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Fablas



Indoeuropeo
  Itálico
    Romance
     Romance occidental
      Occitanorromance

El aragonés es una lengua romance de la península ibérica, hablada actualmente por unas 8.788 a 12.000 personas, según datos de 2011 y 2017,[1][3]​ en zonas del norte de Aragón, donde tiene estatus de lengua propia. También se le denomina altoaragonés o fabla aragonesa. Se habla principalmente en el norte de la provincia de Huesca, en las comarcas de La Jacetania, Alto Gállego, Sobrarbe y la parte occidental de Ribagorza, aunque se habla también, algo castellanizado, en otras comarcas de la zona.

Las variedades más orientales (como las del valle de Benasque) tienen características de transición con el catalán. No existen datos sobre el uso de la lengua entre los hablantes que han emigrado a comarcas no aragonesófonas. Asimismo, existe un número indeterminado de neohablantes que han aprendido el aragonés en un intento por impulsar este idioma amenazado de extinción.

Algunos ejemplos del aragonés ansotano recogidos por Jean-Joseph Saroïhandy, junto con una traducción al castellano son:[4]

La denominación formal más común de la lengua es aragonés, nombre con el que se la conoce local e internacionalmente. Al estadio medieval se le llama navarroaragonés, aunque la filología moderna hace distinción entre los romances medievales navarro y aragonés.

Fabla aragonesa, o simplemente fabla, es otra denominación popularizada en el último cuarto del siglo XX que es empleada en los dialectos occidentales del aragonés (documentada en Hecho, Ansó, Ayerbe, Luesia y Uncastillo).

También es posible encontrar la denominación altoaragonés como sinónimo, pero su uso actual es minoritario.[5][6]

Durante algún tiempo la lengua fue conocida legalmente en Aragón como Lengua aragonesa propia de las áreas pirenaica y prepirenaica, debido a la aprobación de la ley de lenguas en Aragón de 2013, durante el gobierno del Partido Popular en la comunidad.

Es común la denominación de la lengua mediante los nombres de las diferentes variedades locales.

Bloque occidental

Bloque central

Bloque oriental

Bloque meridional

Dialectos de transición


La clasificación más aceptada establece cuatro grupos, dentro de los cuales se clasifican las diferentes variedades:

Popularmente, la falta de referentes lingüísticos claros y una diglosia multisecular han favorecido la falta de conciencia unitaria entre los hablantes de la lengua aragonesa y, en las zonas donde el dialecto propio se ha conservado mejor, los hablantes suelen utilizar nombres locales. Por ejemplo:

Existen algunos dialectos del aragonés en los valles del Pirineo axial, una variedad con rasgos más general en el Somontano (más castellanizada) y formas de transición entre ambas.

Las hablas más orientales del dialecto ribagorzano, junto con las más occidentales del catalán ribagorzano, pueden considerarse una variante romance de transición, compartiendo características con el catalán y con el aragonés.

El aragonés forma parte del continuo dialectal que enlaza la mayoría de los romances vernaculares en Europa suroccidental. Aparece como un romance puente entre los dominios lingüísticos de las lenguas occitano-romances y de las lenguas iberorromances. Un estrato [aclaración requerida] más antiguo muestra la presencia de elementos galorrománicos, que han sido sustituidos en época más reciente por otros iberorrománicos. El aragonés presenta variadas afinidades con el gascón y el catalán, más acentuadas en el pasado pues en la actualidad ha perdido muchos de los elementos que lo unían con los romances vecinos, y hoy quedan solo en forma de reductos dialectales en el Alto Cinca.[7]

Ethnologue clasifica el aragonés junto al mozárabe, postulando un hipotético grupo pirenaico-mozárabe, clasificación discutible ya que el mozárabe tiene evoluciones fonéticas peculiares no compartidas ni por el aragonés ni por ninguna otra lengua romance de la península.

Aunque algunos lingüistas clasifican al aragonés en el grupo de lenguas iberorromances, el aragonés presenta unas divergencias que lo separan de los romances del oeste peninsular (castellano, astur-leonés y gallego-portugués), relacionándolo más con el catalán y el occitano (especialmente el occitano gascón), y con el resto de la Romanía en general. Un ejemplo es el caso de la conservación de las partículas pronominalo-adverbiales ibi/bi/i y en/ne. En su léxico elemental, el aragonés también cuenta con un porcentaje superior de vocablos más cercanos al catalán (especialmente el catalán occidental) y al gascón, que no pasa con el castellano, aunque eso depende también de la variedad de aragonés. Así pues, se presupone un origen occitanorrománico con la posterior castellanización.[7]

Así pues, el aragonés occidental no comparte ya tanto léxico con los vecinos orientales como lo hace el central o el oriental.

Como consecuencia, el aragonés moderno es un idioma romance posicionado entre el conjunto occitanorománico y el iberorromance, haciendo de puente entre el castellano y el catalán, pero también en muchos casos entre el castellano y el gascón. El hecho de compartir con el gascón y el catalán noroccidental (y en ocasiones con el vasco) una serie de vocablos exclusivos provenientes del latín, pone también al aragonés en un subgrupo llamado en ocasiones pirenaico. A su vez, su arcaísmo en algunas ocasiones lo acerca al asturiano frente al castellano.

Estas clasificaciones hacen que el aragonés pueda aparecer como el más sudoccidental de las occitanorromances, pirenaicas y galorromances o a veces como el más oriental de las lenguas iberorromances (cuando no se incluyen el catalán o el occitano).

Los fonemas están entre barras oblicuas / /, los alófonos de un fonema están entre corchetes [ ], la notación ortográfica está en cursiva y sigue la ortografía de la Academia del Aragonés.


Un acento gráfico (á, é, í, ó, ú) indica una posición irregular del acento tónico.

Algunos rasgos históricos del aragonés comparados con los de otras lenguas (abreviaturas usadas: esp = español; cat = catalán; occ = occitano; port = portugués; galport = galaico-portugués; ast = asturleonés; gal = gallego; "moz" = mozárabe):

Los posesivos tienen función determinativa cuando van precedidos del artículo definido. El sustantivo determinado puede encontrarse en mitad de la combinación:

En ocasiones no hay artículo:

Con algunos sustantivos referentes a parientes cercanos, se emplea también la forma corta del posesivo, que no va acompañada de artículo:

El aragonés, como muchas de las lenguas romances pero a diferencia de las iberorromances, conserva derivados de las formas latinas INDE e IBI en las partículas pronominoadverbiales: en/ne bi/hi/hie (castellano antiguo y francés en, y; catalán en, hi).

La combinación común en aragonés de los pronombres personales de tercera persona de complemento directo e indirecto sólo distingue el número en el indirecto (li/le; lis/les) pero los dos géneros y números se reducen a una sola forma (en/ne) en el directo.

Esta forma es bastante particular si se compara con la de las lenguas vecinas, en las cuales o bien no hay distinción de género y número en el indirecto (en castellano) o bien diferencia de número y género en el complemento directo (en catalán):

Hay que tener en cuenta que existen formas en algunos dialectos aragoneses que sí tienen marcado el género y número del complemento directo. Así sucede en las formas ribagorzanas lo i, la i, los i, las i; o en las formas belsetanas le'l / le lo, le la, le's / le los, le las, comparables con las combinaciones de pronombres li'l, li la, etc., propias del valenciano actual[8]​ y presentes en el catalán antiguo.

Típicamente aragonesas son las preposiciones de movimiento entro/entra, enta y las estáticas davant, aprés, ultra y dius, que se utilizaban ya en las obras de Heredia.

Otras preposiciones son más o menos equivalentes en su uso a las castellanas y catalanas, como de, a y en. Otras tienen un uso ligeramente distinto: per, pora/pera/para, contra, dende, sobre, sin, segunt, entre, con.

A diferencia con el español, la -B- latina tiende a permanecer en más ocasiones en las terminaciones del pretérito imperfecto de indicativo en las conjugaciones segunda y tercera:

Se han propuesto diversas ortografías para el aragonés, ninguna de las cuales tiene carácter oficial:


Ej: zona, Provenza, fetz, centro, servicio, realizar, verdatz.

La variedad estándar del aragonés se está elaborando todavía, pero hay dos concepciones divergentes.

Tiene su origen en el latín vulgar que se formó en los valles pirenaicos aragoneses durante los siglos VII y VIII en un área presumiblemente de sustrato eusquérico. La lengua recibe, en su período medieval, la denominación de aragonés medieval. Recibe también entre lingüistas la denominación de navarroaragonés, por la inicial dependencia aragonesa del Reino de Navarra y su uso en la zona no vascohablante.

La Reconquista, o expansión del primitivo Reino de Aragón hacia el sur sobre tierras musulmanas, llevaría consigo el idioma por todo el territorio conquistado, siendo los siglos XIII y XIV aquellos en que abarcaría su mayor extensión. La unión del Reino de Aragón con el Condado de Barcelona en lo que sería la Corona de Aragón supuso una importante influencia mutua entre la lengua aragonesa y la lengua catalana. La Cancillería Real tendría el latín, el catalán y el aragonés por lenguas de uso, y ocasionalmente el occitano.

El principal personaje de la lengua aragonesa fue sin duda Juan Fernández de Heredia, fundador del linaje y Gran Maestre de la Orden de San Juan del Hospital de Jerusalén con sede en Rodas. Escribió un amplio catálogo de obras en aragonés y además tradujo diversas obras del griego al aragonés, por vez primera en la Europa medieval.

Con la instauración, en 1412, de la dinastía castellana de los Trastámara en la Corona de Aragón, el castellano se va convirtiendo progresivamente en la lengua de la corte y de la nobleza aragonesa. Las clases altas y los núcleos urbanos serán los primeros focos de castellanización, quedando el aragonés cada vez más relegado a lengua de ámbito rural o doméstico, y a sufrir un desprestigio social progresivo.

Los siglos posteriores al Decreto de Nueva Planta de Felipe V supondrían la implantación casi total de la lengua castellana en Aragón, donde actualmente es el único idioma oficial y la lengua familiar de la mayoría de los aragoneses.

En los años posteriores a la dictadura de Franco, el aragonés contó con una notable revitalización, que llevó a la creación de asociaciones defensoras y promotoras del idioma, a progresivos intentos de estandarización de los dialectos –así como de unas normas ortográficas consensuadas–, a una creciente creatividad artística, principalmente literaria, y a una búsqueda de su cooficialidad en varios municipios altoaragoneses. Sin embargo, y a pesar del aumento de estudiantes de aragonés y de gente concienciada con la salvaguarda del idioma, este sigue contando con muy poca ayuda por parte de las instituciones, y su estado de conservación es cada vez más precario entre sus hablantes nativos. Hoy las hablas aragonesas mejor conservadas se dan en los valles jacetanos de Hecho y Ansó (llamado Cheso), en el valle de Gistaín, en el valle de Tena — donde mejor se conserva es en Panticosa (conocido como panticuto)—, y las hablas de la Ribagorza occidental, principalmente en Benasque.

Este idioma está considerado por el Atlas Interactivo UNESCO de las Lenguas en Peligro en el Mundo como una lengua en peligro de desaparición.[9]

Se legisló sobre el uso del idioma aragonés a través de la "LEY 10/2009, de 22 de diciembre, de uso, protección y promoción de las lenguas propias de Aragón", más conocida como Ley de Lenguas de Aragón de 2009, donde se decía que la lengua aragonesa era una lengua propia original e histórica de Aragón y se daban unos derechos lingüísticos como poder usarla oralmente y por escrito en las administraciones públicas aragonesas.[10]​ Tras ella se creó la Academia de la Lengua Aragonesa, el 5 de abril de 2011.

Posteriormente, el 9 de marzo de 2013 esta ley fue derogada al aprobarse Ley de Lenguas de Aragón de 2013, creándose la Academia Aragonesa de la Lengua. Esta nueva Ley de Lenguas hace referencia al aragonés bajo la denominación de lengua aragonesa propia de las áreas pirenaica y prepirenaica.

En 2017, la Dirección General de Política Lingüística de Aragón calculó que entre 10 000 a 12.000 personas hablaban regularmente el aragonés, [1]​ y en total había unos 30.000-50.000 hablantes, incluyendo personas que lo entienden, lo hablan esporádicamente o lo hablan muy mezclado con el español. [1]​ Según un estudio de la Universidad de Zaragoza de 2011, 8.788 personas hablaban el aragonés.[11]​ En 2011, la Asociación Aragonesa de Sociología calculó que lo hablaba 25.556 personas.[12]​ De estas 25.556 personas, 17.009 declararon saber escribir en aragonés. El 30% de sus hablantes tenía más de 65 años y el 5% tenía menos de 16 años de edad.[13]

La lengua se habla principalmente en los valles del Pirineo aragonés y, con un grado creciente de castellanización, se extiende hacia el sur hasta Huesca. Las áreas en las que se conserva el aragonés clasificadas de mayor a menor vitalidad son: Ribagorza (con diversas variedades dialectales), valle de Hecho, valle de Chistau, valle de Ansó, valle de Bielsa, zona de Ayerbe, valle de Aragüés, Cinca Medio, Somontano de Barbastro, Alto Gállego y valle de Tena, Sobrarbe central, valle de Basa, ribera del Gállego y valle de Rasal, Jacetania, ribera de Fiscal, Somontano de Huesca, valle de Broto y valle de Canfranc.

Las comarcas donde pervive el aragonés son: la Jacetania, el Alto Gállego,[15]​ el Sobrarbe, la Ribagorza,[16]​ las Cinco Villas, la Hoya de Huesca, el Somontano de Barbastro, el Cinca Medio y los Monegros.

El Anteproyecto de la Ley de Lenguas de Aragón de 2001[17]​reconocía como municipios que pueden ser declarados zonas de utilización predominante de su respectiva lengua o modalidad lingüística propia o zonas de utilización predominante del aragonés normalizado a los siguientes municipios: Abiego, Abizanda, Adahuesca, Agüero, Aínsa-Sobrarbe, Aísa, Albero Alto, Albero Bajo, Alberuela de Tubo, Alcalá del Obispo, Alerre, Almudévar de Cinca, Almunia de San Juan, Alquézar, Angüés, Ansó, Antillón, Aragüés del Puerto, Ardisa, Argavieso, Arguis, Ayerbe, Azara, Azlor, Bagüés, Bailo, Banastás, Barbastro, Barbués, Barbuñales, Bárcabo, Benasque, Berbegal, Biel-Fuencalderas, Bierge, Biescas, Bisaurri, Biscarrués, Blecua y Torres, Boltaña, Borau, Broto, Caldearenas, Campo, Canal de Berdún, Canfranc, Capella, Casbas de Huesca, Castejón de Sos, Castejón del Puente, Castiello de Jaca, Castillazuelo, Colungo, Chía, Chimillas, Estada, Estadilla, Fago, Fanlo, Fiscal, Fonz, Foradada de Toscar, El Frago, La Fueva, Gistaín, El Grado, Graus, Hoz de Jaca, Hoz y Costeán, Huerto, Huesca, Ibieca, Igriés, Ilche, Jaca, Jasa, La Sotonera, Labuerda, Longás, Laluenga, Perdiguera, Lascellas-Ponzano, Laspuña, Loarre, Loporzano, Loscorrales, Lupiñén-Ortilla, Mianos, Monflorite-Lascasas, Monzón, Murillo de Gállego, Naval, Novales, Nueno, Olvena, Palo, Panticosa, Peñas de Riglos, Peraltilla, Perarrúa, Pertusa, Piracés, Plan, Pozán de Vero, La Puebla de Castro, Puente la Reina de Jaca, Puértolas, El Pueyo de Araguás, Quicena, Robres, Sabiñánigo, Sahún, Salas Altas, Salas Bajas, Salillas, Sallent de Gállego, San Juan de Plan, Sangarrén, Santa Cilia, Santa Cruz de la Serós, Santa Eulalia de Gállego, Santa Liestra y San Quílez, Santa María de Dulcis, Secastilla, Seira, Senés de Alcubierre, Sesa, Sesué, Siétamo, Tardienta, Tella-Sin, Tierz, Torla-Ordesa, Torralba de Aragón, Torres de Alcanadre, Torres de Barbués, Valle de Bardají, Valle de Hecho, Valle de Lierp, Vicién, Villanova, Villanúa, Yebra de Basa y Yésero.

El aragonés cambió con la influencia del castellano. Hubo cambios en los locativos cuando el castellano se extendió a la región tradicional del aragonés. Estos cambios reflejan las diferencias entre las lenguas con respecto a la ortografía y la pronunciación.[18]

En ciertos casos, el nombre aragonés está en cooperación con la estructura fonética de castellano. En estos casos, el nombre aragonés sobrevive en el castellano, como en el caso de Bielsa, Estada y Fago. En otros casos, la ortografía cambia para reflejar la pronunciación de la palabra, como en el caso de Alastuei o Varbenuta:[18]

En otros casos, hay una sustitución de los diptongos aragoneses /ia/, /ua/ con los diptongos castellanos /ie/, /ue/. También, hay un cambio del /a/ aragonés al /e/ castellano.[18]

Hay cambios gráficos de las consonantes, por ejemplo la consonante aragonesa <x> se sustituye por las castellanas <j> o <g>, por ejemplo en los topónimos Caixigar y Fraixen a Cajigar y Fragén. También hay sustitución del sonido /d/ por /t/ y de /b/ por /p/. Este cambio es ejemplificado en la palabra Pandicosa y Cámbol.[18]

Existe un cambio de los artículos aragoneses, |os, as, lo| a los artículos castellanos, |los, las, el|. También hay una sustitución del morfema de plural |s| del aragonés por el plural |es| del castellano y de la terminación aragonesa –au a la castellano –ado.[18]


La lengua aragonesa -también llamada navarroaragonesa en su etapa medieval- no ha gozado, a lo largo de su historia, del prestigio literario con el que cuentan las otras lenguas romances de la península ibérica.

Las Glosas Emilianenses (siglo X) son el primer testimonio escrito de la lengua aragonesa. Esta afirmación, que se opone a la que considera dichas glosas como castellanas, se sustenta en el análisis lingüístico, en los que muchos de los rasgos aparecen como claramente aragoneses. Es el caso de -it- resultante de -ct- (muito, feito), de la diptongación ante yod (uellos, tiengo), o de ciertas formas verbales, como las del verbo ser, y léxicas.

Pero no será hasta los siglos XII y XIII que el aragonés comenzará a tener mayor presencia en los documentos escritos. De este período, destacan el Liber Regum —primera historia general con desarrollo narrativo amplio en una lengua románica peninsular—, Diez mandamientos —tratado doctrinal destinado a confesores— y el Vidal Mayor, obra jurídica donde aparecen compilados los fueros de Aragón. Textos como Razón feita d'amor, el Libre dels tres reys d'orient o la Vida de Santa María Egipciaca presentan asimismo claros rasgos aragoneses.

Ya en el siglo XIV, despunta la personalidad de Juan Fernández de Heredia, humanista, historiador y autor de la Grant Crónica d'Espanya y de la Crónica de los Conquiridores, entre otras obras. Fue también quien se encargó de traducir al aragonés obras clásicas de la Antigüedad, como las Vidas paralelas de Plutarco. No obstante, el aragonés utilizado en estas obras presenta ya un claro polimorfismo, en el que aparecen castellanismos, catalanismos y cultismos.

Más aragonesa se presenta la Crónica de San Juan de la Peña, del mismo siglo, que incluye los versos prosificados de un cantar de gesta, el Cantar de la Campana de Huesca, que dataría de fines del siglo XII o principios del XIII. También se realizan otras traducciones en esta época, como la del Libro de las maravillas del mundo, libro de viajes de John Mandeville.

A partir del siglo XV, con la entrada de dinastías castellanas en Aragón, la lengua aragonesa sufrirá un progresivo desprestigio social que repercutirá en su literatura. Los versos de Eiximén Aznáriz serán lo más destacable de un siglo en el que los escritores aragoneses irán adoptando, en su mayoría, la nueva lengua de la corte y de las capas altas, el castellano. De este modo, el siglo XVI verá ya escritores aragoneses en lengua castellana, en la cual contará con autores de la talla de Baltasar Gracián o los hermanos Lupercio y Bartolomé Leonardo de Argensola. No obstante, estos siglos seguirán viendo una importante presencia del aragonés en la literatura aljamiada (escrita con grafía arábiga), como se aprecia en el Poema de Yuçuf, estudiado por Menéndez Pidal y en muchos manuscritos y fragmentos de obras como Las mil y una noches.

El teatro renacentista en Aragón es cultivado por Jaime de Huete, que escribió en la primera mitad del siglo XVI sus comedias Tesorina y Vidriana, que incluían diálogos procedentes del habla popular con abundantes aragonesismos.

La lengua aragonesa, convertida cada vez más en una lengua de ámbito rural y familiar, adoptará en los siglos siguientes un carácter marcadamente popular. El siglo XVII contará con escritores aislados que, conscientes de las diferencias entre el habla del pueblo (aragonesa) y la adoptada por los escritores, mirarán de remedar aquella para dar mayor realismo a sus obras. Será el caso de la abadesa Ana Abarca de Bolea, autora del poema Albada al Nacimiento, y también de las "pastoradas" desde el siglo XVIII, en las que el "repatán" se expresa a menudo en aragonés. Joaquín Costa en marzo de 1879 publicó en el Boletín de la Institución Libre de Enseñanza una curiosa fórmula de pastorada ribagorzana: "Todos los días de festa, se les menchan lo disná. — En donas de Mon de Roda, no te hi vaigas á casá.- Los capellans anaban en la procesión en sombrero...".[19]

Los siglos XIX y XX verán un cierto renacer de la literatura aragonesa, si bien su condición de idioma minorizado y falto de una seria referencia estándar hará que los escritores traten sus temas, a menudo localistas, en su propia variedad dialectal del aragonés. Así, en 1844 aparece en aragonés de Almudévar la novela Vida de Pedro Saputo, de Braulio Foz. Ya en el siglo XX destacan: en cheso las comedias costumbristas de Domingo Miral y la poesía de Veremundo Méndez; en grausino, los escritos populares de Tonón de Baldomera; en estadillano, los versos de Cleto Torrodellas Español y los escritos, en verso y en prosa, de Cleto José Torrodellas Mur; en somontanés, los relatos costumbristas de Pedro Arnal Cavero, así como la popular novela de Juana Coscujuela, A Lueca, istoria d'una mozeta d'o Semontano.

La enseñanza del aragonés se introdujo en la enseñanza formal en el curso 1997/1998, mediante un programa piloto que se implementó en las escuelas de las localidades de Biescas, Jaca/Chaca, Aínsa/L'Aínsa y Benasque/Benás. Desde entonces, se han producido avances notables y en la actualidad es una lengua que se enseña en más de 30 centros educativos del territorio del Alto Aragón y cuenta con más de 1300 alumnos y alumnas de Educación Infantil, Educación Primaria y Educación Secundaria. Véase el informe sobre la enseñanza del aragonés, de Martínez y Paricio (2017) [20]​ (en inglés). Además, existe un buen número de recursos educativos para el aprendizaje de este idioma en todos los niveles educativos. [21]

Desde el curso 2020/2021 el profesorado de aragonés es formado en la Facultad de Ciencias Humanas y de la Educación de la Universidad de Zaragoza, donde existe una mención en lengua aragonesa dentro de los estudios del Grado en Magisterio en Educacación Infantil y del Grado en Magisterio en Educación Primaria. Además, desde esta misma facultad se viene impartiendo desde el curso 2010/2011 el Diploma de Especialización en Filología Aragonesa, que tiene como objetivo principal la formación específica de profesores de lengua aragonesa para los centros educativos no universitarios de Aragón.



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