La Santa Iglesia Catedral de la Asunción de la Virgen es la catedral de Jaén, sede episcopal de la diócesis de Jaén, en la comunidad autónoma de Andalucía, España. Se ubica en la plaza de Santa María, frente al Palacio Municipal y el Palacio Episcopal.
La catedral actual fue concebida en el siglo XVI para sustituir al anterior templo gótico del siglo XV. La construcción se prolongó durante varios siglos, a pesar de lo cual la idea original se mantuvo. Destacan la sala capitular y la sacristía, que son la obra cumbre de Andrés de Vandelvira, y una de las obras más importantes del renacimiento español. También es sobresaliente su fachada principal, una de las principales obras del barroco español, construida tras la consagración del templo en 1660 a partir del diseño de Eufrasio López de Rojas. Igualmente, destaca el coro neoclásico debido a su belleza y al gran número de sitiales que lo convierten en uno de los más grandes de España. Una vez finalizadas las obras del edificio, las mismas continuaron en los siglos siguientes principalmente en la decoración interior y de las capillas. Además, a consecuencia del terremoto de Lisboa de 1755 fueron necesarias obras de consolidación en la fachada norte, así como la construcción de la iglesia del Sagrario.
Está dedicada a la Asunción de la Virgen desde la consagración, en 1246, de la antigua Mezquita Mayor de la ciudad musulmana, tras la conquista de la misma por el rey santo Fernando III de Castilla. En su interior se custodia, entre otras obras de arte y objetos religiosos, la reliquia del Santo Rostro o «La Verónica», considerada el auténtico rostro de Jesucristo, que habría quedado plasmado en el lienzo con el que la Verónica le secó la cara durante su pasión. Está guardada en la Capilla Mayor, y se expone a veneración pública de los fieles todos los viernes.
En 2008 se inició el procedimiento para que la catedral de Jaén fuese declarada Patrimonio de la Humanidad, al considerarse que sirvió de modelo para la construcción de otras catedrales de España y América. El 27 de enero de 2012 la «Catedral de Jaén (extensión del conjunto monumental renacentista de Úbeda y Baeza)» fue inscrita en la Lista Indicativa de España del Patrimonio de la Humanidad, en la categoría de bien cultural (nº. ref 5667).
Una antigua mezquita aljamaFernando III el Santo, en el año 1246, reconquistó la ciudad de Jaén y mandó consagrarla a Gutierre Ruiz (1245-1249), obispo de Córdoba, tal y como lo narró el rey Alfonso X de Castilla:
se convirtió en iglesia mayor cuandoPosteriormente, en 1249 se trasladó la sede episcopal de Baeza a Jaén. Los vestigios de la construcción musulmana desaparecieron tras sufrir graves desperfectos por el incendio causado durante la incursión árabe en el año 1368, por lo que se tienen que derribar para construir una nueva catedral bajo el mandato del obispo Nicolás de Biedma. Esta primera catedral se proyectó inicialmente en estilo gótico. Contaba con cinco naves cerradas por una cubierta de madera y un claustro contiguo en el que se hallaba la torre del reloj. Debido a su deficiente construcción, tuvo que ser demolida y dos años más tarde se emprendió la construcción de una segunda catedral gótica.
Se reconstruyó la catedral a partir de 1494, bajo el mandato del obispo Luis Osorio de Acuña, debido a la inconsistencia de sus muros y a la amenaza de ruina. Para ello se contrató al cantero Pedro López, fiel seguidor del gótico isabelino, para dirigir las obras. Sin embargo, a partir del año 1500 el obispo Alonso Suárez de la Fuente del Sauce impulsó definitivamente las obras. La construcción se enmarcaba dentro del estilo gótico tardío, de la época de los Reyes Católicos. Según los planos de esta catedral realizados por Juan de Aranda Salazar antes de demoler la Capilla Mayor en 1634, la construcción presentaba planta basilical de cinco naves, la central más amplia que las laterales, con doce capillas alojadas en los contrafuertes, según el modelo del gótico levantino. Estas capillas se situaban: en el lado sur las de san Antón, santa Catalina de Alejandría, Quinta Angustia, san Nicolás, san Ildefonso, Jesús Nazareno y san Juan Bautista. En el costado norte las de san Bartolomé, Juan Nuñez de Vargas, la del Santísimo Sacramento, la del camarero Gonzalo de Castroverde y la de san Benito. En estas capillas se encontraban enterrados algunos nobles, como Ruy Díaz de Torres, señor de Villardompardo, que yacía en la de santa Catalina, o Carlos de Navarra, conde de Cortes, que ayudó al rey Fernando en la reconquista de la ciudad. Por su parte, la Capilla Mayor, que presentaba planta cuadrada, se situaba en la cabecera.
El deán Martínez de Mazas determinó que esta catedral presentaba unas dimensiones de 185 pies (51,5 m) de longitud por 116 (32,3 m) de ancho. La altura era de 27 pies (7,5 m), en la nave central, y 18 (5 m) en las laterales. Por su parte el coro presentaba 53 pies (14,2 m) de largo y 27 (7,5 m) de ancho.
La principal fuente de iluminación era el cimborrio, de forma octogonal, ya que el lado sur era oscuro por abrirse a la muralla de la ciudad. El cimborrio fue construido por el maestro Diego Martínez, y estaba adornado por yeserías al estilo de los cimborrios toledanos, similar al que todavía existe en la iglesia de San Andrés. El coro se desarrollaba a partir del propio cimborrio y en él se adosaban diversos altares. La construcción presentaba una techumbre de madera y contaba con un amplio patio similar al Patio de los Naranjos de la Mezquita-catedral de Córdoba.
En el año 1500 fue requerido Enrique Egas para hacer una tasación y colaborar en la obra; así, se le atribuye el friso de estilo gótico flamígero que se conserva actualmente en la parte baja de la fachada oriental, destacando la famosa Mona o Bafumet, que, tocada con un turbante, se observa sentada sobre una esquina de este friso gótico. De esta construcción se conserva también una escalera de caracol decorada con hojas de cardo realizadas en yeso.
En 1525 se produjo el derrumbe del cimborrio, por lo que se vuelve a emprender una gran reforma para cambiar a la actual construcción renacentista.
Aunque la obra renacentista duró 184 años (desde 1540 hasta 1724) y fueron muchos los arquitectos que dirigieron su construcción,cardenal obispo Esteban Gabriel Merino se hizo cargo del proyecto inicial en 1534 y del comienzo de las obras en 1540, el arquitecto Andrés de Vandelvira, que dirigió personalmente las obras de la sacristía y antesacristía, sala capitular, cripta o panteón, portada sur y tres capillas laterales, ya que la construcción de la catedral renacentista se empezó por la cabecera, lo que ocasionó que hubiera que derribar las murallas y la torre del Alcotón, tras autorización real en 1555.
presenta una excepcional armonía en sus diferentes estilos. Por encargo delLa sacristía está considerada como una de las arquitecturas más originales dentro del renacimiento español, cuya composición de columnas y arcos resuelve perfectamente todos los problemas de luz y espacio. A pesar de haber tenido a su lado al escultor Esteban Jamete para la realización de la parte escultórica de sus obras por la provincia, se atribuye a Andrés de Vandelvira la realización del Ecce homo que se encuentra en el testero de la parte derecha del crucero.
A partir de la muerte de Andrés de Vandelvira en 1575, se hizo cargo su ayudante Alonso Barba, que dirigió las obras hasta 1594 siendo fiel seguidor del proyecto de Vandelvira, tal como el propio Vandelvira indica en su testamento el 16 de abril de 1575.
El edificio se estructura con una planta de salón, de modo que la sala capitular se alinea perpendicularmente al eje de la sacristía, alineándose con el testero plano que existía previamente en la cabecera. De este modo, la parte construida en el siglo XVI determina la forma de todo el conjunto, siendo este el carácter diferenciador del templo.
A partir del año 1635, las obras experimentaron un importante impulso gracias al obispo Baltasar Moscoso y Sandoval, que propuso, según su biógrafo fray Antonio de Jesús María, «fabricar a Dios un insigne templo»; para ello se rodeó de prestigiosos arquitectos y se sirvió de sus influencias en el Vaticano y en la Corte. Nombró maestro mayor a Juan de Aranda Salazar, cuyo contrato especificaba que debía:
A la muerte de Juan de Aranda en 1654, quedó finalizada la construcción del presbiterio, la capilla mayor, la nave norte, la portada septentrional y la cúpula de la nave del crucero, todo ello siguiendo fielmente el proyecto renacentista del siglo XVI, a excepción de la cúpula y la decoración de las bóvedas, de marcado carácter manierista al servicio de la idea barroca.
Todo el interior de la catedral, a pesar de los diversos arquitectos que pasaron por su construcción, se realizó siguiendo las trazas que dejaron los Vandelvira. El catedrático de Historia del Arte Pedro Antonio Galera Andreu, en su obra acerca de este templo, afirma que «pocas catedrales españolas ofrecen una mayor unidad estilística que la de Jaén».
Finalmente, en 1660, se consagró el templo, a la vez que se iniciaban las obras de la fachada principal. Estás obras fueron impulsadas por el obispo Fernando Andrade Castro, que contrató a Eufrasio López de Rojas, discípulo de Juan de Aranda, y que gracias a esta obra se convirtió en uno de los innovadores más destacados del barroco español. En el diseño del proyecto colaboró Bartolomé Zumbigo, que dio influencia italiana a la obra. Tras morir López de Rojas en 1684 se hizo cargo de la construcción Blas Antonio Delgado, terminando en 1684, por su parte, las torres se terminaron a principios del siglo XVIII bajo la dirección de Miguel de Quesada.
Las obras de cerramiento de las bóvedas y capillas de la nave norte se prolongaron durante el siglo XVIII, respetando el proyecto original de Vandelvira, pero a partir de 1726 se convierte en maestro mayor José Gallego y Oviedo del Portal, que incluyó el estilo neoclásico en su construcción, lo que provocó un conflicto de estilos. Este debate técnico y estético tuvo especial relevancia en la construcción del coro, dado que las dimensiones son desproporcionadas debido al gran número de sillas que había instalar a causa de los privilegios acumulados por el cabildo municipal, lo que llevó el coro hasta los pilares más cercanos a la puerta. Por otra parte se criticó la profusa decoración que contrastaba con el estilo sobrio de la arquitectura renacentista, lo que provocó que se cambiara el proyecto churrigueresco del trascoro por el actual dominado por mármoles policromos.
La construcción de la catedral se concluyó con la construcción de la iglesia del Sagrario, iniciada en 1764, la realización de la lonja a finales del siglo XVIII por Manuel Rodríguez, y el tabernáculo de Pedro Arnal situado en el Altar Mayor y realizado a finales del siglo XVIII.
La planta de la catedral tiene forma de cruz latina, en la parte superior de los brazos se encuentra la Sacristía Mayor y la iglesia del Sagrario. La superficie rectangular es de 70 m en su fachada y parte posterior y 100 m en las fachadas laterales. Recorre una logia de 12 m de ancha desde la puerta del Sagrario hasta la fachada principal, con una separación de las calles que la bordean por una valla de piedra de más de un metro de altura y sobre ella una verja de hierro forjado de 4 m de altura, separada por pilares coronados por piñas. Desde la fachada principal se entra a esta logia por tres puertas de hierro.
Vista de la logia en el ángulo que forman el cuerpo principal con el Sagrario.
Fachada principal de la Catedral de Jaén realizada por Eufrasio López de Rojas.
Vista de la logia en el ángulo que forman el cuerpo principal con el cuerpo lateral oriental.
Detalle constructivo de la portada.
La fachada principal, diseñada por Eufrasio López de Rojas en 1667 y finalizada en 1688 por su discípulo Blas Antonio Delgado, es una de las obras más destacadas del barroco español. Mide 32 m de altura por 33 m de anchura, sin incluir las torres, que enmarcan la composición en forma de retablo. Destaca especialmente la puesta en escena de un gran muestrario iconográfico, casi todo él magníficamente esculpido por Pedro Roldán, en el que se encuentran desde significados universales hasta particulares devociones locales, sobre todo, el Santo Rostro.
La parte inferior está marcada por las grandes columnas, emparejadas las del centro y aisladas las exteriores, que configuran las calles en las que se ubican esculturas exentas, san Pedro y san Pablo, y relieves, la Asunción de la Virgen, santa Catalina de Alejandría y san Miguel; así como un alineamiento de los balcones, a modo de ventanales con arco de medio punto, desde los que se exponía el Santo Rostro para bendecir tierras y gentes. Sobre el arco del balcón central se presenta el relieve de la Santa Faz, sobre el balcón interior izquierdo el escudo de la catedral y sobre el interior derecho el escudo del obispo Fernando Andrade Castro; los dos balcones exteriores presentan molduras.
En la balaustrada de la fachada principal se encuentran las nueve grandes esculturas siguientes (de izquierda a derecha): san Agustín, san Gregorio Magno, san Mateo, san Juan, san Fernando, san Lucas, san Marcos, san Ambrosio y san Jerónimo, todos de Pedro Roldán.
San Pedro
San Agustín
San Gregorio Magno
San Mateo y San Juan
San Fernando
San Lucas y San Marcos
San Ambrosio
San Jerónimo
San Pablo
Las dos torres gemelas enmarcan la fachada y dan identidad renacentista a la construcción, en contraposición a la horizontalidad de la fachada. Fueron acabadas a principios del siglo XVIII. Se elevan en principio de una planta cuadrangular y sin adornos hasta llegar al primer cuerpo. Se organizan en cinco niveles que aumentan en complejidad arquitectónica y decorativa.
El primero, a nivel del suelo, no presenta ningún tipo de adorno, al igual que el segundo, que solo cuenta con un pequeño balcón cerrado con una sencilla baranda de hierro. El tercero, coincidiendo con la altura a la que se encuentran las nueve figuras de la fachada, está adornado con elementos ornamentales superpuestos.
El siguiente nivel está coronado por una balaustrada que rodea su perímetro. En cada una de sus cuatro fachadas tiene tres huecos con arcos de medio punto que, en el caso de la torre norte o de las Campanas, permiten ver las nueve campanas que hay en su interior. La torre sur no alberga ninguna campana. En la parte inferior de este nivel, de la torre norte, hay un reloj, que fue donado secretamente, tal y como consta en un documento privado de 4 de mayo de 1860, por Luis Civera Pérez (Teruel, 1804-Jaén, 1891), ilustre eclesiástico, canónigo arcipreste de la catedral de Jaén y doctor en Sagrada Teología, que pagó la suma de 5973 reales con 80 céntimos abonados en varios plazos. El reloj de Civera sustituyó a otro que había quedado inservible.
El quinto y último cuerpo presenta una planta octogonal, adornándose cada lado con huecos de luz con arcos de medio punto. Está rematado por una cúpula semiesférica coronada por una cruz sobre esfera, ambas en hierro forjado.
En la fachada principal se encuentran tres puertas de entrada:
Además hay otras dos puertas:
Puerta de los fieles, relieve de san Miguel por Julián Roldán.
Puerta del Perdón, relieve de la Asunción por Julián Roldán.
Puerta del clero, relieve de santa Catalina por Lucas González.
Detalle de la escultura de san Pedro en su hornacina de la fachada.
La Catedral está rodeada por una lonja constituida por pilastras coronadas de pináculos y flameros que soportan las rejas de hierro. El diseño fue realizado por Manuel Martín Rodríguez, sobrino y discípulo de Ventura Rodríguez. Las rejas fueron forjadas entre 1800 y 1806 en la Herrería de Juan José Galíndez, en el Valle del Llodio, Vizcaya, siguiendo fielmente el diseño del arquitecto.
En el interior se pueden observar distintos estilos, renacentista, barroco, churrigueresco y neoclásico. Presenta planta de salón y consta de tres naves divididas por esbeltos y elegantes pilares cruciformes corintios, bastante separados, coronados por esbeltos y amplios arcos de medio punto que sostienen bóvedas vaídas. Entre los contrafuertes interiores se sitúan las diecisiete capillas, agrupadas dobles en cada tramo por la amplitud de los arcos. Por encima de las capillas se dispone un sistema de balcones, que refuerza el aire civil de la construcción. En el último nivel se completa el conjunto con ventanas serlianas verticales de arco y dintel en las que se hallan las vidrieras. El resultando es una construcción equilibrada y clásica por la coordinación de sus proporciones, lo que le confiere una gran armonía.
La esbelta cúpula del crucero es obra del arquitecto Juan de Aranda Salazar, formada por una circunferencia adornada de 12,5 m de diámetro en el tambor y 50 m de altura; su interior se encuentra dividido por diversos radios que delimitan espacios trapezoidales y las ventanas. Cada una de las pechinas, sobre las que se apoya la cúpula, están decoradas con una tarja de hoja barroca de influencia manierista en las que se encuentran los relieves de san Miguel, san Eufrasio, Santiago y santa Catalina.
De la parte superior de la circunferencia se eleva la bóveda con ocho ventanas, remata con una circunferencia de 2,5 m de diámetro de la cual surge la linterna que tiene 5 m de altura con ocho ventanales y rematada por una semiesfera con una cruz de hierro por el exterior.
El presbiterio está situado en el espacio entre el crucero y la Capilla Mayor, se encuentra elevado por cinco escalones del resto del templo y enmarcado por los cuatro pilares centrales. Está cerrado por los cuatro lados con una sencilla reja policromada y abatible realizada por Clemente Ruiz, herrero de Málaga, en el año 1658. En cada uno de sus cuatro ángulos se encuentra colocado un ángel sosteniendo una lámpara de plata. Además destacan unos monumentales candelabros de setenta luces realizados en 1904.
La mesa del altar actual sustituyó al del año 1660 y fue mandado hacer y costeado por el obispo Agustín Rubín de Ceballos (1789-1793). Está situado en el tercio posterior del presbiterio, es de mármol rojo formando un cuadrado de 5 m de lado, fue realizado por Pedro Portillo en 1657. Sobre este, a unos 70 cm del borde, se levanta otra plancha de mármol de 25 cm de grueso, con remates de bronce. En su centro está el sagrario enmarcado con adornos de racimos y flores. El templete, de 3,5 m, es del arquitecto Juan Pedro Arnal y fue elaborado en Madrid, consta de ocho columnas de serpentina de estilo corintio. En el remate de la cúpula hay una cruz de cristal de jaspe enmarcada en bronce. Rodean a este templete las figuras de seis ángeles de mármol blanco, realizados: los del lado de la Epístola por Alfonso Giraldo Bergaz y los del lado del Evangelio por Juan Adán.
La Capilla Mayor o del Santo Rostro (n.º 9 en el plano) fue construida por primera vez bajo el mandato del obispo Alonso Suárez de la Fuente del Sauce, enterrado en esta capilla, en el siglo XVI, después tuvo que ser demolida y las nuevas obras fueron hechas por el arquitecto Juan de Aranda en el siglo XVII. El retablo mayor, neoclásico, consta de tres cuerpos en el que se combinan los estilos dórico, jónico y corintio y cubre toda la cabecera de la capilla. Fue realizado por los hermanos Sebastián y Francisco Solís.
En el primer cuerpo, en su parte central, se guarda el relicario de orfebrería cordobesa que conserva el Santo Rostro,Sebastián Martínez que representa a dos ángeles sosteniendo el lienzo con el Santo Rostro. Detrás de la tabla hay una puerta que se abre con dos llaves que da acceso a la caja fuerte custodiada por tres llaves. Dentro de la caja fuerte hay una urna de plata y oro que también necesita de dos llaves para abrir y ver la reliquia del Santo Rostro. Encima de esta cámara hay una hornacina en la que se encuentra la Virgen de la Antigua, patrona del cabildo, talla gótica que según la tradición fue donada a la ciudad por Fernando III el Santo tras la conquista de la ciudad, las coronas de la imagen fueron realizadas por el orfebre cordobés Simón de Tapia en el siglo XVII. Se encuentran también en este piso del retablo las imágenes de san Pedro, san Pablo, san Bernardo y san Antonio Abad, todas de grandes dimensiones. En sus calles laterales se encuentran los lienzos representando, el primero, Encuentro de Jesús con la cruz y María camino del Calvario, y el otro, Jesús despojado de sus vestiduras.
cubierto con una tabla pintada porEn el segundo cuerpo de orden jónico, en su parte central, se encuentra un altorrelieve de la Virgen de la Asunción, obra de Sebastián de Solís. En las otras dos calles están colocados dos lienzos de Sebastián Martínez Domedel, copias efectuadas en 1661 en El Escorial por encargo del cabildo del Descendimiento de Jesús, de Daniele da Volterra, con alguna variante, y el Señor atado en la Columna, de Juan Fernández de Navarrete el Mudo. Las entrecalles se adornan con medallones con bustos de Cristo y la Dolorosa.
El tercer cuerpo, es de estilo corintio, y está formado por cuatro columnas de serpentina. En él hay un grupo del Calvario, también del escultor Sebastián Solís. Corona el retablo un Crucificado, con la Magdalena a sus pies, en sus laterales las imágenes de la Virgen y san Juan. En los extremos de este último cuerpo hay alegorías escultóricas de las virtudes teologales; a la izquierda la Fe y la Esperanza; y a la derecha la Caridad y la Religión. En el ático del retablo encontramos una imagen del Padre Eterno con la esfera en la mano, coronada por una cruz.
Destaca la bóveda de cañón, rica en elementos decorativos. En el centro del arco de medio punto sobresale el escudo de los Reyes Católicos, que recuerda una carta de finales del siglo XV, dirigida al cabildo, en la que invitaban a rezar una salve en el altar mayor de la catedral. En ambos laterales de la capilla se encuentran los magníficos cuadros de La Visitación, atribuido a Tiziano y de La Anunciación, atribuido a Benvenuto Cellini.
La tabla de la Santa Faz se encuentra colocada en un marco de plata con piedras preciosas engastadas, al igual que un icono oriental. A su vez este se custodia en un arca dorada.
Esta joya fue realizada por el platero cordobés José Francisco de Valderrama en 1731, a petición del obispo Rodrigo Marín Rubio. En ella se incluyeron 191 rubíes, 193 diamantes y 210 esmeraldas. En 1814, la duquesa de Montemar donó un lazo de brillantes que desapareció en la Guerra Civil, por lo que fue sustituida por otro, donado por la marquesa del Rincón de San Ildefonso, realizado por Félix Granda. En la parte posterior la tabla lleva una inscripción en latín alusiva al autor y a la fecha de realización.
Situadas en las naves laterales hay catorce capillas, teniendo que añadir dos más en el centro al lado de la capilla mayor.
Capilla del Cristo de la Buena Muerte (n.º 1 en el plano). Contiene la talla del Cristo de la Buena Muerte de la cofradía homónima, realizada en 1927 por el escultor Jacinto Higueras, siendo una de sus obras más notables. A la izquierda del crucificado hay una pintura del siglo XVII, Santa María Magdalena, la santa aparece ante una gruta con un libro en las manos y una calavera a los pies. A la derecha, se encuentra el busto de santa Teresa de Jesús, también del siglo XVII, destaca la intensidad de la luz sobre el rostro de la Santa. Finalmente, existe una pintura ovalada, del mismo siglo, en el que aparece el busto de san Pedro.
En el testero izquierdo se sitúa un retablo de estilo plateresco, del siglo XVIII, con un óleo central, cuadrilobulado de santo Domingo de Guzmán, realizado por Francisco Pancorbo. Presenta complicados estípites con una rica ornamentación vegetal. En el testero derecho, se distribuyen diferentes lienzos, uno es copia de la Adoración de los Magos de Rubens, en otro aparece san Juan de Dios, mientras que los otros santos no han podido ser identificados.
Dentro de la sacristía de la capilla, situada tras el testero frontal, existe, sobre una cajonera barroca, un baldaquino que guarda una crucificado policromado.
Retablo de Santo Domingo.
Altar del Cristo de la Buena Muerte.
Capilla de San Sebastián (n.º 2 en el plano). El testero central está ocupado por seis lienzos, entre ellos destaca, por su notoriedad, El Martirio de San Sebastián, obra del artista Sebastián Martínez Domedel por encargo del cabildo en diciembre de 1662. Las otras pinturas son, San Rafael, del siglo XVII; San Francisco, de los siglos XVII-XVIII; San Julián, obispo de Cuenca; y un medallón de la Virgen con el Niño.
En el testero izquierdo hay un retablo plateresco, segunda mitad del siglo XVIII, con una talla de san Juan Nepomuceno situada en una hornacina. El retablo presenta forma de arco de medio punto, constituyéndose por un cuerpo principal y un ático, que aparece coronado por óvalo en el que se encuentra un óleo de la Virgen con el Niño. El testero derecho está ocupado por la pintura Visión de San Antonio, del siglo XVIII.
En la sacristía se conserva un lienzo de Cristo con la Cruz a cuestas, del siglo XVII, presenta, de fondo, el Calvario visto a través de un arco de triunfo.
El Martirio de San Sebastián.
Imagen de San Juan Nepomuceno.
Capilla de San Jerónimo (n.º 3 en el plano). Presenta un lienzo de san Jerónimo de Estridón, obra de José Antolínez del siglo XVII, ocupa la mayor parte de un retablo neoclásico. El retablo es de una sola calle, enmarcado por dos columnas jónicas que sostienen el entablamento y el ático, donde se encuentra un tondo sostenido por dos ángeles en el que se encuentra una pintura sobre del santo.
En el testero izquierdo hay un relieve de la Asunción del escultor Mariano Benlliure y una cruz-relicario del Lignum Crucis, de madera con símbolos de la Pasión en plata. En el testero de la derecha, existe un lienzo de san Juan niño, del siglo XVIII, y un crucifijo de principios del mismo siglo.
Capilla de la Virgen de los Dolores y Santo Sepulcro (n.º 4 en el plano). Es una de las capillas más destacadas del templo catedralicio, debido a que los tres testeros están recubiertos por pinturas de Francisco Pancorbo adaptadas a la arquitectura y que sirven de fondo a los demás elementos ornamentales, sobre todo al retablo central. Del mismo modo, destacan los cuadros de Los Evangelistas, obras maestras de Sebastián Martínez Domedel.
El retablo del testero central es del siglo XVIII, de estilo barroco, está focalizado en un cuadro ovoide que representa la transfixión de la Virgen, es obra de Francisco Pancorbo. La imagen representa a María, acompañada de Cristo junto a la Cruz, con el pecho atravesado por una espada, están rodeados de los Discípulos y de ángeles, mientras desde el cielo Dios Padre y el Espíritu Santo contemplan la escena. El retablo es muy plano, de perfil quebrado y con riqueza de molduras, aparece recargado de ángeles policromados en diversas actitudes. En el ático del retablo hay otro lienzo ovalado de pequeñas dimensiones, aparece el Corazón de Cristo sobre el cáliz. A ambos lados del ático, se encuentran las imágenes de unos ángeles sosteniendo el Santo Rostro y otros sosteniendo el anagrama INRI. El altar es de mármol rojo de Cabra con embutidos de placas biseladas, sobre esté se encuentra la talla de Cristo yacente en una urna sepulcral de cristal, realizada en el siglo XVII. La pintura que ocupa la pared de la bóveda representa el entierro de Cristo.
Las pinturas de los testeros laterales contribuyen a unir todo el conjunto. En la parte superior izquierda hay un calvario, bajo este, los cuadros de san Marcos y San Mateo, incluyendo cartelas con inscripciones, por último un cuadro del Rey David acompañada de cuatro profetas, dos a cada lado. El testero de la derecha está ocupado en su parte superior por la pintura del Descendimiento. Bajo está, dos óleos de los evangelistas san Lucas y san Juan, con citas bíblicas escritas en diversas cartelas. Finalmente, la pintura de Moisés rodeado de seis profetas a cada lado: Zacarías, Sofonías, Nahúm, Jonás, Amós, Miqueas, Habacuc, Ageo y Malaquías, con sus correspondientes cartelas.
La bóveda aparece decorada con casetones en azul y dorado sobre fondo blanco. La sacristía de la capilla está presidida por un óleo de la Inmaculada del siglo XVIII.
Capilla de la Virgen de las Angustias (n.º 5 en el plano). Originalmente, la capilla fue dedicada a san Pedro Pascual por el obispo mercedario fray Jerónimo Rodríguez de Valderas (1668-1671), que se encuentra enterrado aquí. Este obispo pensaba dotarla de grandes obras, lo que no le fue posible ya que en su época se terminaron las dos torres de la catedral y murió antes de poder invertir en la capilla.
El retablo central es de estilo neoclásico, según las normas de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, de un solo cuerpo enmarcado por grandes columnas de capitel compuesto y un ático, en el que se encuentra un lienzo al óleo de san Pedro Pascual. El altar es de mármol rojo con embutidos. En la gran hornacina central se sitúa la imagen de la imagen de la Virgen de las Angustias, obra de José de Mora en el siglo XVII, acompañada de dos ángeles llorando, tallas anónimas del siglo XVI relacionados con una importante leyenda giennense. Antes de esta imagen se encontraba la de la Virgen de la Correa y Consolación, a la que acompañaban con anterioridad los dos ángeles.
En el testero derecho existe un óleo del Calvario, influenciado por Antón Van Dyck. Por su parte, el testero izquierdo, presenta un confesionario del siglo XVIII con remate barroco.
Capilla de Santa Teresa (n.º 6 en el plano). Esta capilla se considera uno de los conjuntos barrocos más importantes del templo, debido al retablo central, las pinturas del muro y a las piezas de los testeros laterales.
El retablo central es barroco, del siglo XVIII, según la línea de Pedro Duque Cornejo. Está decorado con estípites y relieves de la vida de la Santa, a lo que hay que añadir las figuras de ángeles que flanquean el cuerpo central y el ático. La imagen de santa Teresa de Jesús, con un libro y mirando al cielo, se sitúa en la hornacina central, escoltada por dos pequeños nichos en los que se encuentran las tallas de san José y san Roque. Por encima de la cornisa hay una talla policromada de la Inmaculada, sobre una peana, y en el ático, un relieve del busto del Salvador en un medallón corona todo el conjunto. El banco del retablo aparece esculpido con diversos relieves, policromados y estofados en oro, de escenas sobre la vida de la Santa: La visión de la santa sobre la Pasión de Cristo, a la izquierda; la transverberación que experimento la santa, a la derecha; en el centro, la cabeza de un ángel.
La decoración del muro del testero es de Francisco Pancorbo, aparecen frescos alusivos a los Esponsales de Santa Teresa, Muerte de la Santa y Protección de la Santa a la Orden. El testero izquierdo, está adornado con un óleo de la santa escribiendo bajo la inspiración del Espíritu Santo y la leyenda Misericordias Domini inm eternum cantabo, similar al pintado por fray Juan de la Miseria. En el testero derecho, aparece un óleo de san Pedro Poveda, obra de María García.
Capilla de San Benito (n.º 7 en el plano). Contiene un retablo barroco dominado por la imagen tallada de san Benito. Fue mandada construir por el obispo fray Benito Marín (1750-1769), que se encuentra sepultado en esta capilla, bajo una bella lápida realizada en mármol rojo, con incrustaciones de bronce y mármoles de otros colores que dibujan cadenas u flores, aparece también el escudo episcopal y diversas alegorías de la muerte. Por su parte, la bóveda de la capilla está decorada con casetones que contiene pinturas de ángeles, en la clave se encuentra el Triángulo de la Trinidad.
El retablo del testero central fue realizado en el siglo XVIII por Pedro Duque Cornejo, siendo esta una de sus últimas obras. Presenta un solo cuerpo y ático, dominado todo por el nicho central en el que se ubica la imagen del santo, que se encuentra en actitud teatral, elevándose sobre un cielo lleno de cabezas de ángeles, sujetando dos de ellos la inscripción Gratia benedictus est nomine.... A la derecha del santo, otro ángel le ofrece la mitra. El conjunto se apoya sobre una gran peana en cuyo centro aparece el busto de santa Gertrudis de Helfta.
El retablo presenta una serie de medallones ovalados con relieves policromados que se sitúan en torno a la imagen central, a la izquierda, de abajo arriba, se suceden los relieves del Nacimiento de san Benito, un episodio de su vida, y San Benito salvando a un hombre de morir ahorcado; a la derecha, en el mismo sentido, aparece el santo tentado por el demonio, una escena del refectorio y San Benito con su hermana Santa Escolástica. En el ático hay otro medallón de grandes dimensiones en el que se observa al santo, representado como el obispo Benito Marín, orando ante el signo de la Satísima Trinidad.
En los testeros laterales se encuentran, a la izquierda, un altar, con estructura de madera, con un lienzo central del Santo Rostro, sobre este, un óleo de san Benito, la Virgen y la Trinidad. Sobre todo el conjunto hay una talla de la Inmaculada con baldaquino policromado, según la escuela granadina de Alonso Cano. Es una obra italianizante del siglo XVIII. El testero de la derecha, presenta un altar, con estructura de madera, con otro lienzo, italiano del siglo XVIII, de la vida de san Benito, con una cartela en la parte superior derecha. El ático presenta un altorrelieve con la Virgen y san Bernardo arrodillado.
Capilla de Santiago Apóstol (n.º 8 en el plano). Situada en la parte izquierda de la capilla mayor. El retablo es del siglo XVIII, realizado por Manuel López, es de tres pisos y presenta tres calles. En la calle central aparece un cuadro del Apóstol Santiago montando a caballo con espada y escudo. En las calles laterales se encuentran las esculturas de san Gregorio de Naciancemo y santo Tomás de Villanueva, sobre estas hay unas pinturas de eccehomo y la Dolorosa. El último piso presenta un óleo de la Virgen del Pilar y Santiago y a ambos lados las esculturas de san Judas Tadeo, con un libro en la mano, y san Andrés, con su cruz en aspa. El conjunto aparece coronado con el anagrama Yahvé rodeado de rayos. Sobre el altar, en tres grandes jarrones de cobre, se encuentran los Santos Óleos.
A ambos lados existen dos puertas, la de la izquierda comunica con la Capilla Mayor y la de la derecha con la Sala Capitular.
Capilla de San Fernando (n.º 10 en el plano). Situada a la derecha de la capilla mayor. El retablo es de Manuel López en línea académica, realizado en madera imitando al mármol, consta de dos pisos y tres calles separadas por columnas de orden compuesto que sostienen una cornisa sobre la cual hay una hornacina para una pintura. El conjunto se corona con el anagrama de Yahvé con halo, así como dos esculturas de madera a ambos lados que representan las virtudes de la diligencia y la constancia. Entre las grandes columnas, en las calles laterales existen medallones con las imágenes de los evangelistas.
El cuadro central de san Fernando, vestido de rey, se atribuye a Juan de Valdés Leal. Fue encargado por el cabildo en 1671 con motivo de la canonización del monarca que conquistó la ciudad de Jaén en 1246. El santo se representa coronado y vestido de rey, sosteniendo en la mano izquierda el orbe y en la derecha la espada, rodeado de numerosos ángeles. A sus píes se encuentran las armas del rey moro vencido, y al fondo, la ciudad y su alcázar.
En la hornacina superior hay orto cuadro que representa la consagración de la mezquita mayor de Jaén como catedral dedicada a la Asunción de la Virgen. Mientras María asciende a los cielos un obispo y varios clérigos consagran el altar mayor en presencia de soldados y del Rey Fernando, arrodillado en un cojín con la corona y el cetro en el suelo contempla la glorificación de la Madre de Dios.
A la izquierda, en la pared, hay una puerta que comunica con la sala utilizada como sacristía. En ésta se encuentra la caja de la escalera de caracol, sobre cuya puerta se conservan restos de decoración en estilo gótico isabelino.
Capilla de San Eufrasio (n.º 11 en el plano). Anteriormente estaba dedicada a santa María Magdalena pero el cabildo cambió la advocación a petición del obispo Agustín Rubín de Ceballos (1780-1793), gran devoto del santo, que encargo el retablo para la misma y que se encuentra sepultado en esta capilla bajo una lápida de mármol. El obispo mandó hacer una estatua de plata de san Eufrasio, la realizó el platero Miguel de Guzmán y Sánchez, que contenía una reliquia del santo. La estatua fue destruida en 1936 durante la Guerra Civil.
El retablo es de estilo neoclásico de Gregorio Manuel López de 1790 y el conjunto escultórico realizado por Juan Adán y con colaboración de Miguel Verdiguier. El retablo es de un solo cuerpo con tres calles, separadas por columnas de orden corintio, un frontón y un ático. En el centro, entre las columnas y el frontón, se encuentra el relieve del apoteosis de san Eufrasio, donde se muestra al santo rodeado de ángeles. En las calles laterales se disponen dos grandes esculturas de mármol, san Julián de Cuenca, a la derecha, y san Agustín, a la izquierda. En el ático está san Antolín, patrón de Palencia, y junto al frontón las alegorías de la Eucaristía y de la Fe.
En la mesa del altar se encuentra una urna con las reliquias de san Pío I, donado en 1793 por el papa Pío VII al obispo Agustín Rubín de Ceballos. Siendo de este modo, una de las pocas catedrales en el mundo en las que se encuentra sepultado un papa.
Capilla de la Inmaculada y San Amador (n.º 12 en el plano). En esta capilla destaca el retablo del testero central. En ella se encuentra sepultado el obispo Manuel María León González y Sánchez (1877-1896).
El retablo es de estilo neoclásico, configurado en tres cuerpos horizontales divididos a su vez por tres calles verticales, siendo de mayor anchura la central. Todo el conjunto está compuesto en torno al óleo central de la Inmaculada, pintura barroca del siglo XVII de la escuela madrileña. Las calles están separadas por columnas, cuyos pedestales están decorados con símbolos de la Inmaculada. Las calles laterales, enmarcadas en grandes columnas corintias, están ocupadas por dos pequeños cuadros de con las imágenes de san Joaquín y santa Ana, ambos en estilo barroco del siglo XVII. El banco del retablo está compuesto por tres bajorrelieves, de izquierda a derecha, David y los panes, Visión de Jerusalén y Judit con la cabeza de Holofernes. El ático se encuentra rematado por un frontón curvado sobre el que descansan dos ángeles que sostienen una cartela: NON PROTE, SED PROOMNIBUS HÆCLEX CON TITUTAEST, está cartela enmarca la otra gran pintura del retablo, que representa a Esther ante el rey Asuero. Este cuadro está escoltado por cuatro imágenes, situadas sobre las columnas que separan las calles, que representan a cuatro reyes.
Los testeros laterales están ocupados, el de la izquierda, por un óleo barroco de san José, de la escuela andaluza del siglo XVII, representa al santo con el niño; y el de la derecha, por una talla de san Amador de Tucci, patrón de Martos, obra de José Romero Benítez en 1997, realizada en madera de cedro real, policromada y estofada, mide 1,65 m. El santo aparece revestido con una casulla roja con cenefas en oro de ley inspiradas en dibujos mozárabes, así como los encajes del alba. En la mano derecha sostiene un crucifijo, mientras que en la derecha porta una palma, atributo del martirio, realizada en metal dorado, igual que la aureola de la cabeza. Está talla fue encargada por el canónigo y humanista Manuel Caballero Venzalá.
Capilla del Niño Jesús (n.º 13 en el plano). Imagen del Niño Jesús en el centro y sobre él un cuadro de la Circuncisión del Niño Jesús obra de Zacarías González de Velázquez. Se encuentra en esta capilla la sepultura del obispo Salvador Castellote y Pinazo (1901-1906).
Destaca la talla barroca del Niño Jesús, situada en una urna en la parte inferior del retablo, es una talla anterior al retablo, del finales del siglo XVII o principios del XVIII, el Niño mide un metro y se encuentra en posición erguida, con ojos de cristal y rasgos finos, porta en la mano izquierda una larga cruz, mientras que la derecha presenta actitud de bendecir. Viste una túnica tallada hasta los pies, en rojo y estofada en oro.
El retablo es neoclásico, constituido por tres cuerpos en una sola calle. El cuerpo central está dominado por el óleo de la Circuncisión, obra de Antonio Soriano, que se encuentra enmarcado por dos grandes columnas. A uno y otro lado del retablo hay dos esculturas de estilo neoclásico, a la izquierda, san Felipe con una cruz en las manos, y a la derecha, san Diego de Alcalá con rosas en la túnica. El retablo está rematado con un ático triangular con pilastras a los lados, en el centro aparece la inscripción IHS con grandes ráfagas ante la que se arrodillan dos ángeles situados en los laterales.
En el testero de la derecha destaca un óleo de la Inmaculada, de la escuela de Alonso Cano, representa a María rodeada de ángeles y pisando una serpiente. Bajo el cuadro se encuentra una talla de san José Oriol, obra de Raimundo Amadeo a principios del siglo XIX.
Capilla de San Miguel (n.º 14 en el plano). Capilla de estilo barroco, dedicada a san Miguel. Aquí se encuentra sepultado el obispo Miguel Peinado Peinado (1971-1988).
El retablo es barroco, del año 1761, llena prácticamente todo el testero central y está suntuosamente decorado. Carece de estructura arquitectónica, siguiendo la forma ovalada del lienzo de san Miguel, en torno al cual se disponen angelitos en diferentes planos que orientan la mirada al tema central, algunos portan estandartes con los anagramas QSD y JHS, y otros leyendas como:Fecit potentiam in brachio sui. El arcángel aparece vestido con coraza, manto rojo y con escudo de la Inmaculada, mientras lucha contra Lucifer que aparece en un fuerte escorzo. Otros ángeles también luchan contra demonios. Es obra de Francisco Pancorbo en el siglo XVIII. En el banco se encuentra una pintura de la Virgen del Alcázar, patrona de Baeza, fechada en 1751.
Los muros laterales aparecen cubiertos por planchas de madera dorada y policromada, decorados con motivos vegetales y cinco pinturas de ángeles y arcángeles con imponentes marcos a cada lado. En el testero de la izquierda, destaca una segunda pintura de san Miguel, bajo el cual se encuentras otros dos de san Rafael, con una columna y un dragón el de la izquierda, y con un cayado y un pez, el de la derecha. El testero derecho, está dominado por la iconografía de san Gabriel, en el cuadro central, aparece con una vara de azucenas, en los inferiores se repite la imagen de san Gabriel. Todos los lienzos destacan por la riqueza de vestimentas, atribuyéndose a las obras a Francisco de Zurbarán o a Bernabé de Ayala.
Capilla de San Pedro Pascual (n.º 15 en el plano). En el testero central, se presenta un retablo neoclásico obra de Manuel López en 1793. Entre dos grandes columnas se encuentra una pintura realizada por José Carazo a finales del siglo XVIII. Representa al obispo san Pedro Pascual, sosteniendo algunas flores en su regazo, frente al rey musulmán, con quien estuvo enfrentado hasta su martirio. El ático es ocupado por frontón con un gran disco sostenido por algunos ángeles. Sobre la mesa del altar hay una talla de la Virgen de la Cabeza, patrona de la diócesis.
En el testero derecho hay un retablo neoclásico de menores dimensiones que aloja en su parte central una talla de san Luis Obispo, procedente del antiguo convento de san Francisco de Asís. El santo aparece enmarcado por columnas de orden compuesto. Aparece rematado por un frontón triangulas y un halo de rayos que lleva escrito el anagrama JHS. Por su parte, en el testero izquierdo hay un óleo del obispo beato Manuel Basulto Jiménez, obra de José Nogué Massó.
En esta capilla se encuentra la talla que representa a la Virgen de la Cabeza, patrona de la diócesis. Sobre la mesa del altar se sitúa una urna-reliquiario con los restos del obispo beato Manuel Basulto Jiménez, martirizado durante la Guerra Civil Española y beatificado el 13 de octubre de 2013.
Capilla de la Virgen de la Correa (n.º 16 en el plano). Retablo neoclásico de madera imitando al mármol, realizado entre finales del siglo XVIII y principios del XIX por Manuel López, siguiendo los cánones de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. En el centro, situado en un nicho rectangular cerrado y enmarcado por dos columnas policromadas de orden compuesto, se encuentra el «Cristo del Refugio», un crucificado policromado con restos dorados en el paño de pureza y de gran serenidad en su rostro, a sus pies un calvario tallado con la figura de Santa María Magdalena. El conjunto es del siglo XVI. La imagen titular es la «Virgen de la Correa y Consolación», una talla de candelero situada sobre la mesa del altar, realizada en el siglo XVIII de la escuela granadina.
En el testero derecho se halla un retablo barroco de 2,70 m por 2,30 m realizado en el siglo XVIII y que consta de un solo cuerpo con una hornacina, similar al de la Virgen de la Capilla en la iglesia de San Ildefonso. En él hay un óleo de la Santa Cena, enmarcado entre dos columnas jónicas de un cuerpo postizo situado sobre la hornacina, destacan los dos Apóstoles del primer plano y el estilo manierista de la obra.
En la sacristía de la capilla se conserva un lienzo votivo a la Inmaculada, del siglo XVIII, donado por un canónigo que aparece retratado en el ángulo inferior izquierdo de la pintura. La Virgen, que aparece vestida con túnica acampanada y un manto, irradia un halo y presenta una corona nimbada portada por dos ángeles.
Capilla de San José (n.º 17 en el plano). Retablo de tres calles con la figura de san José, del siglo XVIII de la escuela andaluza atribuido a José de Medina, en el centro, y un Cristo crucificado en la parte superior. Culmina en el ático con un frontón con tímpano que presenta la figura de Dios Padre y diversas alegorías.
El banco del retablo contiene, unas tallas en relieve policromadas representando, empezando por la izquierda, a san Ambrosio y san Agustín, separadas por el relieve de san Lucas, a continuación, se encuentra san Marcos y san Mateo, seguidos de san Gregorio Magno. Finalmente, está san Juan y san Jerónimo. En los intercolumnios están los cuadros de san Juan Bautista, san Mateo, san Francisco y santa Catalina, todos del siglo XVI. En el segundo piso, acompañando al Crucificado se encuentran los óleos de san Cristóbal, a la izquierda, y san Nicolás de Bari, a la derecha.
En los testeros laterales se presentan los óleos de la Sagrada Familia, a la izquierda, realizado en el siglo XVII por la escuela andaluza y de influencia italiana. A la derecha aparece un cuadro que reproduce el retablo de Nuestra Señora de la Capilla en la iglesia de San Ildefonso, similar al existente en el Santuario de Nuestro Padre Jesús Nazareno.
Es uno de los más grandes de España ya que consta de 148 sitiales. Fue terminado en el siglo XVIII, y estuvo rodeado de fuertes críticas debido a su enorme tamaño, puesto que se extiende desde el crucero hasta los pies entre los dos tramos de pilares centrales, de hecho se sabe que los arquitectos del templo habían previsto que no ocupará más de tramo y medio de pilares. La obra del coro se comenzó en el año 1730 bajo la dirección de José Gallego y Oviedo del Portal, terminándose en 1736. Está separado por una reja, del crucero. Bajo el coro están enterrados numerosos obispos, cuyas tumbas están señaladas por laudas de mármol con sus nombres.
La sillería, en madera de nogal, fue empezada bajo el mandato del obispo Alonso Suárez de la Fuente del Sauce y ejecutada por los tallistas López de Velasco, Jerónimo Quijano y Gutierre Gierero durante el siglo XVI; se amplió el número de sillas en 1736, siendo sus autores Julio Fernández y Miguel Arias, con un estilo tan igual que resulta muy difícil distinguir dicha continuación de obra.
El coro alto consta de 69 sitiales, incluida la silla episcopal central, tallada con el escudo del obispo Alonso Suárez de la Fuente. Las tablas que adornan estos asientos representan escenas de la vida de Cristo, contada en una secuencia cronológica, y de la Salvación. Sobre la sillería alta se encuentran a modo de dosel otras tablas que presentan escenas del Antiguo Testamento, repartidas en 62 tablas y rematando todo por una crestería de talla delicada que en su parte central, coincidiendo con la silla episcopal, se encuentra el escudo del obispo Andrés Cabrejas Molina, bajo cuyo pontificado quedó finalizada la obra. El diseño arquitectónico de la sillería permite desarrollar paralelamente las secuencias del Antiguo y el Nuevo testamento, de modo que se plasma la idea de san Agustín de que el Nuevo Testamento está prefigurado en el Antiguo Testamento, de manera que la vida de Cristo es el cumplimiento de las promesas selladas por Dios con el pueblo de Israel.
La sillería baja tiene 53 sitiales reservados para beneficiados y capellanes. Los respaldos están esculpidos con escenas dedicadas a la vida y milagros de los Santos, de modo que continúa la historia de la Salvación.
Los bancos de los caballeros, bancos corridos situados a ambos lados de la verja, constan de 26 sitiales reservados para el cabildo municipal (concejales), existen siete tablas en la parte superior al igual que en la sillería alta. Las del lado de la epístola presentan escenas de los evangelios apócrifos dedicadas a la infancia de María, mientras que los del lado del evangelio, presentan escenas de la predicación de los apóstoles, la Asunción y el triunfo de Cristo.
El exterior del coro está diseñado en tres secciones horizontales. La inferior está sucedida de dos tramos resaltados y hundidos. La intermedia presenta una decoración de almohadillado y volutas de capitel. Por último, la superior se constituye por una balaustrada rematada con grandes florones y máscaras. En ambos costados se abren sendas puertas de acceso al interior. La bóveda es abundante en imágenes y alegorías, tiene relieves de los cuatro Evangelistas en sus pechinas, que a su vez sostienen un doble anillo a partir del cual se encuentran ocho figuras de ángeles-músicos, separados por un doble radio que rematan en el casquete, donde hay un gran altorrelieve de la Asunción de la Virgen.
Dentro del coro destaca el monumental órgano principal, que sustituye a uno anterior, de 1660, creado por fray Jayme de Begoños y reparado por Sebastián Alejo García en 1705.
La caja barroca es obra de los tallistas José García y de Manuel López, realizada en 1780, presentaba dos fachadas, y el órgano fue realizado por Fernando Antonio en 1790. Constaba de 3600 caños y contenía tres órganos en una misma caja, con tres teclados de cincuenta y una teclas cada uno. Durante la guerra civil española los tubos del órgano fueron colocados en el castillo de Santa Catalina y en la propia catedral para simular defensas antiaéreas, por lo que se tuvo que hacer uno nuevo, a cargo de la Casa Amezcua de Hernani, fue inaugurado el 1 de diciembre de 1941 y mejorado posteriormente. La caja actual es la misma desde 1780.
También existe un órgano antiguo realizado por fray Juan de la Cruz de San José en 1769. Incluía flautado, flautado unísono, mixtura de octavas, mistura de quincenas, mixtura de docenas, dulzainas y trompetas bastardas, cornetas y baxones.
Entre sus maestros de capilla, cabe destacar al polifonista Francisco Guerrero, considerado el principal compositor español de música clásica de la segunda mitad del siglo XVI que fue nombrado cuando tenía 17 años de edad y permaneció en el cargo entre los años 1545 y 1548, abandonó a causa de que se negaba a dar lecciones de música a los niños cantores de la catedral. Entre 1711 y 1753 ostentó el cargo de maestro de capilla el compositor Juan Manuel de la Puente, autor de numerosas cantatas y villancicos. En el museo catedralicio se encuentran del orden de un centenar de libros corales, así como numerosas partituras originales de los diferentes maestros de capilla que ha tenido la catedral.
El trascoro, finalizado en 1791, es una obra realizada según el proyecto diseñado por José Gallego y Oviedo de Portal en 1733. Está dedicado a la Sagrada Familia. El conjunto se presenta como un gran dosel construido con diversos mármoles que se suceden planos cóncavos y convexos, así como grandes pilastras: blanco de Carrara, rojo de Cabra y negro de Jabalcuz. De este último se forma en el centro del retablo un gran arco donde está colocada una pintura del valenciano Mariano Salvador Maella, representando la Sagrada Familia fechada en 1793, en el que san José sostiene al Niño que extiende los brazos hacia su madre que está sentada para recogerlo, junto a ella aparece un pequeño ángel preparando la cuna. Al otro lado, en la parte inferior aparece el niño Juan Bautista con el cordero señalando al Niño con una mano y en la otra sostiene una cruz con una banderola que dice «Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo». Sobre el cuadro se encuentra la inscripción: Et erat subditus illi («Y era obediente a sus padres» Lc 2,51).
En los laterales de izquierda a derecha están las esculturas, de gran tamaño de san Lorenzo, con la parrilla en la que fue martirizado, y san Toribio de Liébana, obispo de Astorga, ambos con sendos doseles; y en el mismo orden en menor tamaño cuatro pequeñas estatuas de mármol blanco, situadas delante de las pilastras, que representan a santa Catalina de Alejandría, la Inmaculada, san José y santa Lucía. En la parte inferior se extiende un sotabanco de mármol negro con vetas calizas y molduras de pedestal gótico, interrumpido en su mitad para el altar.
El conjunto se corona con un medallón en cuyo centro hay un triángulo donde está grabado, en letras hebreas, el nombre que Dios reveló a Moisés en la zarza ardiendo, YaHWeH. Este símbolo está escoltado por cuatro ángeles que se encuentran sobre los pedestales de la balaustrada de la parte superior. Dos están orando, mientras que los otros dos, san Miguel y san Rafael, miran a los fieles que entran en el templo.
Ambas estancias fueron proyectadas y dirigidas por Andrés de Vandelvira, y se encuentran sobre el antiguo «panteón de los canónigos», actualmente museo de la catedral. El conjunto es una de las obras más importantes del renacimiento español.
La sala capitular, también llamada capilla de san Pedro de Osma, es la estancia en la que mensualmente se reúnen los canónigos para tratar los asuntos de la catedral. Un grabado que existe en la puerta de acceso reza fue construida en 1556 por Andrés de Vandelvira. Es de planta rectangular de medidas muy proporcionadas, de 14 m por 7 m, y está adornada por pilastras jónicas, veinticuatro nichos y tres grandes ventanales orientados al oeste.
Se sitúa en el ángulo sureste de la cabecera de la catedral, la zona por la que comenzó la construcción de la obra renacentista de Vandelvira. Se accede a ella por una puerta situada a la izquierda del altar de la capilla de Santiago, pasando antes por una pequeña antesala cuadrada y rodeada de armarios, también se accede a la misma por un pasadizo desde la sacristía. El acceso a la sala capitular se hace por un gran arco que subraya la monumentalidad del lugar, caracterizado por su composición clásica y su imponente bóveda de cañón decorada con formas geométricas. Los muros aparecen decorados por unas sucesión armónica de pilastras jónicas ligeramente resaltadas de la pared y arcos de medio punto, en los que se abren bellos nichos, que dan estructura a la composición. La bóveda está ornamentada con una sucesión de cuadros. La configuración de este espacio lo encuadra dentro del estilo renacentista en su versión de pureza clásica.
En los dos lados de la puerta se encuentran dos grandes armarios que guardan el archivo de actas capitulares. En ambos lados de la estancia hay un banco corrido que ocupa los laterales. Para terminar se encuentran los escudos de la catedral a un lado y el del obispo Sancho Dávila Toledo al otro.
Al frente hay un retablo del siglo XVI de Pedro Machuca, discípulo de Miguel Ángel, siendo la única decoración de la estancia. Está formado por 13 tablas simétricamente distribuidas en torno al motivo central de san Pedro de Osma. Se compone por tres calles de tres cuadros cada uno, separados por marcos tallados con racimos de parra en cuyos cruces hay medallones de efigies de santos, en los largueros divisorios también hay pinturas de santos. En las tablas se representan, en el primer cuerpo los cuatro Padres de la Iglesia, sentados en sillas moriscas leyendo o dialogando entre ellos; en el segundo, en su parte central, san Pedro de Osma y a sus lados san Pedro y san Pablo y en el tercer cuerpo, se halla la Virgen de la Piedad o Virgen del Manto con el Niño, a sus pies aparecen el obispo Pedro Cardenal Pacheco Ladrón de Guevara y otros miembros del cabildo en actitud orante, y a sus lados los evangelistas san Juan y san Lucas. En la coronación del retablo, en forma de óvalo, hay una tabla con la pintura de santa Verónica portando el lienzo del Santo Rostro.
Es la obra cumbre de Vandelvira. Se accede a ella desde el crucero de la parte del Evangelio. En la antesacristía se encuentra el escudo del obispo Diego Tavera Ponce de León (1555-1560), bajo cuyo mandato se realizaron estas obras. Las medidas de la sala son de 25 m por 14 m, que se extienden perpendicularmente al eje de la sala capitular. La composición se basa en la articulación de arcos y columnas que se suceden con un ritmo elegante, resultando coherente con el diseño de las naves de la catedral.
Tiene ochenta columnas corintias, de las cuales 36 son exentas, de una sola pieza de piedra, y 44 semientregadas, todas en grupos de cuatro sobre 18 altos pedestales. Tiene una doble arquería, la primera rematada con una cornisa superior que sirve de apoyo a la segunda. La cubierta de la sacristía es una bóveda de medio cañón decorada con figuras geométricas de círculos y rectángulos. Está composición ideada por Andrés de Vandelvira consigue una sensación de robustez y ligereza, es una solución clásica que incorpora innovaciones como los elementos interpuestos entre los capiteles de las columnas y los entablamentos de los arcos.
En la cabecera central se conserva un retablo relicario, obra de Alonso de Mena de principios del siglo XVII, con reliquias de las once mil Vírgenes de Colonia, san Víctor y san Mauricio. El retablo presenta una hornacina central en la que se ubica la talla de una Inmaculada de origen napolitano del primer cuarto del siglo XVIII. Sobre el relicario se encuentran dos escudos episcopales de Sancho Dávila Toledo, y más arriba, en un medallón, el escudo del obispo Francisco Delgado López. En los intercolumnios laterales existen dos pinturas, del siglo XVII, de Cristo rodeado de ángeles y de la Virgen orante, coronada y rodeada de ángeles, a izquierda y derecha respectivamente.
En el muro derecho tiene cinco ventanas entre los intercolumnios, que le proporcionan luz natural. En el lado izquierdo se encuentran lienzos que son copias de cuadros de Rafael de Urbino, en el centro Cristo Salvador, y en los lados los cuatro evangelistas. Sobre la puerta, hay otra pintura, Magdalena moribunta, la santa aparece rodeada de ángeles tocando instrumentos. Los ornamentos que se emplean en las liturgias están guardados en unas enormes cajoneras que hay alrededor de toda la sacristía, entre las bases de las columnas. Por último existe un reloj neoclásico, del siglo XIX, obra de Antonio de Molina, miembro de la Real Escuela de Relojería.
Es una estancia cuadrada, situada a la derecha del crucero, entre las capillas de la Virgen de las Angustias y la de la Virgen de los Dolores, que sirve como distribuidor para la sacristía, las escaleras del Panteón y las escaleras de las galerías altas. Las puertas de ambas escaleras se enmarcan en el testero, que se presenta como una gran ventana serliana en cuyo nicho central se encuentra la Custodia, sobre este se encuentra el escudo catedralicio, y sobre las puertas el escudo del obispo Diego Tavera Ponce de León. Perpendicular al testero se encuentra la portada de la sacristía, con columnas jónicas. Sobre la puerta se encuentra la inscripción latina:
El panteón de los canónigos y prebendados de la catedral se haya situado bajo el piso de la sala capitular y de la sacristía. Está formado por tres salas, que fueron las primeras que se edificaron en la catedral de Vandelvira, y sirven de refuerzo compacto tanto de la sala capitular como de la sacristía. En la arquitectura destacan las bóvedas rebajadas que cubren el espacio.
Al panteón se desciende por una escalera de peldaños gigantes, que parte de la antesacristía y desemboca en el vestíbulo, que presenta un amplio arco de medio punto apoyado en un arco triple, siendo el central más amplio que los laterales. Desde este vestíbulo se accede a la segunda sala por una portada también en arco de medio punto sostenido por columnas jónicas adosadas, cuyo entablamento descansa sobre relieves de alegorías recostadas del año 1560.
La segunda sala fue una capilla dedicada a Nuestra Señora del Amparo, presenta una bóveda rebajada jalonada por grandes nichos en forma de arco que se introducen el la propia bóveda. En el testero, adosado al arco central, se dispone el altar. A la izquierda de este hay una puerta por la que se accede al panteón propiamente dicho, con una bóveda de cañón, donde antiguamente se enterraban los prebendados de la catedral, dispuestos en varias filas de nichos.
El museo ocupa el espacio del panteón desde la década de los sesenta, aprovechando su distribución tripartita se habilitaron tres salas de exposición de los tesoros artísticos de la Catedral y de otras iglesias de la diócesis.
En escultura sobresalen más obras renacentistas que barrocas, destacando la talla policromada de San Lorenzo, obra cumbre de finales del siglo XVI y que presenta un violento escorzo manierista. En la escultura barroca destaca la de San Juan de Dios, mientras que del siglo XVIII lo hacen la Inmaculada, San Ambrosio y San Agustín.
Las pinturas están fechadas entre finales del siglo XV y el XIX, aunque el período con mayor número de obras es el Barroco, destacando, la Sagrada Familia, de Pedro Machuca en el siglo XVI; y la tabla de la anunciación. En la pintura barroca, sobresale la Virgen de la O y el Crucificado de Sebastián Martínez, La adoración de los pastores obra del italiano Miguel Ángel Corbi en 1716, así como el Cristo, camino del Calvario de Ambrosio de Valois.
También destacan otras obras realizadas en alabastro, coral, bronce, forja y orfebrería, entre las que se pueden destacar un retablito de madera y alabastro renacentista con el tema de la Crucifixión; un descendimiento de alabastro inspirado en diseños flamencos manieristas; el relicario de santa Cecilia, de madera de ébano con incrustaciones de bronce, originaria de Augsburgo y con influencia italiana; la Coronación de la Virgen, realizada en coral; la Sagrada Familia, italiana y realizada en cera; el tenebrario y hachero, de hierro repujado y dorado del maestro Bartolomé; así como cálices, copones, cruces procesionales, atriles, etc., realizados en oro o plata.
Las galerías altas se sitúan por encima de las capillas y están comunicadas con el templo mediante las escaleras de la antesacristía y las de la capilla de San Fernando. Cabe destacar la galería situada en el ángulo meridional, sobre la portada del crucero, donde se unen el bloque de la sala capitular y la sacristía con el del templo, aquí existen seis arcos de medio punto sostenidos por columnas jónicas, realizadas por Andrés de Vandelvira. También es interesante la portada interior realizada, por Juan de Aranda, con motivos geométricos, así como otros detalles virtuosos de cantería presentes en ventanas y pasillos.
Estás galerías guardan en su interior la Biblioteca Capitular, fondo bibliográfico que abarca multitud de libros, tratados, misales miniados y obras de la Ilustración; y el Archivo Histórico Diocesano, que abarca desde el siglo XIII hasta nuestros días, incluyendo bulas papales, breves apostólicos, documentos de la curia romana, documentos reales, actas capitulares y otros muchos documentos y legajos.
En las dependencias existen gran cantidad de cuadros procedentes de la propia catedral y del Palacio episcopal, destacando una sala donde se hallan los retratos de los obispos de la diócesis, esta sala está presidida por las Tentaciones de Cristo, un óleo barroco del siglo XVII, representa a Cristo rodeado de ángeles y de demonios. También son reseñables los lienzos de la Presentación de Jesús en el templo, de Juan Ruiz Soriano en el siglo XVIII; Crucifixión, del siglo XVII; San Diego de Alcalá, del siglo XVIII.
La Custodia del Corpus Christi actual es una réplica de la original (destruida en 1936 tras el estallido de la guerra civil) efectuada por Juan Ruiz "El Vandalino", quien firmó el contrato para realizarla en 1533, estableciendo a tal fin su residencia en la ciudad de Jaén, donde el cabildo le proporcionó vivienda y obrador junto al Convento de la Merced. Alexandre de Laborde hizo una reseña de la Custodia en su obra Itinerario descriptivo de las provincias de España de 1809.
La obra estaba realizada en plata, de planta hexagonal y de seis cuerpos que iban disminuyendo progresivamente. En el primer cuerpo estaba colocado el viril sostenido por ángeles con un diámetro de unos 12 cm, rodeado por columnitas con imágenes de los apóstoles, en el segundo cuerpo había tallados ángeles junto con Abraham e Isaac, en el tercero estaba la imagen de la Virgen María, en el cuarto la de san Juan, el quinto y sexto en disminución hasta terminar con el remate del Resucitado. Medía 2 m de altura y su peso era de 109 kg.
El papa Clemente VII promulgó en el 20 de diciembre de 1529, a petición del cardenal obispo Esteban Gabriel Merino, una bula por medio de la cual se concedía, por instrucción del obispo:
Esta bula expedida por el papa Julio III el día 14 de julio de 1553 y solicitada por el entonces obispo Pedro Pacheco Ladrón de Guevara, confirmaba y concedía nuevas gracias a la bula del papa Clemente VII. El original se conserva en el archivo de la Catedral.
Es una edificación adosada a la fachada norte de la Catedral, realizada debido al desnivel y a los daños ocasionados por el terremoto de Lisboa de 1755. El proyecto de esta obra fue diseñado por el arquitecto madrileño Ventura Rodríguez en el año 1764, aunque la ejecutó su sobrino Manuel Martín Rodríguez. Se inauguró en el año 1801 y se consagró el 22 de marzo de ese año.
El Ayuntamiento de Jaén y la Junta de Andalucía han trabajado para anexar la candidatura de la Catedral al expediente de Patrimonio de la Humanidad de Úbeda y Baeza. Ambas ciudades se adhirieron al proyecto de ampliación del expediente el 27 de enero de 2011. Para la realización de estos trabajos se ha contratado a un equipo multidisciplinar que elabora un estudio de la catedral jiennense.
A principios de enero de 2010 el Cabildo catedralicio decidió comenzar a cobrar en un futuro a los visitantes la entrada a la Catedral durante las horas no destinadas al culto, para poder así sufragar los costes de conservación y reparación de la Catedral, necesarios para su aprobación por la UNESCO. Entre las reparaciones más urgentes se encuentra la de la techumbre y la cúpula central, que debido al temporal de lluvias del invierno de 2009-2010 presentan goteras y otros desperfectos.
El 27 de enero de 2012 la «Catedral de Jaén (extensión del conjunto monumental renacentista de Úbeda y Baeza)» fue inscrita en la Lista Indicativa de España del Patrimonio de la Humanidad, en la categoría de bien cultural (nº. ref 5667).
Un estudioEspaña. Ejemplo de esto son las catedrales de Asunción, Málaga, Mérida, Guadalajara, Oaxaca, Puebla, Morelia, Ciudad de México, Lima, Bogotá, Sucre, Cuzco y la de Antigua Guatemala.
propone que la catedral de Jaén sirvió de modelo para la construcción de otras catedrales en América y enNo obstante, esta idea fue rechazada por el estudio realizado por ICOMOS, una asociación civil no gubernamental ligada a la UNESCO que es responsable de proponer los bienes que reciben el título de Patrimonio Cultural de la Humanidad, y que alegó que la catedral de Jaén "tiene una fecha demasiado tardía como para ser descrita como introductoria de las ideas del Renacimiento en España". Además, tampoco consideró que "la innovación tecnológica generada por Vandelvira en Úbeda y Baeza con una escuela de cantería de primer nivel que se manifiesta en otros edificios del Nuevo Mundo". Ante este informe, la candidatura de la seo jiennense fue retirada el 30 de mayo de 2014 antes de la votación de la UNESCO. .
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