios cristianos de tipo basílical no cambiaron o muy poco.

En Roma, fundada en 386 y terminada alrededor de 440, San Pablo Extramuros reproduce la iglesia de San Pedro de Roma de Constantino. Santa María la Mayor construida en 432-440 mantiene intactas las grandes líneas de su arquitectura con su decoración de mosaicos y sólo el coro agobiado por su altar barroco no es del siglo V. Se encuentra allí una peculiaridad de las basílicas romanas de ese siglo, la presencia en el lado opuesto al ábside de un triple vano como en Saints-Jean-et-Paul et Saint-Pierre-aux-Liens. La basílica de Santa Sabina construida en 410 es un precioso monumento con tres salas basilicales separadas por 24 columnas y con revestimientos de mármol policromado muy brillante.[40]

En Rávena, esta rama de la arquitectura cristiana se inspiraba en la de los martirios de Milán. La mayoría son basílicas enmarcadas con tres o cinco naves, dos hileras de arcadas y un ábside saliente como en Saint-Jean-l'Évangéliste de 425, San Apolinar el Nuevo, 519, San Apolinar en Classe, 549 y la más original es la Iglesia de la Santa Cruz que debió tener una sala de una única nave, precedida de un nártex transversal. Estas iglesias no destacan más que en los detalles.

En Spoleto, la basílica de San Salvador con su transepto sin saliente lateral, atravesado por las columnatas de la nave es una de las iglesias paleocristianas mejor conservadas.

Santa María la Mayor, Roma

Basílica de San Apolinar en Classe, Rávena

Basílica de San Apolinar el Nuevo, Rávena

San Salvador, Spoleto

En la Galia, se conservan muy pocos monumentos del siglo V, la pequeña basílica subterránea de San Víctor de Marsella y del siglo VI, la iglesia de San Pedro en Vienne, una de las más antiguas del país, erigida en la pequeña ciudad de Vienne (hoy en el departamento de Isère, región de Auvernia-Ródano-Alpes) que ha sido muy reformada y alberga el Museo arqueológico Saint-Pierre de Vienne.

Se puede tener una idea de la arquitectura que aparece por el aplacado de las arcadas sobre columnas contra los paramentos del edificio. Esas arcadas ciegas que transforman las paredes lisas en superficies estructuradas muestran la preocupación por el tratamiento plástico y pictórico de las formas. En Vienne, esta disposición de origen oriental en uso en las provincias romanas, está constituida por dos órdenes superpuestos de columnas y de arcadas. Este efecto decorativo pudo estar realzado por una posible decoración de pinturas o de mosaicos, que probablemente existió, aunque no puede ser restituida.[56][57][58]

Con sus puertos abiertos a Occidente y a Oriente, el África cristiana es mediterránea y oriental. Su influencia llegó a España y aún se percibe en la época visigoda. La mayoría de los edificios se construyen con poco cuidado y, a menudo, con materiales reutilizados de templos paganos. Los mejores ejemplos se encuentran en Túnez y datan de la reconquista bizantina. Con la excepción de los santuarios de nave única, como Batna y Tabia, la basílica africana de planta basílical está cubierta con carpinteria sobre huecos muy amplios, con naves múltiples con apoyos en columnas a veces desdobladas o en pilares donde la arcada es la regla en Cartago-Dermesch[59]​ y en Henchir-Goussa. Tras un incendio, Santa Salsa cerca de Tipasa pasó de tres a cinco naves y en la gran basílica de Tipasa hay siete.

Los detalles constructivos dan fe del parentesco con los edificios de Oriente y se encuentran tribunas en la basílica de Tébessa, un vestíbulo o nártex entre dos tocones de torres en Morsott y Tipasa, un contra-ábside frente al coro con entradas laterales en Mididi y Feriana.[60]

En el siglo VI en Andalucía, los detalles de construcción de los edificios de Oriente presentes en África oriental: el contra-ábside acondicionado en el muro frente a la cabecera se encuentra en las basílicas de Alcaracejo, Vega del Mar de San Pedro Alcántara, de Casa Herrea de Mérida.[61]

En Egipto los cristianos utilizaron los templos abandonados y en Dendera se llevo a cabo en el siglo VI un interior cristiano en una sala del templo de Hathor.

La prosperidad de Siria en los siglos V y VI favoreció la construcción de iglesias, que se parece mucho y son del mismo tipo basílical que las que aparecieron al final del siglo IV en el norte del país. Luego, en el sur de Siria, se adaptaron sus métodos de construcción al mismo tipo de planta. Aunque todas esas iglesias están en ruinas, su belleza radica en la precisión del ensamblaje de las piedras como en la bóveda de la iglesia de Kfer, en Ruweiha I, en la iglesia Sur, en Santa María de Cheith Sleimân y en el uso de un arquitrabe en lugar de los arcos. La iglesia de Karab Chem es estrecha y esbelta con muchas aberturas en la fachada.

En El-Bura, El-Hosn, se encuentra un tipo de basílica, larga y estrecha, con columnas interiores a ambos lados del ábside y de la entrada principal, con dos habitaciones conectadas por pórticos, que será imitada en Ereruk en Armenia.

Los diseñadores del siglo VI mejoraron los procesos técnicos y la expresión plástica de las fachadas antiguas. La capilla añadida en el siglo VI a la iglesia de Simkhar ofrece un ejemplo de fachada reorganizado con un portal con festones de un efecto bastante barroco.

Desde el siglo V al siglo VI, se buscaba la regularidad y se tendió hacia el aislamiento de las iglesias que estaban a menudo integradas en un conjunto construido para hacer de ellas un monumento. Todas las plantas muestran iglesias similares, con el mismo coro tripartito y las mismas tres naves. Las más arcaicas largas y estrechas tienen columnas bastante próximas entre sí como en Ruweda I, donde están unidas por arcos y coronados por una claristorio.

En los tipos más avanzados, las columnas fueron reemplazadas por pilares en tau, aumentando la distancia entre ellos desede los tres a cuatro metros, a siete y nueve metros. La iglesia de Bizzos en Ruweha II y la de Qalb Lozeh son, por tanto, similares a las iglesias puramente bizantinas de la misma época, en la que hay una cúpula en el centro de la nave. En las basílicas sirias del siglo VI, esa cúpula falta y las naves son más largsas y más estrechad que en los logros bizantinos. Qalb Lozeh, con un ábside único saliente, un nártex y dos torres cuadradas presentes en el lado de la entrada, tiene un aspecto que anticipa las futuras basílicas románicas y góticas.

Es posible que el prestigio de Constantinopla tocara a los diseñadores sirios, y la desaparecida pero estudiada basílica de Turmanin fuera la obra maestra de este tipo de construcción. Se puede señalar el papel, bajo Justiniano, de los arquitectos y trabajadores de Constantinopla, incluido Isidoro el Joven, uno de los diseñadores de Santa Sofía en Siria y quizás en la supuesta catedral de Resafaet Qasr ibn Wardan.[62][63][64][60]

Ruweiha I

Ruweiha II

Fachada, Qalb Lozeh

La creación de la Nueva Jerusalén de Constantino fue seguida por las emperatrices teodorianas y finalmente por Justiniano y sus contemporáneos. En los siglos V y VI, la influencia del arte cristiano tuvo que ser importante, e incluso en Italia, se observaba la influencia de los santuarios cristianos de Palestina. Allí se encuentran muchas memoria que a veces tienen una conexión con las basílicas. En ese momento en Palestina, tras el cierre de los templos paganos, solo quedaba la arquitectura religiosa de judíos y cristianos. Las sinagogas y basílicas no hicieron más que adaptar la sala de la basílica helenística a sus necesidades. La influencia de los edificios judíos no se extendió a los grandes monumentos cristianos, pero para los pequeños edificios locales como las memoria, los diseñadores cristianos debieron tomar prestamos de las sinagogas.

La iglesia de la Multiplicación de El-Tabgha se erigió alrededor de la piedra de la Multiplicación de los panes y los peces. Esa piedra fue encastrada frente al altar, a la entrada del coro y delante del muro del fondo, y se dispuso un transepto sin saliente lateral probablemente para ensanchar el espacio frente a la reliquia.

En Gerasa, la catedral conserva la escalera y la puerta de entrada y se ha preferido realzar las columnas de arquitrabes más que los arcos. La iglesia de los Santos Pedro y Pablo tiene tres ábsides en la masa sólida de una cabecera plana que anuncia el modelo adoptado por la arquitectura carolingia tres siglos después. La iglesia más tardía de Génésius, construida alrededor de 611, ofrece un esbozo de transepto delante del ábside y el coro está separado de la nave por un cierre transversal.

La historia de la arquitectura cristiana en Mesopotamia distingue dos regiones. En la Mesopotamia media alrededor de Bagdad, la noción de iglesia está ligada a la de basílica con su planta rectangular alargada, las dos filas de columnas que siguen los muros laterales y el principio de la yuxtaposición de la sala con tres tramos y una cabecera tripartita. Su interpretación por los constructores locales se asemeja a los palacios sasánidas a los que los maestros cristianos debieron más que a los arquitectos de la Siria vecina. Los cristianos tomaron prestados los principios del techado: bóvedas de cañón, semicúpulas y calotas enteras. Hay edificios sin fecha anteriores a 640 en Ctesifonte y Al-Hirâh.

En las regiones del norte de Mesopotamia, Nisibis, Edesa, Amida, Melitene, ya no aparecen aportes persas pero se siente la influencia de Siria y Palestina. En Hah, la Iglesia de la Virgen (al-Hadra) tiene una elevación en triconque sostenida por arcos dobles que dividen la cobertura de la nave en tres bóvedas, una cúpula y dos medias cúpulas. Pero en Salah o en Qartamin, los ábsides laterales y la división en tres bóvedas desaparecen. La catedral de Santa Sofía de Edesa, de finales del siglo VI, se es conocida por una descripción con una planta central y una cúpula que mostrarían la influencia de la arquitectura contemporánea en Constantinopla.[65]


Gerasa, catedral

Gerasa, escalera de la catedral

Gerasa, catedral

En esta provincia, importante para la historia de la arquitectura cristiana, se encuentran varios grupos distintos que no son la manifestación de un único y mismo arte de Asia Menor. La variedad de versiones es característica y los arquitectos de las ricas ciudades del sur de Asia Menor fueron más inventivos e innovadores que sus colegas de Siria.

Un primer grupo de iglesias se puede encontrar en las antiguas provincias de Cilicia y de Isauria y en la vecina Capadocia. La catedral de Korykos de Isauria es el tipo más difundido. Las naves, con sus dos hileras de arcos sobre columnas, están precedidas allí por un nártex y el ábside es octogonal en el exterior como en Constantinopla. Una segunda iglesia, extramuros, es una basílica con un transepto, dos locales con absidiolos flanqueando el ábside principal. También en Korykos, una iglesia con un martyrium ofrece una bóveda de lechos superpuestos de piedra, y la cabecera se desvía de la regla añadiendo locales a los tres ábsides. Este edificio muestra la libertad tomada por los arquitectos del siglo V para interpretar las funciones que tienen que tratar.

En Frigia hay dos basílicas del siglo V en Hierápolis, una de ellas corta y ancha precedida por un nártex, un atrium y un ábside con cinco lados. Meriamlik, una ciudad cercana, conserva las ruinas de varios santuarios y la basílica subterránea de Santa Eufemia, famosa en la Antigüedad. En Cilicia, Ak Kala permite observar desde el siglo V un proceso de abovedamiento regional hecho de pareamiento aparejado con mucho cuidado ocultando las bóvedas hechas de escombros de piedra y cemento. Esta técnica se encuentra en el siglo VI en Dag Pazarli. El monasterio de Alahan Monastir o Koça Kalessi, también en Cilicia, tiene tres iglesias con un patio y monumentos funerarios que datan de alrededor de 450. Lase, la más interesante, tiene un coro tripartito de tipo sirio precedido por un rectángulo central cuyos lados se prolongan por arcadas. Un elemento transversal con un arco grande y dos pequeños corta el espacio entre el rectángulo central y el muro de entrada. En alzado, las trompas de las esquinas de la torre parecen ser peculiaridades regionales que se encuentran en las torres de la cabecera de la basílica de Resafa-Sergiopolis.[60]

Monasterio de Alahan, trompa de esquina de la torre

Alahan, abside lateral

Alahan, ábside

Resafa-Sergiopolis, nave con la exedra

En esta región de Grecia, el norte de los Balcanes, el oeste de Asia Menor y Constantinopla, la centena de monumentos en Grecia y en las provincias balcánicas del Imperio están más cerca de las de la costa egea de Asia Menor que las de la Anatolia oriental. Las excavaciones de Efeso y de Filipos muestran que la arquitectura propiamente bizantina se forma, a partir del siglo IV partiendo de la propia tradición propia en la región del Egeo.

En Éfeso, la iglesia Episcopal se instala desde el siglo IV en un gimnasio del siglo II. Al utilizar sus pórticos, se le daba el aspecto de una basílica de tres naves con techumbre de carpinteria. Las transformaciones siguientes de este famoso edificio reflejan la revolución de la arquitectura religiosa bajo la influencia de Constantinopla, en el siglo VI en esta región. El basílica cemeterial de los Siete Durmientes de Éfeso en 451, con una sola nave y bóveda de ladrillo parece reflejar las iglesias con cúpulas que se forman en Constantinopla en el siglo VI.

En el mar Egeo, las basílicas de Corinto y de Epidauro son quizás del siglo IV, en Grecia y en las islas, las plantas son muy estables, con tres naves, dos arcadas que las separan, un ábside semicircular proyectada al exterior, un nártex y una cubierta con carpintería de madera. Las cabeceras son variadas y adaptadas a las diferentes necesidades prácticas y exigencias estéticas. Epidauro tiene un transepto sin salientes laterales, Filipos tiene una nave lateral acodado desarrollado por la basílica de Demetrios en Salónica. Doumetios en Nicopolis tiene un transepto francamente despojado y Dodona en Epiro tiene en las proyecciones laterales del transepto, la forma de ábsides que le dan a la cabecera una forma de triconque. En Atenas, en la basílica de Illissos, cuatro pilares marcan la ubicación de una especie de ciborium. En Constantinopla, antes del reinado de Justiniano, las iglesias eran similares a las de la zona del Egeo. Junto con la de Top Kapi Sérail, existen otros cimientos de edificios con naves anchas y cortas en la plaza Bayazid, pero la más famosa es la Iglesia de San Juan del monasterio de Stoudion. En la actual Santa Sofía, las excavaciones han revelado una fachada con pórtico coronada por un frontón, a la manera de un templo clásico.[66]

En el siglo VI, Justiniano llevó a Bizancio y a su región una transformación radical de la arquitectura religiosa, que es un aspecto esencial del arte bizantino. En 532, después de la revuelta de Nika y del incendio de Hagia Sophia, Justiniano decidió reconstruirla con gastos y materiales colosales llegados de todo el Imperio. Lo esencial de esta arquitectura sobre planta cuadrada es la gran cúpula central y los pilares, arcos y bóvedas secundarias que la sostienen. Los esfuerzos horizontales son absorbidas por un cinturón metálico y una carga significativa de los muros periféricos.

Bajo Justiniano, varias iglesias de la ciudad fueron reconstruidas a partir de los principios arquitectónicos de Hagia Sophia. La Iglesia de los Santos Apóstoles de planta cruciforme dividida en seis elementos cuadrados cubiertos con una cúpula. Saints-Serge-et-Bacchus es rectangular coronado con una cúpula de ladrillo que descansa sobre ocho pilares que engendra una sala octogonal. Iglesia de Santa Irene de Constantinopla, tiene una cúpula sobre un cuadrado que precede al ábside y la nave corta y ancha está cubierta con una bóveda cuya forma se desconoce.[67]


En Filipos, dos iglesias de lado a lado con plantas similares muestran un edificio de carpinteria del siglo V y otro del siglo VI coronada por una cúpula. Se puede ver ahí el paso entre las dos técnicas. En Bulgaria, en Pirdop, se derribó el coro de la basílica para construir una cúpula de ladrillo con sus propios apoyos, lo que muestra la voluntad de cubrir las iglesias con cúpulas, incluso sin modificar el resto del edificio. [68]


La influencia del hogar creativo de Constantinopla, si no es fácil de definir, se puede encontrar en Serbia en Konjuh, en Grecia alrededor de Salónica en la iglesia de Santa Sofía, en la isla de Paros. En la costa adriática del mar Egeo, en Éfeso, la iglesia de San Juan y la de la Virgen María son dos excelentes ejemplos. Las demás provincias del mundo mediterráneo se han mantenido ajenas al desarrollo de este arte monumental nuevo.[60]

Santa Sofía, Constantinopla

Iglesia de Santa Irene, Constantinopla

Santos Sergio y Baco, Constantinopla

Santa Sofía, Salónica

De esta forma la basílica cristiana pasó a la utilización para un solo ritual, al contrario de la basílica civil romana que había tenido diversos servicios públicos. Uno de los modelos que se cree fue más utilizado para el origen de la basílica cristina, fue la basílica civil de Constantino de Tréveris, realizada en el año 310 con un espacio rectangular y un gran ábside semicircular que albergaba el trono del emperador romano. Se construyó con las piedras de edificios más antiguos, y no constituía un edificio aislado, sino que en la época de la Antigüedad tardía formaba parte del recinto del palacio imperial: los vestigios de los edificios adyacentes se pusieron al descubierto en los años ochenta y hoy todavía son visibles. Algunos rastros de yeso que cubrían los ladrillos de origen así como algunas características antiguas se conservaron a la altura de las aberturas de las ventanas.[25]

Por estos mismos años promovió Constantino la edificación de la Basílica de San Pablo Extramuros sobre la tumba de san Pablo, que fue enterrado después de haber sufrido martirio en una amplia necrópoli que ocupaba toda el área de la basílica y de la zona que la rodea. En su tumba se construyó un edículo, cella memoria, a lo largo de la Vía Ostiense. Sobre este lugar y por motivo del terreno, la construcción de la basílica quedó un poco más pequeña que la del apóstol san Pedro, con sólo tres naves, hecho que se subsanó en el año 386 cambiando la orientación y construyendo una iglesia mucho mayor con cinco naves y con transepto, pero dejando el altar sobre la tumba del santo, como era costumbre, como la dedicada a san Pedro. El papa Siricio I consagró el edificio. Esta basílica se destruyó en un incendio del año 1823, salvándose el ábside, altar y la cripta donde se encontraba el cuerpo de san Pablo, siendo el resto totalmente reconstruido.[69]

Santa Inés Extramuros fue construida en el año 324 sobre las catacumbas de la Vía Nomentana donde se encontraba enterrada dicha santa, la basílica es mucho más pequeña que la de san Pedro y la de san Pablo y está semisubterránea, tiene tres naves y en la parte superior de las laterales la galería para las mujeres. Las columnas de separación de las naves son de diferentes mármoles con diversos colores. En el ábside se conservan mosaicos provenientes de una reconstrucción realizada por el papa Honorio I a mediados del siglo VII, en el que hay representadas tres figuras aisladas en el centro santa Inés y a sus lados los papas Símaco y Honorio I, con un fondo dorado típico ejemplo de la influencia bizantina en esta época romana.[70]

Constantino también contribuyó a la construcción de otras iglesias en Tierra Santa, la de la Natividad en conmemoración del nacimiento de Jesús en la ciudad de Belén y en Jerusalén la del Santo Sepulcro para honrar la tumba de Cristo, donde el propio emperador había dado instrucciones para conseguir que este templo fuera «la basílica más bella de la tierra».[50]

Llamadas también como el periodo de «renacimiento Sixtino», por ser las construcciones más conocidas las realizadas bajo el mandado del papado de Sixto III.[71]

Sobre una iglesia precedente, erigida según la tradición, por el papa Liberio I hacia el 360, el papa Sixto III (432-440), ordenó la construcción de una iglesia dedicada al culto de la Virgen, poco después de haberse afianzado el dogma de la maternidad divina en el Concilio de Éfeso (431). La Basílica de Santa María la Mayor, fue una en la que se utilizó el resurgir o renacimiento de las formas más clasicistas, tiene planta de tres naves y una columnata jónica adintelada y de fuste liso, las pilastras en la zona de claraboyas son de un estilo más refinado que en las anteriores basílicas, es la que representaba mejor los nuevos cambios del estilo paleocristiano. En su interior una de las obras principales es el espléndido ciclo de mosaicos sobre la vida de la Virgen, que data del siglo V y que muestra aún las características del estilo del arte romano tardío. Unos diez años antes se había empezado a construir sobre el Monte Aventino una pequeña basílica dedicada a Santa Sabina en la que se aprecian unas proporciones más armónicas y la elegancia de diversos detalles como los bellos capitels de las columnas corintias reutilizadas de un templo anterior de la diosa Juno. Siguiendo las características de la arquitectura paleocristiana, Santa Sabina presenta unos muros totalmente lisos construidos con ladrillos, sin contrafuertes, ya que el techo es de madera y, por tanto, poco pesado. Lo único que destaca en el exterior es la hilada de ventanales de arcos de medio punto.[71]

Las catedrales de los obispos forman conjuntos de varios edificios cultuales importantes, a los que se añaden edificios seculares con, como núcleo, un palacio reservado para el obispo y a la residencia del obispo. Los restos de los palacios de Letrán, de Salone (en Dalmacia), de Side (en Panfilia), de Gerasa y de Bosra[72]​ (en Palestina), de Djemila (en África del Norte), permiten conocer al menos las plantas.[9]

En Rouen, en la basílica de Victrice del final del siglo IV se agregó un primer santuario en el emplazamiento de la actual catedral.[73][74]​ En Lyon, el grupo episcopal de la Alta Edad Media estaba formado por un baptisterio y dos iglesias, una de las cuales se encuentra bajo la catedral de Saint-Jean. En Nantes, Grenoble, Reims y Narbona, el descubrimiento de baptisterios sugiere la presencia de un santuario en la misma zona.

En Trier, el grupo episcopal tiene dos basílicas paralelas con atrio, estando el baptisterio de 18 m de lado entre los dos edificios para una longitud de todo el grupo de 160 m por 100 mde anchura.[75]

En Argelia, Túnez y Tripolitania, había en el siglo III ya un gran número de obispos debido a una vida municipal muy activa. 300 basílicas cristianas están excavadas e identificadas, pero solo cuatro grupos de catedrales son ciertas: Tipasa, Djémila, Sbeitla et Sabratha y son posibles una treintena más.[76]

Ginebra Al final del siglo III, después de las migraciones germánicas, Ginebra cambió de estatuto y el nuevo puerto permitió encaminar bloques de materiales tomados de los antiguos edificios abandonados de Nyons. Se utilizarán para construir un recinto en la colina que se niveló en varias terrazas para construir importantes edificios.

Al norte se implantó la residencia de un poderoso habitante de la ciudad con piso, habitaciones con calefacción y probablemente un lugar de culto reservado para los primeros cristianos. Se autorizó la destrucción en parte para construir una iglesia.

Este primer santuario de mitad o del tercer cuarto del siglo III es de planta irregular ya que se estableció en los edificios existentes. Se accede a la entrada por un pórtico que conduce a los anexos adosados al coro. Al sur, una pieza rectangular tiene un piso de mortero y de baldosas particularmente cuidado. Luego, al este de este edificio se agrega un ábside sobrepasado. Las trazas pueden evocar la presencia de un baptisterio.

Esta primera iglesia va a definir una nueva organización urbana de Ginebra.

Al principio del siglo V, se constituye el grupo episcopal cuyo baptisterio parece marcar el centro. Este grupo incluye dos catedrales a cada lado de un atrio, la residencia del obispo con su capilla y salas de reuniones. El conjunto se completa con las viviendas de los eclesiásticos. La Iglesia Norte está destinada a los oficios y al encuentro de los fieles y la Sur a las lecturas y a la enseñanza de los catecúmenos.

La catedral Sur retoma las proporciones de la primitiva Iglesia Norte, pero los acondicionamientos litúrgicos son más complejos. El ambón poligonal con su acceso está protegido de los fieles por una barrera al igual que en el este la zona del presbiterio. Completan esta iglesia sacristías y salas de reuniones. Se construye un nuevo baptisterio con una corona de columnas pero se adapta mal a las construcciones existentes; luego un atrio que utiliza el pórtico de la catedral Norte conectaba los tres edificios.

A principios del siglo VI, se hicieron transformaciones con la construcción de un nuevo ábside de grandes dimensiones y de un coro con una abertura de ocho metros que termina en una nave muy estrecha.

Después del año 500 y de la guerra de los reyes burgundios Gondebaud y Godegisèle, se construyó una tercera catedral con un coro con tres ábsides sobre una planta asimétrica causada por la conservación del baptisterio existente. La gran sala sur de recepción del obispo se unió al coro. En el período carolingio, el baptisterio fue destruido para ampliar la nave y el año 1000 marcó el abandono de las dos catedrales primitivas . [77][78]

Cimiez

En Cimiez cerca de Niza, las Termas romanas de Cimiez fueron abandonadas en la segunda mitad del siglo IV y se utilizan para residencia. Al principio del siglo V, el primer obispo de Cimiez, san Valentín, presente los concilios de 439 y 442, instaló el grupo episcopal en los baños de las mujeres. Comprendía la iglesia, el baptisterio y sus dependencias. La residencia del obispo se encontraba al norte de los baños termales. La basílica está construida sobre los muros paganos con materiales reutilizados y las columnas de las termas del norte se utilizaron para la construcción del baptisterio.

La iglesia orientada tiene una única nave cubierta con una carpintería de madera y ocupa la totalidad de las cuatro galerías de los baños de mujeres, cuyos tabiques fueron demolidos. Dos sacristías, con la del sur dotada de cátedra, están a cada lado de la nave. El baptisterio con sus dependencias, el vestuario y la sala de abluciones es una sala rectangular con una rotonda central rodeada por un pasillo lateral que descansa sobre cuatro pilares macizos. La poca profundidad del estanque, cincuenta centímetros, muestra que el bautismo se celebra por efusión y no por inmersión.[79]

Poreč

El grupo paleocristiano de Parenzo (Poreč), con su basílica está sobre el emplazamiento de una casa privada convertida en el siglo III en domus ecclesiæ y, en la misma época, se construye al lado un baptisterio. A principios del siglo IV, la domus se transformó en ecclesiæ y recibió las reliquias de san Mauro, que le dieron una gran importancia. La iglesia actual fue construida a mediados del siglo VI por el obispo Euphasius, cuyo nombre conserva. Añadió un atrio con un baptisterio más allá del modesto nártex de la basílica y construyó un monumental palacio episcopal entre el atrio y el mar, y luego una capilla al noreste de la basílica. El primer complejo está formado por tres salas paralelas contiguas entre sí y dispuestas a lo largo de un eje Oeste-Este. La sala central, de 20 m de longitud por 8 m de anchura, comporta una sola nave y actúa como iglesia. La sala Sur, aproximadamente del mismo tamaño que la central, está dividida en dos y la del Norte, de 20 m de longitud, es tripartita con una pila de baptisterio en una sala, probablemente un vestuario y la zona de catecumenos en las otras salas.

La iglesia actual del siglo VI comprende tres tramos, un ábside central y dos ábsides laterales menos profundos. Las columnas de la nave están conectadas por arcadas decorados con estuco con restos de pintura policromada. Todas las construcciones están ricamente decoradas con mosaicos, alabastro, mármol, nácar y estuco en el espíritu de lujo del reinado de Justiniano.[28][80][81]


El atrium

La nave

Arcades en estuco

El abside

Salone

Salone era la capital provincial y sede de la archidiócesis de Dalmacia. Las primeras adaptaciones de edificios existentes a las necesidades de la liturgia cristiana y para lograr la creación del grupo catedralicio se iniciaron al final del siglo III o el comienzo del siglo IV. Una Domus con una pequeña instalación termal fue adaptada y transformada en oratorio y los edificios paleocristianos del grupo episcopal probablemente hayan sucedido a casas y complejos de baños privados. Una primera iglesia primitiva se encuentra debajo de la iglesia Sur de la primera iglesia gemela. Al final del siglo IV o el comienzo del V, los obispos construyeron una catedral doble cuyas dos iglesias paralelas se comunican solo por un largo vestíbulo que se convierte en el eje del desarrollo del conjunto. Es posible que la sala de audiencias y una casa de baños del obispo estuviesen al oeste de este vestíbulo.

En el siglo VI muchas modificaciones cambiaron la apariencia y el funcionamiento del grupo episcopal. La basílica del sureste fue arrasada y reemplazada por una iglesia cruciforme. Sobre el emplazamiento del anexo rectangular se construyó un baptisterio de planta central, octogonal en el exterior y circular en el interior. Para embellecer e imponer el conjunto de la catedral, los obispos y notables construyeron iglesias dentro y fuera de la ciudad, que embellecieron con el desarrollo de vías urbanas.[82]

Aradi El grupo episcopal de Aradi (Sidi Jdidi, Túnez) donde el conjunto monumental que se propone identificar como tal está compuesto de cuatro islotes, dos de los cuales tienen iglesias del siglo V precedidas por un patio cuadrado, rodeado de 'anexos y provisto de un sistema de acceso indirecto. Las iglesias son similares con las mismas pequeñas dimensiones, de tres naves con cinco tramos . Con una cabaecera plana, cada una tiene un ábside con dos piezas yuxtapuestas, las de la derecha están ocupadas por el baptisterio. Sus entradas laterales en el eje de las naves laterales liberan la nave principal reservada para la liturgia y los movimientos del clero.

Entre los islotes eclesiales, un tercero se intercala con funciones domésticas vinculadas a la transformación de los productos patrimoniales de la tierra: un molino de grano, amasadora, horno de pan. El cuarto islote formado por una casa de bloque de dos plantas está ocupada en la planta baja por la prensa del vino, el almacén de ánforas y un pequeño establo. Una escalera conduce al piso residencial.[83][84]

La función de estos edificios exentos y cercanos a un templo, por lo general de planta circular, aunque los había también octogonales, correspondía a la administración del bautismo por inmersión, por lo que en su centro siempre se situaba una gran pila bautismal, pues en aquella época este sacramento se celebraba en personas adultas y por inmersión completa. Su cubierta solía ser una cúpula y estaban ornamentados con mosaicos y pinturas.[85]

El papa Sixto III (434-440) fue impulsor de la construcción de obras sobre edificios anteriores, como sucede con este baptisterio de Letrán edificado sobre una antigua estructura circular de tiempos de Constantino hacia el año 312, junto a la archibasílica de San Juan de Letrán. Constituye uno de los mejores ejemplos de planta centralizada levantados en el siglo V, convirtiéndose en modelo para otros baptisterios.[86]​ El edificio reconstruido por el papa Sixto III es de planta centralizada con forma octogonal. Este centro está rodeado por un deambulatorio con ocho columnas de pórfido —procedentes de otros edificios derruidos—, sobre el que se encuentra el triforio. Todavía en los dobles ábsides del vestíbulo, se pueden apreciar restos de un mosaico con decoración de pámpanos entrelazados. El papa Hilario (p. 461-468) realizó las capillas dedicadas a san Juan Bautista y san Juan Evangelista.[87]

Ambos baptisterios se encuentran en la ciudad de Rávena capital del Imperio romano en el siglo V y han sido inscritos por la UNESCO en la lista del Patrimonio de la Humanidad de 1996 entre los monumentos paleocristianos de Rávena.[88]​ De todos estos edificios los dos baptisteriors se creen que son los de construcción más antigua. antiguos.[89]

El baptisterio Neoniano según la evaluación de ICOMOS: «Es el mejor y más completo ejemplo superviviente de un baptisterio de los primeros tiempos del cristianismo» que «retiene la fluidez en la representación de la figura humana derivada del arte grecorromano.» El mismo organismo en la evaluación para el baptisterio Arriano dice: «La iconografía de los mosaicos, cuya calidad es excelente, es importante porque ilustra la Santísima Trinidad, un elemento un poco inesperado en el arte de un edificio arriano, dado que la Trinidad no era aceptada por esta doctrina».[90]


Baptisterio Neoniano

Baptisterio Arriano

Cúpula del Baptisterio Neonianno

Cúpula del Baptisterio Arriano


Uno de los baptisterios, el llamado Neoniano, estaba destinado para los ortodoxos y el otro para los arrianos, este último lo mandó construir por el rey Teodorico el Grande a finales del siglo V. El año 565 después de la condena del culto arriano, esta estructura fue convertida en oratorio católico con el nombre de Santa María. El Baptisterio Neoniano u ortodoxo fue construido por el obispo Neone. Ambos tienen la planta octogonal, la más usada en casi todos los baptisterios del arte paleocristiano, por su simbología de los siete días de la semana más el día de la resurrección, relacionando así el número octavo con Dios y la Resurrección, encontrándose la pila bautismal en el centro de la planta. Fueron construidos por la parte del exterior con ladrillos casi sin ornamentación y en el interior sus muros están revestidos de ricos mosaicos y también en la cúpula donde se representa en ambos edificios, en el centro, la escena del bautismo de Jesús en el río Jordán por san Juan Bautista y en su entorno se encuentran los doce apóstoles.[91]

El baptisterio está en el corazón del dispositivo episcopal el elemento fundamental, el lugar de paso entre lo profano y lo sagrado, la pertenencia a la comunidad cristiana. Se puede entender los ritos de paso del catecúmeno cristiano en la basílica patriarcal de Aquilea del siglo IV.[92]​ El futuro cristiano pasa en la sala Sur cubierta de mosaicos, del que una sección transversal en el fondo muestra la historia de Jonás tragado por la ballena, escupido y luego durmiendo. Simboliza el bautismo, antes, durante y después de convertirse en otro hombre. Tras este paso de reflexión y la inmersión en el baptisterio, el nuevo cristiano era acogido por la comunidad cristiana y podía asistir a la Eucaristía en la sala Norte. En el grupo catedralicio de Salone más tardío, los catecúmenos accedían desde el exterior por un nártex en una sala de recepción, luego pasaban a una segunda sala con bancos ubicados en el pasaje del obispo, luego a otra pequeña sala con bancos y finalmente ingresaban en la pila. Los nuevos cristianos hacían una estación frente a un nicho en el baptisterio y accedían a la basílica para seguir la celebración de la Eucaristía.

Jonás escupido por la ballena y luego durmiendo, Aquilée

Estanque del baptisterio de Kelibia



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