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Estado de Chile



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Chile, oficialmente República de Chile,[21]​ es un país ubicado en América del Sur. Su capital es la ciudad de Santiago.

Está constituido por tres zonas geográficas.[4]​ La primera de ellas, Chile continental, comprende una franja en la costa occidental del Cono Sur que se extiende entre los paralelos 17°29'57" S y 56°32'12" S, mayormente desde la ribera sudoriental del océano Pacífico hasta las cumbres más altas divisorias de aguas de la cordillera de los Andes. Alcanza un largo de 4270 km,[22]​ un ancho máximo de 445 km en los 52°21' S y un mínimo de 90 km en los 31°37' S.[4]Limita con Perú al norte, Bolivia al nordeste y Argentina al este, totalizando 7801 km de fronteras terrestres,[5][n 3]​ y el pasaje de Drake al sur. La segunda, Chile insular, corresponde a un conjunto de islas de origen volcánico en el océano Pacífico Sur: el archipiélago Juan Fernández y las islas Desventuradas, pertenecientes a Sudamérica, así como la isla Salas y Gómez y la isla de Pascua, ubicadas en Oceanía. La tercera, el Territorio Chileno Antártico,[23]​ es una zona de la Antártida[24]​ de 1 250 257,6 km² entre los meridianos 53° O y 90° O sobre la cual la nación más cercana reclama soberanía, prolongándose hasta el Polo Sur, pero está supeditada a lo estipulado en el Tratado Antártico, del que es signataria.[25][26]​ Debido a lo mencionado, se define como un país tricontinental.[4][27][28]

Tiene una costa de 6435 km de longitud[6]​ y ejerce derechos exclusivos, reclamaciones de diverso grado y soberanía sobre su espacio marítimo, llamado mar chileno.[29]​ Este comprende cuatro zonas:[30]​ el mar territorial (120 827 km²),[31]​ la zona contigua (131 669 km²),[31]​ la zona económica exclusiva (3 681 989 km²)[32]​ y la correspondiente plataforma continental (161 338 km²).[32]

Es considerado un país de ingreso alto por el Banco Mundial y en vías de desarrollo por la Agencia Central de Inteligencia.[33][34][35]​ Sus más de 18 millones de habitantes[8]​ promedian índices de alfabetización,[10]calidad de vida,[36][37]crecimiento económico,[38]desarrollo humano,[10]esperanza de vida,[10]globalización[39]​ y PIB per cápita[40]​ que están entre los más altos de América Latina.

Antes del descubrimiento de América, las tierras situadas al sur del desierto de Atacama ya se llamaban Chili en la tradición indígena.[41]​ Una vez instalados en Nueva Castilla y Nueva Toledo, los conquistadores españoles siguieron llamando de esa forma a la región del sur, a veces también conocida como «valle de Chile», nombre que se extendió posteriormente a todo el actual país.[42]

Aunque se desconoce el origen del topónimo de «Chile», existen varias teorías.[43][44][45]​ El apelativo se habría originado en la palabra quechua chire, 'frío';[46][47]​ en Chille, antiguo hidrónimo en el valle del Aconcagua;[48][49]​ en el epónimo Tili —el cacique picunche que gobernaba ese mismo valle a la llegada de los incas, antes del arribo de los españoles—;[50]​ en el término quechua chili, 'la flor y nata de la tierra';[51]​ en chili, onomatopeya mapuche del canto del trile,[52]​ palabra usada para llamar a este pájaro de manchas amarillas en las alas;[53][54]​ en la voz aimara chilli, 'donde se acaba la tierra';[55][56]​ o se habría debido a un grupo de indios mitimaes, trasplantado al «valle de Chile» por los incas, que provendría de una región donde existiría un río bautizado con ese nombre.[44]

Bajo el gobierno del director supremo Ramón Freire, un decreto estableció el nombre «Chile» para designar oficialmente el país el 30 de julio de 1824.[57]

Los restos arqueológicos más antiguos de Chile han sido ubicados en Monte Verde[58]​ (región de Los Lagos), circa 12800 a. C.,[59]​ a finales del Paleolítico Superior, convirtiéndolo en el primer asentamiento humano conocido en América.[60]​ En este periodo descolló la cultura Chinchorro, desarrollada en el norte del país entre 5000 y 1700 a. C.,[61]​ la primera del mundo en momificar artificialmente a sus muertos.[62]

La población de Chile prehispánico aumentó de algunos miles de paleoindios en el VII milenio a. C. a 1 200 000 indígenas en el siglo XVI.[63]​ Entonces, el actual país estaba habitado por diversas culturas aborígenes ubicadas en franjas longitudinales, que incluso cruzaban la cordillera de los Andes y llegaban al océano Atlántico.

En el norte del país, los aimaras, atacameños y diaguitas establecieron a partir del siglo XI culturas agrícolas fuertemente influenciadas por el Imperio incaico; desde fines del siglo XV, dicho imperio dominó la mitad norte del actual Chile hasta el río Maule[64]​ y estableció dos wamanis o provincias: «Elki» y «Chili».[65]​ En las costas de las zonas norte y central, habitó el pueblo chango. Al sur del río Aconcagua, se establecieron los distintos grupos mapuches, agricultores y ganaderos, que son el principal grupo indígena del país. En los canales patagónicos, habitaron los nómadas canoeros chonos, kawésqar y yaganes; y en la estepa patagónica, los nómadas terrestres aónikenk y selknam.[66][67]​ En la isla de Pascua, se desarrolló la cultura polinésica rapanui que casi se extinguió a mediados del siglo XIX.[68][69]

En noviembre de 1520, Fernando de Magallanes fue el primer explorador europeo en reconocer el actual territorio chileno al recorrer el estrecho que lleva su apellido.[70]

En 1535 los conquistadores españoles intentaron hacerse con las tierras del «valle de Chile» tras conquistar el Imperio inca. La primera expedición, liderada por Diego de Almagro, fracasó.[71]Pedro de Valdivia intentó nuevamente conquistar las tierras al sur del continente, atravesando el desierto de Atacama en 1540. Valdivia fundó varios asentamientos[72]​ —el primero y principal, el 12 de febrero de 1541, Santiago de Nueva Extremadura—.[73]​ Posteriormente, Valdivia inició una campaña militar hacia los territorios más al sur, donde murió tras una emboscada tendida por el toqui Lautaro,[72]​ iniciando la Guerra de Arauco al enfrentarse a las tribus mapuches. Este enfrentamiento bélico, cuya primera fase Alonso de Ercilla relató en La Araucana (1569), se extendió a lo largo de tres siglos, aunque con distintos periodos de paz gracias a la realización de «parlamentos» —como el de Quilín,[74]​ que estableció un límite entre el gobierno colonial y las tribus indígenas a lo largo del río Biobío en 1641, dando nombre a la zona conocida como La Frontera—.[75]

La Capitanía General de Chile, inicialmente llamada «Nueva Extremadura»[73][76]​ y después «Reino de Chile»,[49][52][54][77]​ fue una de las posesiones más australes del Imperio español. Debido a su posición alejada de los grandes centros y rutas comerciales imperiales y al conflicto con los mapuches, Chile fue una capitanía dependiente del Virreinato del Perú, cuya economía estaba destinada a abastecer a dicho virreinato con materias primas —cuero, sebo y trigo[74][78]​— y a los españoles del territorio chileno.

En el marco de la operación conjunta hispanoamericana, el proceso de emancipación de Chile comenzó con el establecimiento de la Primera Junta Nacional de Gobierno el 18 de septiembre de 1810, tras la detención del rey Fernando VII en España por Napoleón Bonaparte del Primer Imperio francés. Fue iniciado así el periodo de la Patria Vieja, destacando el líder José Miguel Carrera y se prolongó hasta la batalla de Rancagua en 1814 cuando las tropas del Ejército Real de Chile reconquistaron el territorio, las cuales fueron hostilizadas por la Guerra de Zapa dirigida por Manuel Rodríguez. Las tropas independentistas chilenas refugiadas en la ciudad de Mendoza formaron junto con las rioplatenses —actual Argentina— el Ejército de los Andes, comandado por José de San Martín, que liberó Chile tras la batalla de Chacabuco el 12 de febrero de 1817, empezando la etapa de la Patria Nueva. La Independencia de Chile fue declarada un año exacto después, bajo el gobierno del director supremo Bernardo O'Higgins y ratificada luego de la batalla de Maipú el 5 de abril de 1818 por el Ejército Unido Libertador de Chile. En la región, envió la Expedición Auxiliadora Chilena a Argentina e integró la Expedición Libertadora del Perú.

O'Higgins inició un periodo de reformas que provocó el descontento de gran parte de la oligarquía, lo que causó su abdicación en 1823.[79]​ Ese mismo año, mediante la Constitución,[80]​ fue abolida la esclavitud en Chile.[81]​ Durante los siete años siguientes, una serie de procesos buscó organizar el nuevo país. Tras varios ensayos constitucionales y el triunfo conservador en la Revolución de 1829, fue iniciado un periodo de estabilidad con la llamada República Conservadora, cuyo máximo referente fue el ministro Diego Portales, quien sentó las bases de la organización del país con la Constitución de 1833.[82]

Chile comenzó a expandir su territorio y a establecer sus fronteras. Mediante la conquista de Chiloé y el tratado de Tantauco, el archipiélago de Chiloé fue incorporado en 1826.[83]​ La economía tuvo un gran auge debido al descubrimiento del mineral de plata de Chañarcillo y al creciente comercio del puerto de Valparaíso,[84]​ lo que llevó a un conflicto por la supremacía marítima en el Pacífico Sur con Perú. La formación de la Confederación Perú-Boliviana fue considerada una amenaza para la estabilidad del país y Portales declaró la guerra, que terminó con la victoria del Ejército Unido Restaurador en 1839 y la disolución de la Confederación. Al mismo tiempo, se intentó afianzar la soberanía en el sur de Chile, intensificando la penetración en La Araucanía y la colonización de Llanquihue con inmigrantes alemanes.[85]​ Por medio de la fundación del fuerte Bulnes, la región de Magallanes fue incorporada en 1843,[85]​ mientras que las zonas de Antofagasta, entonces territorio boliviano, y Aysén comenzaron a ser pobladas. Entre 1865 y 1866, Chile estuvo en guerra contra España. En 1871 se logró un armisticio y en 1883 se firmó el Tratado de Paz y Amistad entre ambas naciones.

Luego de treinta años de gobierno conservador y tras la llamada «cuestión del sacristán», en 1861 se inició un periodo de dominio del partido Liberal, caracterizado por la riqueza económica obtenida de la explotación minera del salitre en la zona de Antofagasta, lo que provocó diferencias limítrofes con Bolivia, país que reclamaba dicho territorio como suyo. Aunque habían firmado tratados de límites en 1866 y 1874, no lograron resolver sus disputas. El 14 de febrero de 1879, fue efectuada la ocupación chilena de Antofagasta, iniciando las acciones militares contra Bolivia. En 1873 se había suscrito el tratado de Alianza Defensiva Perú–Bolivia,[86]​ por lo que Chile declaró la guerra a ambos el 5 de abril de 1879, iniciando formalmente la Guerra del Pacífico, la mayor en la historia del país,[87]​ que finalizó en 1884 con la victoria de Chile, la firma del tratado de Ancón con Perú y el pacto de Tregua con Bolivia.[88]​ Tras el conflicto, Chile obtuvo el dominio sobre el departamento boliviano del Litoral y las provincias peruanas de Tarapacá, Arica y Tacna, esta última hasta 1929, y resolvió la mayoría de sus asuntos limítrofes con Argentina en la Patagonia en 1881 y la Puna de Atacama en 1898.[89]​ Entre 1861 y 1883 llevó a cabo la Ocupación de la Araucanía[90]​ y en 1888 fue anexada la isla Rapa Nui.[91]

En 1891 el conflicto entre el presidente José Manuel Balmaceda y el Congreso Nacional desencadenó una guerra civil,[92]​ donde los congresistas triunfaron e implantaron la República Parlamentaria.[93]​ Pese al auge económico, el periodo se caracterizó por una inestabilidad política y el inicio del movimiento proletario de la llamada «cuestión social», provocada por una desigual distribución de la riqueza y diversos problemas que afectaban al mundo popular.[94][95]

Tras años de dominio de la oligarquía, en 1920 fue elegido Arturo Alessandri, quien se transformó en un puente provisorio entre la «canalla dorada» y la «querida chusma», como denominaba respectivamente a la élite y a las masas populares, que se encontraban cada vez más agitadas.[96][97]​ La crisis se agudizó y llevó a la renuncia de Alessandri en dos oportunidades. Pese a ello, logró promulgar la Constitución de 1925, que originó la República Presidencial.[97]

Carlos Ibáñez fue elegido en 1927 con gran respaldo popular, pero los estragos de la Primera Guerra Mundial, en la que el país se declaró neutral, la mala política económica en el uso de los recursos y la Gran Depresión acabaron con la riqueza creada por la extracción del salitre, produciendo una fuerte crisis económica.[98]​ En menos de tres años el PIB cayó a menos de la mitad y el país fue considerado el más afectado por la crisis mundial.[99]​ Ibáñez renunció en 1931 y la inestabilidad política aumentó tras un golpe de Estado que originó la breve República Socialista de Chile, antes de que Alessandri reasumiera el poder y recuperara la economía, lo que no aplacó la tensión entre los partidos políticos. La crisis política también era social; nuevos actores sociales exigían modificaciones a la manera de pensar el país.[98]

En ese escenario, Pedro Aguirre Cerda fue elegido presidente en 1938 por una alianza opuesta a los tradicionales gobiernos de la élite chilena, iniciando el periodo de gobiernos del partido Radical. Su mandato realizó diversos cambios, principalmente en el área económica, promoviendo la industrialización chilena mediante la Corporación de Fomento de la Producción, creada junto con la Corporación de Reconstrucción y Auxilio[100]​ tras el terremoto de Chillán de 1939, el más mortífero en la historia de Chile.[101][n 7]​ Además, su gobierno puso mayor atención a los problemas sociales y estableció la reclamación sobre el Territorio Chileno Antártico.[23]​ Su sucesor, Juan Antonio Ríos, se enfrentó a la oposición y a las presiones de Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial para declarar la guerra al Eje, con el que rompió relaciones diplomáticas en 1943. En 1945, Chile declaró la guerra a Japón[103]​ y fue uno de los cincuenta y un Estados fundadores de la ONU.[104]​ Tras ser apoyado por el partido Comunista, el radical Gabriel González Videla fue elegido presidente en 1946.[n 8]​ Sin embargo, al inicio de la Guerra Fría, el alineamiento del país a las potencias occidentales motivó la proscripción del comunismo a través de la llamada «Ley Maldita» en 1948.[105][106]

En 1952 Carlos Ibáñez del Campo fue nuevamente electo presidente,[n 9]​ precedido de una profunda desafección ciudadana a los partidos políticos y la participación, por primera vez, de las mujeres en elecciones presidenciales.[107]​ El apoyo popular se dispersó con el correr de su mandato tras dificultades en la implementación de un programa de gobierno adscrito al nacionalismo populista.[108]

En 1958 fue elegido el independiente de derecha Jorge Alessandri con el 31,6 %, siendo ratificado por el Congreso pleno.[n 10]​ Su gobierno enfrentó el caos producido por el terremoto de Valdivia de 1960, el mayor registrado en la historia de la humanidad,[109][n 11]​ lo que no impidió la realización de la Copa Mundial de Fútbol de 1962.[110]​ En este periodo se inició la reforma agraria,[111]​ se creó el Indap, Chile ingresó a la Alalc —hoy Aladi—, y se estableció el sistema político de los «tres tercios» —compuesto por la derecha, la Democracia Cristiana y el izquierdista Frente de Acción Popular—.

Temiendo una victoria del Frente de Acción Popular, la derecha apoyó al demócrata cristiano Eduardo Frei Montalva, quien fue elegido en 1964. Pese a que intentó realizar su programa de gobierno llamado «Revolución en libertad»,[112]​ a través de la expansión de la reforma agraria[113][114]​ y la chilenización del cobre,[115][116]​ la ascendente tensión política produjo una serie de enfrentamientos a fines de su mandato.

Con el apoyo de la Unidad Popular, Salvador Allende fue elegido en 1970 con el 36,3 % de los votos, siendo ratificado por el Congreso pleno.[n 12]​ Su gobierno enfrentó problemas económicos externos, como la crisis mundial de 1972-1973, tuvo una errática política económica y la fuerte oposición del resto del espectro político y del gobierno estadounidense de Richard Nixon.[117]​ El cobre fue nacionalizado en 1971,[118]​ pero esto no impidió que el país cayera en una crisis económica y que la hiperinflación llegara a cifras de alrededor del 600 y 800 %.[119][120]

Los enfrentamientos callejeros entre opositores y adherentes de la Unidad Popular se hicieron frecuentes y alcanzaron altos niveles de violencia. Allende, quien creía en una revolución democrática, perdió el apoyo del Partido Socialista, que creía en la legitimidad de un levantamiento popular armado para retener el poder. Finalmente, el 11 de septiembre de 1973 se produjo un golpe de Estado que acabó con el gobierno de Allende, quien se suicidó tras el bombardeo al Palacio de La Moneda.[121]

Tras el golpe de Estado, se instauró una dictadura militar encabezada por Augusto Pinochet, comandante en jefe del Ejército. En este periodo se estableció la represión política contra la oposición y se produjeron diversas violaciones a los derechos humanos[122][123]​ —hubo más de 1000 detenidos desaparecidos, 3000 asesinados,[n 13]​ más de 35 000 torturados[n 14]​ y alrededor de 200 000 exiliados[cita requerida]—. En el ámbito económico, Pinochet dirigió una reestructuración del Estado ideada por los llamados Chicago Boys, quienes iniciaron una serie de reformas neoliberales en 1975 que, tras una de las peores caídas en el PIB desde 1929 en −12,9 % para ese año y del ingreso nacional bruto disponible en −23,9 %, llevaron a un crecimiento económico con una tasa promedio anual del 7,3 % entre 1976 y 1981, produciendo el llamado «milagro de Chile».[124]

En 1978 Chile y Argentina se enfrentaron en el conflicto del Beagle, por el dominio de las islas Picton, Nueva y Lennox, que estuvo a horas de provocar una guerra entre ambos países, siendo impedido por la mediación de Juan Pablo II.[125]

El periodo de mayor crisis coincidió con el cambio de década. En el plebiscito de 1980,[126][127]​ cuestionado por diversos organismos internacionales, Pinochet logró la aprobación de una nueva Constitución.[21]​ Sin embargo, la crisis económica de 1982 generó un crecimiento negativo e incrementó el desempleo y la pobreza, lo que originó en 1983 una serie de protestas contra el gobierno y su modelo económico que se extendió hasta el final de su mandato. Durante 1985, tras la reducción del gasto social y la privatización de la mayoría de las empresas estatales —muchas de ellas a un precio inferior al de mercado—,[128][129][130]​ la economía logró recuperar su crecimiento económico, aunque también amplificó la desigualdad en la distribución del ingreso con niveles de pobreza en torno al 40 %.[124]

A fines de los años 1980, se vivió un proceso de retorno a la democracia que culminó con el plebiscito de 1988 y la victoria de la opción No con el 54,71 % de los votos escrutados.[131][n 15]​ Augusto Pinochet dejó el cargo el 11 de marzo de 1990 y asumió Patricio Aylwin como primer presidente del periodo conocido como Transición.[132]​ Aylwin se convirtió en el primero de cuatro presidentes que gobernaron como parte de la Concertación, la coalición de centroizquierda opositora a Pinochet en el plebiscito y que estaba formada por demócrata cristianos, radicales y socialistas. Tras Aylwin, fueron elegidos Eduardo Frei Ruiz-Tagle (1994-2000),[133]Ricardo Lagos (2000-2006)[134]​ y Michelle Bachelet, que en 2006 se convirtió en la única mujer en serlo en la historia del país.[135]

Los gobiernos de la Concertación se caracterizaron por restaurar el régimen democrático, estableciendo una nueva política nacional fundada en la unidad e intentando restablecer relaciones con las Fuerzas Armadas. Las violaciones a los derechos humanos cometidas durante la dictadura fueron reconocidas oficialmente a través del Informe Rettig[136]​ y la Comisión Valech y se iniciaron juicios para determinar culpables, muchos de los cuales terminaron con el encarcelamiento de los militares responsables. En 2005, una reforma a la Constitución permitió eliminar los principales espacios de influencia del antiguo régimen que aún quedaban en el gobierno del país.

Económicamente, la Transición se caracterizó por un importante crecimiento y un fortalecimiento de la posición fiscal y financiera del país. El PIB per cápita (PPA) pasó de unos USD 5835 en 1990 a USD 18 950 en 2010,[137]​ convirtiendo a Chile en uno de los países más desarrollados de América Latina. El modelo neoliberal se mantuvo, aunque se impulsaron y profundizaron políticas económicas centradas en el gasto público social resguardando la estabilidad macroeconómica y reduciendo significativamente la pobreza; un 23,5 % de la población superó la línea de la pobreza entre 1990 y 2009.[138]​ Se potenció la reinserción del país en los mercados internacionales, celebrando tratados de libre comercio con los principales socios comerciales[139][140][141]​ y el ingreso del país a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos en 2010.[142][143]

En 2010, Sebastián Piñera se convirtió en el primer centroderechista en ser electo presidente del país tras 52 años.[144]​ Su mandato se caracterizó por la recuperación económica tras la crisis financiera de 2008 y la reconstrucción de las zonas afectadas por el terremoto de 2010 en la zona central del país.[145][146]​ Sin embargo, enfrentó importantes movimientos sociales, principalmente de estudiantes secundarios y universitarios en 2011 y protestas regionales en Magallanes y en Aysén, además de acusaciones sobre manipulación de cifras, especialmente en el ámbito de la caracterización de la pobreza, la inflación y el censo de 2012; a los que se sumarían casos de presunta corrupción en algunos de sus colaboradores tras finalizar su gobierno.[147][148]

En 2013, fue elegida Michelle Bachelet para un segundo periodo presidencial apoyada por las fuerzas de la Nueva Mayoría.[149]​ Su gobierno se caracterizó por el impulso de una serie de reformas,[150]​ muchas orientadas a las demandas de los movimientos sociales surgidos los años anteriores; dentro de las más destacadas están los cambios al sistema tributario,[151]​ la despenalización parcial del aborto, reformas al sistema educacional y la implementación gradual de la gratuidad en todo el sistema escolar, incluyendo la educación superior.[152]​ Bachelet también debió enfrentar la aparición de varios casos de corrupción que sacudieron tanto al mundo político como a la élite económica del país.[153]​ En 2018, Piñera asumió su segundo mandato presidencial, tras ganar en las elecciones celebradas el año previo. En su segundo mandato se produjeron las mayores protestas desde el retorno a la democracia, en donde se llegó a decretar el toque de queda en algunas ciudades.

La República de Chile es un Estado unitario, democrático y presidencialista, conformado por diversas instituciones autónomas insertas en un esquema constitucional que determina ciertas funciones y distribuye las competencias entre los órganos del Estado. La administración del estado es funcional y territorialmente descentralizada y desconcentrada.[21]

Aprobada en el plebiscito del 11 de septiembre de 1980,[126]​ la Constitución Política de la República de Chile[21]​ —el décimo texto constitucional en la historia chilena— ha regido el país desde el 11 de marzo de 1981. A partir de 1989, ha sido reformada en dieciocho oportunidades.

El poder ejecutivo o, más propiamente, el gobierno y la administración pública, están encabezados por el presidente de la República, quien es el jefe de Estado y el jefe de gobierno. Según la Constitución, el presidente permanece en el ejercicio de sus funciones por un término de 4 años y no puede ser reelegido para el periodo siguiente.[154]​ El presidente de la República designa a los ministros de Estado, quienes son sus colaboradores directos e inmediatos en el gobierno y administración del Estado y funcionarios de su exclusiva confianza.

El poder legislativo reside tanto en el presidente de la República —en calidad de colegislador— como en el Congreso Nacional, con sede en Valparaíso,[155]​ de carácter bicameral, compuesto por un Senado y una Cámara de Diputados elegidos por votación popular. El Senado está formado por 50 senadores[n 16]​ que permanecen en el cargo por 8 años con la posibilidad de ser reelectos en sus respectivas circunscripciones, las que eligen dos senadores en cada elección; cada 4 años se renueva la mitad de la plantilla de senadores en las elecciones parlamentarias regulares. La Cámara de Diputados está formada por 155 miembros que permanecen 4 años en el cargo y también pueden ser reelectos en sus respectivos distritos, los que eligen entre 3 y 8 diputados en cada elección, en que se renueva la totalidad de la cámara.

Para las elecciones parlamentarias, entre 1989 y 2013 se utilizó el sistema binominal,[156]​ el que fomentó el establecimiento de dos bloques políticos mayoritarios —Concertación y Alianza— a expensas de la exclusión de grupos políticos no mayoritarios.[157]​ Los opositores de este sistema aprobaron en 2015 un sistema electoral proporcional moderado que rige desde las elecciones parlamentarias de 2017,[158]​ permitiendo el ingreso de nuevos partidos y coaliciones.

El poder judicial, constituido por tribunales autónomos e independientes que ejercen la función jurisdiccional, tiene a la Corte Suprema de Justicia como su máxima instancia, cortes de apelaciones en cada región y tribunales inferiores de competencia común y especializados a lo largo del país. Además, existe un Ministerio Público autónomo y jerarquizado, que dirige en forma exclusiva la investigación criminal y ejerce la acción penal pública.

El Tribunal Constitucional, autónomo e independiente, tiene el control de constitucionalidad de los proyectos de ley y de los autos acordados, decretos y leyes. Asimismo, la autónoma Contraloría General de la República ejerce el control de legalidad de los actos de la administración pública y fiscaliza el ingreso y la inversión de los fondos públicos.

El Tribunal Calificador de Elecciones y dieciséis tribunales electorales regionales son los encargados de la calificación de las elecciones y de resolver las reclamaciones electorales, mientras que el Servicio Electoral se encarga de la organización de los procesos electorales y de la administración del registro electoral y del registro de los partidos políticos.[159]

A lo largo de la historia de Chile han existido diversos partidos políticos, los que fueron o prohibidos[160]​ o suspendidos[161]​ en 1973. En 1987,[162]​ los partidos políticos se reorganizaron para participar en el plebiscito nacional de 1988. Aunque el fin del sistema electoral binominal y otros cambios políticos han generado un panorama más amplio de partidos, la estructura de coaliciones existente hasta la fecha sigue alineada con la creada para el plebiscito de 1988.

Las principales coaliciones políticas existentes en Chile son:

En el Congreso Nacional, la coalición oficialista Chile Vamos posee 72 diputados y 19 senadores, mientras el grupo parlamentario de la Nueva Mayoría está formado por 57 diputados y 21 senadores. El Frente Amplio es la tercera fuerza política con 20 diputados y 1 senador. Otros partidos con representación parlamentaria son Partido Liberal (2 diputados) País Progresista (1 senador y 1 diputada) y la Federación Regionalista Verde Social (4 diputados).[163][164]

La Constitución establece el derecho a sufragio a los 18 años[165]​ e indica que, en las votaciones populares, «el sufragio será personal, igualitario, secreto y voluntario».[166]​ La inscripción en el Registro electoral es automática.[167]​ A los chilenos residentes en el extranjero se les reconoce su derecho a votar en las elecciones primarias presidenciales, en las elecciones de presidente de la República y en los plebiscitos nacionales.[165][168]​ A los extranjeros avecindados en Chile se les reconoce su derecho a votar en todas las elecciones y plebiscitos, siempre que acrediten residencia en el país por más de cinco años, tengan cumplido dieciocho años de edad y no hayan sido condenados a pena aflictiva.[165]

Tanto los locales de votación como sus mesas son mixtos. Los vocales de mesa son elegidos de entre los mismos electores mediante sorteo previo. Quienes resulten electos tienen la obligación de presentarse y cumplir con los deberes establecidos por la ley, aunque ella provee algunos motivos que justifican su ausencia.

El sufragio femenino en igualdad al masculino se aprobó en 1949.[169]​ Las chilenas han votado en elecciones municipales desde 1935 y en las presidenciales a partir de 1952.[170]

Para su funcionamiento administrativo el país cuenta con 16 regiones, 56 provincias y 346 comunas.[171]

El gobierno de cada una de las regiones reside en el intendente, quien es nombrado por el presidente de la República y es su representante natural e inmediato en dicho territorio, manteniéndose en sus funciones mientras cuente con su confianza.[172]​ La administración regional corresponde a los gobiernos regionales, conformados por el respectivo intendente y un consejo regional, integrado por consejeros, electos por votación popular por periodos de 4 años. A su vez, el gobierno de cada provincia está a cargo del gobernador,[172]​ designado y removido libremente por el presidente. Por su parte, la administración local corresponde a las municipalidades, compuestas por un alcalde y un concejo comunal, electos por votación popular por periodos de 4 años.

Todas las regiones poseían un número romano, originalmente asignado conforme a su orden de norte a sur —aunque en el caso de la Región Metropolitana de Santiago no se utilizaba, pues estropea el patrón al ser la última de las trece en ser creadas—. La creación de dos regiones más en 2007 y una tercera en 2018 hizo que esta numeración perdiera su sentido original, aunque en algunos casos siguen siendo utilizadas popularmente.

La defensa del país está a cargo de las tres ramas de las Fuerzas Armadas chilenas: el Ejército (1810),[176]​ la Armada (1818)[177]​ y la Fuerza Aérea (1930),[178]​ cuyas funciones son preservar la integridad territorial y la seguridad exterior de la nación. En caso de guerra, el presidente de la República asume la jefatura suprema de ellas.[179]

A estas unidades militares regulares, se suman las Fuerzas de Orden y Seguridad de Chile, compuestas por el cuerpo de Carabineros (1927)[180]​ y la Policía de Investigaciones (1933),[181]​ que constituyen la fuerza pública y son las encargadas de dar eficacia al derecho y garantizar el orden público y la seguridad pública al interior del país. Además, existe el cuerpo de Gendarmería (1921),[182][183]​ encargado de custodiar las cárceles y otros recintos de reclusión, junto con brindar seguridad al interior de los tribunales, y la Agencia Nacional de Inteligencia (2004),[184]​ cuyo objetivo es producir inteligencia para asesorar al presidente de la República y a otras autoridades superiores del Estado en el resguardo de las amenazas de terrorismo, narcotráfico y el crimen organizado.

Administrativamente, las Fuerzas Armadas dependen del Ministerio de Defensa Nacional; Carabineros, la Policía de Investigaciones y la Agencia Nacional de Inteligencia, del Ministerio del Interior y Seguridad Pública; y el cuerpo de Gendarmería, del Ministerio de Justicia.

Chile no ha tenido un enfrentamiento bélico desde la Guerra del Pacífico (1879-1883). Es uno de los países con más gasto militar respecto a su PIB, un 2,7 % en 2006.[185]​ Según la ley 13196 de 1958,[186]​ este gasto es financiado en gran parte con el 10 % que debe entregar Codelco por las ganancias derivadas de la exportación de cobre. Esta cifra se explica debido a la larga extensión del contingente militar a causa de la particular forma geográfica del país y al costo derivado de los sistemas de previsión de exuniformados, que incluyen también a Carabineros, lo cual consume más del 54 % de los ingresos.[4]

Tras años en los que se planteó la abolición de su obligatoriedad, el servicio militar masculino se ha convertido en una inscripción voluntaria que, en caso de no llenar las vacantes, distribuye el resto de los cupos mediante sorteo entre los no voluntarios.[187]

Durante la dictadura militar, las Fuerzas Armadas alcanzaron un alto rango de importancia en la vida civil. Sin embargo, el excomandante en jefe del Ejército Juan Emilio Cheyre dio pasos importantes para asegurar la profesionalización, la prescindencia política del Ejército, su calidad de cuerpo no deliberante y la sujeción al poder civil democráticamente constituido. Uno de estos pasos fue el reconocimiento de las responsabilidades institucionales del Ejército en violaciones a los derechos humanos ocurridas entre 1973 y 1990.[188]

Chile mantiene relaciones diplomáticas con la mayoría de los países del mundo, donde tiene 73 embajadas y 110 consulados.[189]

En 1945 Chile fue uno de los cincuenta y un Estados fundadores de la ONU,[104]​ donde ha sido miembro no permanente de su Consejo de Seguridad en cinco ocasiones:[190]​ en los periodos 1952-1953, 1961-1962, 1996-1997, 2003-2004 y 2014-2015.[n 17]

Como apoyo a las misiones de paz de la ONU, Chile ha destacado diversos cuerpos militares en Bosnia y Herzegovina (UNMIBH),[191]Camboya (UNTAC),[192]Chipre (UNFICYP),[193]El Salvador (ONUSAL),[194]Haití (MINUSTAH),[195]India-Pakistán (UNMOGIP),[196]​ (UNIPOM);[197]Irak-Kuwait (UNIKOM),[198]Kosovo (MINUK), Líbano (UNOGIL),[199]Oriente Medio (UNTSO),[200]República Democrática del Congo (MONUC)[201]​ y Timor Oriental (UNTAET),[202]​ (UNMISET).[203]

En materia de derechos humanos, respecto a la pertenencia a los siete organismos de la Carta Internacional de Derechos Humanos, que incluyen al Comité de Derechos Humanos (HRC), Chile ha firmado o ratificado:

Chile se ubica a lo largo de una zona altamente sísmica debido a la subducción de las placas de Nazca y Antártica en la placa Sudamericana.[214]​ Es considerado el segundo país sísmicamente más activo del mundo, tras Japón, y el cuarto más expuesto a sufrir daños mayores por catástrofes naturales.[215][n 18]​ Incluido en el cinturón de fuego del Pacífico, Chile tiene la segunda mayor y activa cadena volcánica del planeta tras Indonesia.[218]​ A lo largo del territorio chileno continental, existen por lo menos dos mil volcanes;[218][219][220]​ de ellos, se consideran «geológicamente activos» quinientos.[218]

A fines del Paleozoico, hace 251 millones de años, Chile pertenecía al bloque continental denominado Gondwana. Era una depresión marina con sedimentos acumulados que comenzó a levantarse a fines del Mesozoico, hace 65 millones de años, debido al choque entre las placas de Nazca y Sudamericana, originando la cordillera de los Andes. El territorio sería modelado por millones de años más debido al plegamiento de las rocas, configurando el actual relieve.

El relieve chileno está integrado por la depresión intermedia, que cruza longitudinalmente el país, flanqueada por dos sistemas montañosos que componen cerca del 80 % del territorio:[221]​ la cordillera de los Andes al este —frontera natural con Bolivia y Argentina, con su punto más alto[n 19]​ situado en el Nevado Ojos del Salado, a 6891,3 m s. n. m.,[222]​ el volcán más alto del mundo[222][223][n 20]​ y la segunda cima de los hemisferios sur y occidental,[222]​ en la Región de Atacama— y la cordillera de la Costa al oeste —de menor altura con respecto a la de los Andes, con su punto más alto situado en el cerro Vicuña Mackenna, a 3114 m s. n. m., ubicado en la sierra Vicuña Mackenna, al sur de Antofagasta—. Entre la cordillera de la Costa y el Pacífico se encuentra una serie de planicies litorales, de extensión variable, que permiten el asentamiento de localidades costeras y grandes puertos. Algunas zonas del país abarcan territorios llanos al oriente de los Andes, como las estepas patagónicas y magallánicas, o son mesetas de altura rodeadas por elevados cordones montañosos, como el altiplano o Puna de Atacama.

El Norte Grande es la zona comprendida entre el límite septentrional del país y el paralelo 26° S, abarcando las tres primeras regiones del país. Se caracteriza por la presencia del desierto de Atacama, el de mayor aridez en el planeta.[224][225][226][227][228]​ El desierto se ve fragmentado por quebradas que originan la zona conocida como la pampa del Tamarugal. La cordillera de la Costa es maciza y cae abruptamente formando el farellón costero que reemplaza a las planicies litorales, prácticamente ausentes. La cordillera de los Andes, dividida en dos y cuyo brazo oriental recorre Bolivia, tiene una altura elevada y de importante actividad volcánica, la que ha permitido la formación del altiplano andino y de estructuras salinas como el salar de Atacama, debido a la acumulación de sedimentos durante siglos.

Al sur se encuentra el Norte Chico, que se extiende hasta el río Aconcagua. Los Andes comienzan a disminuir su altitud hacia el sur y a acercarse a la costa. A la altura de Illapel se encuentra la zona más angosta del territorio continental chileno, alcanzando los 90 km de distancia.[4]​ Los dos sistemas montañosos se entrecruzan, eliminando prácticamente la depresión intermedia. La existencia de ríos que atraviesan el territorio permite la formación de valles transversales, donde se ha desarrollado fuertemente la agricultura en el último tiempo, mientras que las planicies litorales comienzan a ampliarse.

La zona Central es la región más habitada del país. Las planicies litorales son amplias y permiten el establecimiento de ciudades y puertos junto al Pacífico, mientras que la cordillera de la Costa desciende su altura. La cordillera de los Andes mantiene alturas superiores a los 6000 m s. n. m., pero comienza lentamente a descender acercándose a los 4000 m s. n. m. en promedio. La depresión intermedia reaparece convirtiéndose en un fértil valle que permite el desarrollo agrícola y el asentamiento humano, debido a la acumulación de sedimentos. Hacia el sur, la cordillera de la Costa reaparece en la cordillera de Nahuelbuta, mientras los sedimentos glaciales originan una serie de lagos en la zona de La Frontera.

La Patagonia se extiende desde el seno de Reloncaví, a la altura del paralelo 41° S, hacia el sur. Durante la última glaciación, esta zona estuvo cubierta por hielos que erosionaron fuertemente las estructuras del relieve chileno. Como resultado de esto, la depresión intermedia se hunde en el mar, mientras la cordillera de la Costa origina una serie de archipiélagos, como el de Chiloé y el de los Chonos, hasta desaparecer en la península de Taitao, en el paralelo 47° S. La cordillera de los Andes pierde altura y la erosión producida por la acción de los glaciares ha originado fiordos. Al oriente de la cordillera —en el continente— o al norte de la misma —en la isla Grande de Tierra del Fuego—, se localizan pampas relativamente llanas, las que en la zona del estrecho de Magallanes cubren grandes extensiones.

Como previamente lo había hecho la cordillera de la Costa, la cordillera de los Andes comienza a desmembrarse en el océano originando un sinfín de islas e islotes hasta desaparecer en él, hundiéndose y reapareciendo en el arco de las Antillas Australes y luego en la península Antártica, donde se la denomina Antartandes, en el Territorio Chileno Antártico, que se extiende entre los meridianos 53° O y 90° O.[23]

En el medio del océano Pacífico, el país ejerce soberanía sobre varias islas de origen volcánico, conocidas en conjunto como Chile insular. De ellas, se destacan el archipiélago de Juan Fernández y la isla de Pascua, la que se encuentra en la zona de fractura entre la placa de Nazca y la placa Pacífica, conocida como dorsal del Pacífico Oriental.

Debido a las características del territorio, Chile está generalmente cruzado por diversos ríos de corta longitud, torrentosos y de escaso caudal,[4]​ que discurren comúnmente desde la cordillera de los Andes hacia el océano Pacífico en sentido este-oeste.

A causa del desierto, en la zona del Norte Grande solo existen cortas quebradas de carácter endorreico y el río Loa, el más largo del país con 440 km.[229]​ En la zona del altiplano, se encuentran las zonas de los bofedales que originan el lago Chungará, ubicado a 4500 m s. n. m., y los ríos Lauca, compartido con Bolivia, y Lluta.

A partir del Norte Chico, se inicia la zona exorreica, pues aumenta el número de ríos que forman valles de importancia agrícola, destacándose el Elqui con 75 km[229]​ de longitud, el Aconcagua con 142 km, el Maipo con 250 km[229]​ y su afluente, el Mapocho con 110 km, y el Maule con 240 km. Sus caudales proceden principalmente de los deshielos cordilleranos en el verano y de las lluvias durante el invierno. Los lagos de importancia de esta zona son el artificial Rapel, el Colbún, y las lagunas del Maule y de La Laja.

Hacia el sur, el río Biobío fluye a lo largo de 380 km, recorriendo un centenar de poblados junto a sus múltiples afluentes y alimentando importantes centrales hidroeléctricas que abastecen a gran parte de la población del país. Otros ríos de importancia son el Imperial-Cautín, con 230 km de longitud,[230]​ y el Toltén, con 231 km, donde desagua el lago Villarrica, el primero de los diversos lagos cordilleranos que existen en las regiones de La Araucanía, Los Ríos y Los Lagos. También son importantes el sistema de los Siete Lagos, el Ranco, el Puyehue, el Rupanco, el Todos los Santos y el Llanquihue, el segundo mayor lago del país con 860 km².

En la zona patagónica, los ríos son de menor envergadura, pero de un fuerte caudal, como el Yelcho-Futaleufú, el Palena, con 240 km[229]​ de longitud, el Baker, el más caudaloso del país, con 370 km,[229]​ y el Pascua, con 62 km.[229]​ Salvo el lago Presidente Ríos y la laguna de San Rafael, los lagos se encuentran junto al límite internacional, por lo que son compartidos con Argentina el General Carrera, el mayor del país con 978,12 km² en territorio chileno;[231]​ el Cochrane, el Dickson, el O'Higgins, el más profundo de América y el quinto del mundo con 836 metros;[232]​ el Palena y el Fagnano, en la Isla Grande de Tierra del Fuego.

En los Andes patagónicos existen grandes masas de hielo conocidas como campos de hielo que ostentan récords en el hemisferio sur solo superados por el continente antártico: las mayores reservas de agua dulce[233]​ y el más largo glaciar, el Pío XI (o Brüggen),[234]​ uno de los tantos de la región.

A lo largo del país existen trece humedales de importancia internacional, reconocidos como sitios Ramsar, con una superficie protegida total de 361 761 hectáreas.[235]

La amplitud latitudinal de Chile —que cubre más de 39 grados—, su relieve y la influencia del océano son los principales factores que explican la variedad climática del país.[4]​ Mientras la cordillera de los Andes regula el paso de masas de aire —impidiendo el acceso de vientos desde las pampas argentinas hacia el territorio chileno y la influencia marítima hacia la vertiente oriental—, la fría corriente de Humboldt produce un descenso de las temperaturas a lo largo de la costa —el aumento en su temperatura debido a El Niño genera en cambio fuertes lluvias e inundaciones en Chile—.[236][237]

En la zona del Norte Grande existe un clima desértico, con escasas precipitaciones. Las temperaturas tienen leves variaciones a lo largo del año, manteniéndose en promedio en torno a los 20 °C. En las zonas costeras se presenta abundante nubosidad conocida como «camanchaca», mientras que en las zonas interiores la oscilación térmica es alta con nula humedad y ausencia de nubes, lo que ha permitido la instalación de grandes observatorios astronómicos.[238][239]​ En la zona del altiplano, las temperaturas descienden debido al efecto de la altitud creando un clima estepárico frío caracterizado por lluvias en verano, conocidas como invierno altiplánico. En la zona del Norte Chico, existe un clima semiárido que sirve como transición a climas más fríos hacia el sur. Las precipitaciones son irregulares y se concentran en invierno.[240]

Desde el valle del Aconcagua al río Biobío, el clima mediterráneo domina toda la zona Central, salvo las altas cimas de la cordillera de los Andes, de clima frío por efecto de la altura. Las cuatro estaciones del año están claramente marcadas, con un verano seco y cálido y un invierno lluvioso y frío. La zona costera presenta temperaturas reguladas por el efecto marítimo, entretanto las zonas interiores presentan una alta oscilación térmica pues la cordillera de la Costa actúa como biombo climático. En Santiago, las temperaturas promedian los 20 °C en verano (enero), con extremas de hasta 36 °C, y los 8 °C en invierno (junio), con extremas de hasta -8 °C en algunos sectores.[241]

Las lluvias aumentan en la zona Sur, que presenta un clima marítimo lluvioso entre La Araucanía y la costa de Aysén. En la zona Austral se desarrolla un clima estepárico frío, caracterizado por una gran amplitud térmica, bajas temperaturas y una disminución de la pluviosidad que se presenta en invierno, generalmente en forma de nieve. A su vez, en el Territorio Chileno Antártico, predomina el clima polar.[242]

En Chile insular, el clima es fuertemente afectado por el efecto enfriador del océano. La isla de Pascua presenta un clima subtropical, con una media de 1138 mm anuales de precipitaciones distribuidas durante el año.

El cambio climático en Chile supone una alta vulnerabilidad para el país. Las proyecciones climáticas muestran como principales efectos el alza en la temperatura y la disminución en las precipitaciones, con repercusión directa o indirecta en el medio ambiente y la biodiversidad, así como la mayor parte de las actividades productivas del país. Si bien el nivel de emisiones de gases de efecto invernadero es bajo al compararlo con las emisiones a nivel mundial,[243]​ estas han aumentado en un 159% desde 1990, lo que junto a la dependencia de fuentes de energía a base de carbón y gas natural y a la deforestación y degradación ambiental de sus ecosistemas, suponen riesgos mayores de alteración de los patrones climáticos del país.

Los principales impactos esperados para Chile son el aumento en las temperaturas a nivel nacional, una disminución de las precipitaciones, un marcado aumento de sequías, una pérdida importante del patrimonio genético nacional, una reducción significativa de los caudales medios mensuales en las cuencas hídricas de Chile central, la reducción de las reservas de agua de cuencas nivales y el aumento del riesgo de desastres naturales durante eventos de precipitación extrema y altas temperaturas, eventos que tienen un impacto importante a nivel social y económico.

El clima y el relieve de Chile condicionan tanto el desarrollo de la vida como la formación de distintos ecosistemas en el país. A lo largo de la cordillera de los Andes, la especie insigne es el cóndor de los Andes, presente en el escudo de Chile, declarado monumento natural en 2006.[244]

El Norte Grande es una zona xerófila, caracterizada por su escasa vegetación debido a la extrema aridez del desierto de Atacama y la ausencia de precipitaciones. Árboles como el algarrobo, el chañar, el pimiento y el tamarugo, junto con diversas especies de cactus, son las especies vegetales adaptadas a las duras condiciones climáticas; en las zonas altiplánicas, la vegetación aumenta, destacando la queñoa y la yareta. Junto con otras especies de menor tamaño —como chinchillas, declaradas monumentos naturales en 2006,[244]​ y vizcachas—, los auquénidos son los principales animales que habitan la zona; asimismo, en las lagunas altiplánicas habitan tres especies de flamencos.

En la zona del Norte Chico predomina la vegetación esclerófila, con especies adaptadas a largos periodos de sequía y calor. Cuando se produce un periodo extraordinario de precipitaciones ocurre el evento conocido como «desierto florido», fenómeno único en el planeta,[245]​ en que las tierras áridas se ven pobladas de diversas especies de flores, como la añañuca. Entre el sur de la Región de Atacama y la Región de Coquimbo se origina un lento proceso de transición hacia una vegetación más abundante. En esta zona aparecen especies propias del clima mediterráneo, como el boldo, el espino y el quillay, mientras que en las zonas costeras de Talinay y Fray Jorge existen bosques residuales del tipo valdiviano.

En la zona Central se extiende la región conocida como bosque esclerófilo, formación vegetal degradada por la expansión de los grandes núcleos urbanos, la fabricación de carbón, la utilización del suelo para la agricultura y los incendios. Algunas especies características de la vegetación de esta zona son el arrayán, el boldo, el espino, el litre, el maitén, el matico, la palma chilena, el quillay y el roble, entre otros. El coipo, el degú, el zorro culpeo, la bandurria, la diuca, el loro tricahue, el treile y el zorzal son algunas de las especies nativas de la fauna de la zona.

En la zona Sur la vegetación se vuelve más tupida y se presenta el llamado bosque valdiviano. Algunas especies vegetales características son el copihue, flor nacional desde 1977,[246]​ la murtilla, diversos helechos y árboles como el alerce y la araucaria —aunque amenazados de extinción,[247][248]​ están protegidos tras ser declarados monumentos naturales en los años 1970—,[249][250]​ el avellano, el laurel, la luma, varias especies de mañíos, la tepa y el tineo. Uno de los mayores problemas ambientales de esta zona es la sustitución de extensiones de bosque nativo por plantaciones de eucalipto y pino. El puma es el principal carnívoro de la zona y habita en casi todo el país, salvo donde ha sido erradicado por la presencia humana. Otras especies animales características son cisnes, el colocolo, el monito del monte y el pudú.

En la zona Austral existen grandes extensiones de bosque siempreverde, similar al valdiviano aunque con menos especies arbóreas, destacando por su importancia económica el ciprés de las Guaitecas, prácticamente arrasado en su mayor parte. Hacia el interior, se desarrollan bosques caducifolios, en los que predomina la lenga y, más al oriente, grandes formaciones estepáreas de pastos duros. En el extremo meridional de esta zona, la vegetación se reduce a algunos árboles achaparrados, tales como el canelo, el coigüe de Magallanes y el ñirre, así como diversas especies arbustivas y herbáceas, líquenes y musgos. En la zona de la estepa, se desarrolló una ganadería extensiva de ovinos que tuvo en la estancia su mayor expresión cultural y social. Aquí habitan guanacos, ñandúes, piches, peludos, pumas y zorros, entre otros. Presente en el escudo de Chile y declarado monumento natural en 2006,[244]​ el huemul, que habitó antiguamente gran parte del país, solo sobrevive en áreas de difícil acceso en esta zona.

En 2005 Chile poseía una superficie forestal de 16 121 ha.[251]​ Dada la variedad de biomas presentes en Chile, desde el desierto de Atacama hasta Tierra del Fuego, existe una gran diversidad de hongos; se cultivan para el consumo interno —comestible y medicinal— y también se exportan especies silvestres.[252]

En Chile insular, la fauna y flora son únicas en el planeta. Mientras que en la isla de Pascua el característico árbol del toromiro es una especie extinta en estado silvestre,[253]​ en el archipiélago de Juan Fernández existen más de 200 especies vegetales únicas —como la palmera chonta— y algunas especies animales endémicas —como el lobo fino de Juan Fernández y el picaflor de Juan Fernández, declarado monumento natural en 2006—.[244]

El Territorio Chileno Antártico se encuentra en su mayor parte cubierto de hielos permanentes, por lo que su diversidad vegetal se reduce a algunas especies de líquenes y musgos; sin embargo, la fauna alcanza en las costas una riqueza y valor excepcionales.[254]

A lo largo de la costa chilena, habitan el lobo marino y una variedad de aves —albatros, cormoranes, gaviotas y pelícanos—. Existen diez especies de pingüinos, como el de Humboldt y el de Magallanes, y un importante número de cetáceos, como delfines en Coquimbo y ballenas en Magallanes, declarados monumentos naturales en 2008,[255]​ convirtiendo la zona económica exclusiva o «mar patrimonial» en una «zona Libre de Caza de Cetáceos» desde entonces.[256][257]​ En el océano existen diversas especies de mariscosalmeja, choro, loco, ostión y ostra, entre otros— y pecesanchoveta, cojinoba, congrio, jurel chileno, lenguado y merluza— que convierten a Chile en uno de los países con mayor variedad de fauna marina del mundo. Introducidos en el país, la carpa,[258]​ el salmón y la trucha son las principales especies de peces en los ríos chilenos.

De acuerdo al censo de 2017, Chile tiene una población de 17 574 003 habitantes, de los cuales 8 601 989 son hombres y 8 972 014, mujeres.[8]

El crecimiento de la población se ha reducido últimamente. Aunque la población de Chile se quintuplicó durante el siglo XX —el país alcanzó los 2 695 625 habitantes en 1895, los 5 023 539 en 1940 y los 13 348 401 en 1992—,[259]​ la tasa de crecimiento intercensal 1992-2002 fue del 1,24 % anual,[259]​ mientras que entre 2002-2012 fue de 0,99 %.[260]

Debido a las mejoras en las condiciones de vida de la población, la esperanza de vida de los chilenos fue la más alta de Latinoamérica en 2014, 81,7 años: 78,6 para los hombres y 84,5 para las mujeres.[10]​ En 2009 era de 78,4 años: 75,74 para los hombres y 81,19 para las mujeres.[261]​ Ese mismo año, la tasa bruta de natalidad alcanzó el 15 ‰ y la tasa bruta de mortalidad, el 5,4 ‰ —con una tasa de crecimiento natural del 9,6 ‰ (0,96 %)—, mientras que la tasa de mortalidad infantil fue del 7,9 ‰.[262]​ Estas cifras permiten establecer un proceso de envejecimiento de la sociedad chilena en la que la mayor parte de la población tendrá sobre 35 años en 2020,[263]​ superando al grupo etario joven, dominante en este momento. Así, en 2025, la pirámide de población se convertirá en un perfil campaniforme producto del proceso de transición demográfica que vive Chile.[264]

El Estado de Chile no hace clasificaciones étnicas de su población y, más bien, la considera un grupo étnicamente homogéneo.[266][267]​ Existen fuentes que consideran que el grueso de la población chilena pertenece a dos grandes grupos étnicos: blancos y mestizos.[268]​ Los primeros descienden principalmente de la antigua inmigración española y de las inmigraciones europeas ocurridas entre los siglos XVIII y XX, mientras que la población mestiza proviene fundamentalmente de la mezcla entre españoles de orígenes castellano, extremeño y vasco[269]​ e indígenas pertenecientes principalmente a los pueblos chango, picunche —ambos desaparecidos durante la Colonia—, atacameño, diaguita y mapuche.[270]

Si bien desde la llegada de los españoles al actual territorio de Chile se han tenido estimaciones más o menos fiables del volumen de población indígena, solo a inicios del siglo XX se comenzó a censar a los aborígenes confiable y sistemáticamente. Según los resultados del censo de 1907, se determinó que había 101 118 indígenas en Chile, equivalentes al 3,12 % de la población total del país en ese año —3 231 022—,[271]​ concentrados preferentemente en las provincias de Cautín y Valdivia. Este número excluyó a los pueblos aborígenes del norte, de Rapa Nui y del extremo austral, pues solo contabilizó a la población indígena de Arauco a Llanquihue.[272]

Según el censo de 2017, el 12,8 % de la población chilena, 1 842 607 personas de 14 años o más, se declaró indígena. Del total de la población indígena, el 79,8 % se declaró mapuche; el 7,2 %, aimara; el 4,1 %, diaguita; el 1,6 %, quechua; el 1,4 %, atacameño o lican antai; el 0,9 %, kolla; el 0,4 %, rapanui; el 0,1 %, kawésqar y el 0,1 %, yagán. Un 1,3 % se identificó con otro pueblo y un 3,1 % se identificó como indígena, pero no indicó a qué pueblo.[265]​ Otros grupos, como los pueblos aonikenk, caucahue, chono, cunco y selknam, están extintos.[66][273][274]

Según estudios genéticos, ya no existen poblaciones indígenas puras en el país.[270]

Chile presentó una tasa de migración (inmigrantes menos emigrantes) de 0,30 migrantes por cada mil habitantes en 2017.[275]

En 1848 se emprendió la colonización alemana,[276]​ patrocinada por el gobierno chileno para poblar el sur del país. Con el tiempo, esa inmigración alemana influenció la composición cultural de gran parte del sur chileno, principalmente de las provincias de Valdivia, Osorno y Llanquihue.[277]​ Otras personas, provenientes de Europa y el Oriente Medio, arribaron especialmente a Valparaíso[278]​ y a los extremos norte y sur de Chile en los siglos XIX y XX, incluyendo austriacos,[279]británicos e irlandeses,[280][281]croatas,[282]​ españoles,[283]franceses,[284]griegos,[285]italianos,[286]neerlandeses,[287]polacos,[288]rusos,[289]suizos,[290]judíos[291][292]​ y palestinos.[293]​ En 1953, el presidente Carlos Ibáñez del Campo creó el Departamento de Inmigración y estableció normas sobre la materia.[294][295]

La inmigración en Chile ha tenido un aumento considerable desde los años 2010. Según estimaciones del INE, en el país residían 1 251 225 personas extranjeras al 31 de diciembre de 2018, equivalente al 6,6 % de la población total, de los cuales 646 128 eran hombres y 605 097 mujeres. Alrededor del 60 % de la población inmigrante estimada se concentra entre los 20 y 39 años. En relación al origen de los inmigrantes, 288 233 (23 %) son de origen venezolano, 223 923 peruano y 179 338 haitiano (14,3 %).[296]

Pese a que la emigración ha disminuido durante la última década, en 2005 se determinó que 487 174 chilenos residían fuera de Chile,[297]​ representando el 3,01 % de la población total estimada del país en ese año —16 165 316 habitantes—.[298]​ Del total de chilenos emigrados, el 43,33 % se encontraba en Argentina, el 16,58 % en Estados Unidos, el 5,61 % en Suecia, el 5,21 % en Canadá y el 4,80 % en Australia.[297]

Dentro del país, la movilidad de la población ha aumentado en las últimas décadas, provocando una migración masiva desde los campos hacia las grandes ciudades del país.[299]​ Mientras que en las regiones del centro-sur chileno más del 80 % de su población nació en la misma región —como en la del Biobío, donde alcanza el 86,11 %—, en la Región Metropolitana lo hizo el 71 % de la población, y en las regiones extremas, solo el 55 % —como en la de Magallanes y Antártica Chilena—.

Una característica demográfica de Chile es la alta concentración urbana de su población.[300][301]​ Según el censo de 2017, 15 424 263 chilenos,[265]​ equivalentes al 87,8 % del total nacional, vivían en zonas urbanas. Las regiones con mayor tasa de urbanización corresponden a las zonas más industrializadas del centro —96,3 % en la Región Metropolitana y 91,0 % en la de Valparaíso— y a las zonas extremas —94,1 % en la región de Antofagasta, 93,8 % en la de Tarapacá, 91,9 % en la de Magallanes y Antártica Chilena y 91,7&% en Arica y Parinacota—.[265]​ En tanto, 2 149 740 personas, equivalentes al 12,2 % de la población total, vivían en zonas rurales dedicadas principalmente a la agricultura y la ganadería, concentrándose en las regiones del centro-sur del país —29,1 % en la región de La Araucanía, 28,3 % en la de Los Ríos y 26,8 % en la región del Maule—.[265]

En búsqueda de mejores condiciones de vida, desde mediados de los años 1920 se inició un fuerte proceso de emigración de habitantes de zonas rurales hacia las grandes ciudades, que comenzaron a crecer y a expandirse, formando grandes áreas metropolitanas y conurbaciones. El caso más notorio es el de la capital del país, Santiago o Gran Santiago que, con 5 428 590 habitantes, albergaba al 35,9 % de la población nacional en 2002.[299]​ En 1907 era habitada por 383 587 habitantes, aumentando a 549 292 en 1920, cuando representaba el 16 % del total nacional; sin embargo, en los años siguientes, la explosión demográfica hizo que la ciudad se expandiera hacia las zonas rurales absorbiendo antiguas localidades campesinas, como Puente Alto y Maipú, que son las dos comunas más pobladas de Chile. En enero de 2015, Santiago era la séptima mayor ciudad de Latinoamérica[n 22]​ y la 54.ª del mundo.[302]

Asimismo, Valparaíso y Viña del Mar se han convertido en una gran conurbación. Ambas, sumadas a Concón, Quilpué y Villa Alemana forman el área metropolitana del Gran Valparaíso. Por su parte, las comunas de Concepción, Talcahuano, Hualpén, Chiguayante, San Pedro de la Paz, Penco, Coronel, Lota, Hualqui y Tomé forman el área metropolitana del Gran Concepción. Ambas áreas metropolitanas superaban los 660 000 habitantes en 2002.[303]

Las otras ciudades y conurbaciones más pobladas del país en 2002 eran La Serena-Coquimbo (296 253 habitantes), Antofagasta (285 255), Temuco-Padre Las Casas (260 878), Rancagua (236 363), Iquique-Alto Hospicio (214 586), Talca (191 154), Arica (175 441), Chillán-Chillán Viejo (165 528), Puerto Montt (153 118), Los Ángeles (138 856), Calama (136 600), Copiapó (134 531), Osorno (132 245), Quillota (128 874), Valdivia (127 750), Punta Arenas (116 005), San Antonio (106 101) y Curicó (104 124).[303]​ La mayoría de las ciudades chilenas se ubica o en la costa del Pacífico o en la depresión intermedia del país, entre Santiago y Puerto Montt.

Hasta principios del siglo XX la sociedad chilena estaba dividida en clases alta y baja inamovibles. La aristocracia chilena imponía sus intereses económicos, políticos y sociales sin mayores contratiempos. Sin embargo, desde la primera mitad del siglo XX, el país ha logrado estructurarse en torno a la clase media.[305]

Pese a los buenos indicadores económicos y la notable reducción del nivel de pobreza, que según la encuesta CASEN se redujo desde un 38,6 % en 1990 a un 15,1 % en 2009 —del cual un 3,7 % correspondió a indigentes y un 11,4 %, a personas viviendo por debajo de la línea de pobreza—,[138]​ la desigualdad de ingresos genera una gran brecha social entre ricos y pobres. En 2011 el coeficiente de Gini fue de 0,503,[306]​ es decir, el decil más rico del país ganaba 27 veces lo que recibía el decil más pobre.[307]​ Esta desigualdad, observada en menores o mayores índices a lo largo de la historia de Chile —coeficiente de Gini retroproyectado de 0,366 en 1850 y de 0,655 en 1913—,[308]​ ha sido atribuida por distintos grupos al sistema educativo del país,[309]​ a la dotación de factores naturales que obligaron al desarrollo de un tipo de economía extractiva que favorecía las desigualdades e incluso a la estructura de élites heredada del periodo colonial.[cita requerida] A 2018 el coeficiente de Gini estaba en 0,466; ubicándose por debajo del promedio para América Latina, que es de 0,483.[310]

La seguridad social en Chile opera a través de las administradoras de fondos de pensiones (AFP), instituciones financieras privadas encargadas de administrar los fondos y ahorros de pensiones por las contingencias de vejez, invalidez y supervivencia.[311]​ En el caso de las Fuerzas Armadas, estas contingencias son administradas por la Caja de Previsión de la Defensa Nacional (Capredena);[312]​ en el de Carabineros de Chile, Investigaciones y Gendarmería, por la Dirección de Previsión de Carabineros (Dipreca).[313]​ Otras contingencias de seguridad social —como asignación familiar, subsidio por incapacidad laboral y subsidio por descanso maternal— son administradas por las Cajas de Compensación de Asignación Familiar (CCAF).[314]​ Las mutuales de seguridad complementan la labor de las AFP cubriendo las contingencias de accidentes de trabajo y enfermedades profesionales.[315]​ El seguro de desempleo, obligatorio desde 2002, es administrado por la Administradora de Fondos de Cesantía (AFC).[316]​ El sistema de pensiones es fiscalizado por el Instituto de Previsión Social (IPS) y la Superintendencia de Pensiones y, a nivel global, por la Superintendencia de Seguridad Social (Suseso).[317]

Según la OMS, Chile ocupa el 33.er puesto entre 191 países en cuanto al funcionamiento general de su sistema de salud.[318]​ El sistema de salud chileno es mixto. El servicio estatal que atiende al 81,9 % de la población (en 2011),[319]​ es administrada por el Fondo Nacional de Salud (Fonasa) —que permite a sus beneficiarios el acceso a ella tanto en la Modalidad de atención institucional (MAI), a través de la red de hospitales, consultorios y Servicios de Atención Primaria de Urgencia (SAPU), como en la modalidad de libre elección (MLE), a través de clínicas y centros de salud privada, por medio de convenios y la compra de bonos de atención—. En tanto, la salud privada, donde se encontraba el 13 % de la población en 2011,[319]​ es administrada por las Isapres, instituciones que actúan como aseguradoras de prestaciones de salud.

La fiscalización está a cargo del Ministerio de Salud, la Superintendencia de Salud —a quien corresponde supervigilar y controlar a Fonasa (respecto de los derechos de los beneficiarios en las modalidades de atención institucional, de libre elección, y en el cumplimiento de las Garantías Explícitas en Salud) y a las isapres (respecto al cumplimiento de las Garantías Explícitas en Salud y los contratos de salud)— y las seremis de Salud —órgano ejecutor de las políticas públicas sobre salud y el cumplimiento de la legislación sanitaria vigente—.[320]

En 2010 las cinco primeras causas de muerte en Chile eran las enfermedades cerebrovasculares, enfermedades isquémicas del corazón, cirrosis y otras enfermedades del hígado, enfermedades hipertensivas y neumonía.[321]​ En Chile la tasa de morbilidad alcanza el 1,57 ‱, existe un médico por cada mil habitantes[322]​ y el gasto público en salud corresponde al 7,2 % del PIB.[323]

El derecho a la salud se encuentra amparado en la Constitución.[21]

La Comisión Nacional de Seguridad de Tránsito (CONASET) es la institución del gobierno encargada de la seguridad vial en Chile.[324]​​

Según los datos del Ministerio de Salud, en 2015 hubo 1.958 fallecidos en accidentes de tránsito[325]​, haciendo de chile el país de la OECD que tenía la peor tasa de mortalidad en el tránsito con 124 fallecidos por cada 1.000.000 habitantes[326]​. Durante el año 2018, según las informaciones de Carabineros de Chile se registraron en el Chile 89.311 siniestros de tránsito dejando como consecuenci 57.939 lesionados de distintas consideraciones.[327]​​

El principal problema de riesgo vial en Chile son las fatalidades de usuarios vulnerables. Estos corresponden a peatones, ciclistas y motociclistas fundamentalmente, ya que no están protegidos por algún tipo de carrocería o estructura. Los usuarios vulnerables representan más de 50% de los fallecidos en 2015.[328]​​

La primera cause de muertes en siniestros de tránsito es “velocidad imprudente y pérdida de control del vehículo” con 29% de las víctimas fatales.[329]​​

El costo económico de los siniestros de tránsito estimado es de 2.53% del PIB de Chile en 2017.[330]​​

La educación chilena está regida por la Ley General de Educación de 2009 (LGE). Chile cuenta con cuatro niveles de educación —preescolar, básica, media y superior—, de los cuales los tres primeros son obligatorios.[331]​ En 2013 el país contaba con 16 474 establecimientos educacionales: 4198 prescolares, 12 114 primarios y secundarios y 162 superiores[332]​ —incluidos centros de formación técnica, institutos profesionales, universidades e instituciones de educación superior de las Fuerzas Armadas—. Ese mismo año, la matrícula nacional ascendía a 4 967 798 estudiantes: 245 906 prescolares, 3 537 087 primarios y secundarios —1 325 737 de educación municipal (pública), 1 897 949 de educación particular subvencionada (mixta), 265 044 de educación particular pagada (privada) y 48 537 de las corporaciones de administración delegada— y 1 184 805 superiores.[332]

El derecho a la educación y a la libertad de enseñanza están resguardados en la Constitución. Pese a ello, en Chile existe una serie de problemas relacionados con la calidad y el acceso a la educación, sobre todo a nivel superior, lo que provocó dos grandes olas de manifestaciones sociales en el país en 2006 y 2011.[333]

En el periodo 2005-2013, la tasa de alfabetización entre la población de 15 años o más fue de 98,6 % (98,5 % para las mujeres y 98,6 % para los hombres), mientras que entre las personas de 15 a 24 años fue de 98,9 % para ambos sexos.[10][334]

Hablado por el 99,3 % de los chilenos,[335]​ el castellano es el idioma oficial de facto y la lengua administrativa del país.[1][n 1]​ La gran mayoría de la población utiliza la variedad conocida como español chileno,[336][337]​ o dialecto chileno,[338]​ y unos pocos, el español andino y el español chilote.[339]​ Por otra parte, la lengua de señas chilena es usada por la comunidad sorda del país.[1]

Las lenguas autóctonas se usan poco. El mapudungun es hablado por un número estimado de entre 100 000 y 200 000 personas[340]​ —el chesungun, hablado por unos 2000 huilliches, es un dialecto divergente que algunos expertos consideran un idioma distinto al mapudungun—;[1]​ el aimara, por unas 20 000;[341]​ el quechua sureño, por unas 8200;[1]​ y el rapanui, por unas 3390 personas.[1]​ Otras, como el kawésqar y el yagán, están en vías de extinción.[1]​ Las lenguas aonikenk, cacán, caucahue,[1]chono, gününa këna, kunza[1]​ y selk'nam —así como el allentiac y el millcayac, introducidos durante la Colonia—[342]​ están extintas.

Las lenguas alóctonas —como el alemán,[1]​ el criollo haitiano,[343]​ el croata,[282]​ el inglés,[1]​ el italiano[286]​ y el romaní vlax[1]​ son habladas por los miembros de las diversas colonias de origen extranjero.

Aunque su relevancia ha declinado en los últimos años, el catolicismo es la creencia predominante y goza de cierta influencia en la sociedad.[345]​ La Iglesia católica ha estado separada del Estado desde 1925, cuando el presidente Arturo Alessandri y el arzobispo Crescente Errázuriz acordaron separar la Iglesia del Estado chileno en la Constitución.[346]​ De este modo, concluyó el reconocimiento del catolicismo como religión oficial del Estado, renunciando este al derecho de patronato que había heredado desde la Independencia —sin la aceptación de la Santa Sede— y consagrando una amplia libertad de culto, Sin embargo, la iglesia sigue teniendo influencia en los asuntos públicos, como en la determinación de los feriados religiosos del país[347]​ o el artículo 586 del Código Civil, que ordena que «las cosas que han sido consagradas para el culto divino, se regirán por el derecho canónico».

Según el censo de 2012, de una población total de 13 045 880 chilenos de 15 años o más, el 66,65 % se consideró católico; el 16,44 %, evangélico; el 0,98 %, testigo de Jehová; el 0,77 %, mormón; el 0,12 %, judío; el 0,11 %, de espiritualidad indígena; el 0,09 %, budista; el 0,04 %, cristiano ortodoxo; el 0,02 %, musulmán y el 0,01 %, bahaí. Asimismo, el 12,51 % se declaró agnóstico, ateo o ignoró su credo, y el 2,21 % confesó seguir otra religión.[260]

El ecumenismo en Chile es de larga data. A solicitud del gobierno y con apoyo del cardenal Silva Henríquez, en 1970 se modificó el tradicional Te Deum del 18 de septiembre con el fin de transformarlo en una ceremonia de todas las iglesias cristianas a partir de 1971,[348]​ además de contar con la participación de representantes judíos y musulmanes.

Durante los primeros años del régimen de Pinochet, las diferentes iglesias cristianas crearon el Comité Pro Paz que, bajo el alero de la Iglesia católica, se convirtió en la Vicaría de la Solidaridad en 1976,[349]​ ganándose el respeto por su defensa de los derechos humanos.[350]

El cine chileno se originó en Iquique el 20 de mayo de 1897 con el estreno del documental Una cueca en Cavancha, del director Luis Oddó Osorio,[351]​ una de las primeras cintas filmadas y exhibidas en Chile.[352]​ En las décadas siguientes marcaron hitos Ejercicio general del Cuerpo de Bomberos (1902), la primera película completamente filmada y procesada en el país;[353][354]La baraja de la muerte (o El enigma de la calle del Lord) (1916), considerado el primer filme argumental chileno;[355]La transmisión del mando supremo (1920), la primera cinta animada del país;[356]​ y Norte y Sur (1934), la primera película sonora de Chile.[357]

En el gobierno de Juan Antonio Ríos y bajo el alero de la Corfo, el decreto 2581 de 1942 del Ministerio de Justicia creó Chilefilms,[358]​ con el objetivo de producir filmes tanto para el público local como para el resto de América Latina, siguiendo como modelo el estilo de los estudios de Hollywood.[359][360]

Los cinco filmes nacionales más vistos en Chile han sido: Stefan v/s Kramer (2012), con 2 070 465 espectadores;[361]Sin Filtro (2016), con 1 047 000;[362]Sexo con amor (2003), con 990 572;[361]El chacotero sentimental (1999), con 801 393;[361]​ y El ciudadano Kramer (2013), con 702 685.[363]

En cuanto a galardones internacionales, Gloria Münchmeyer se adjudicó la Copa Volpi del Festival Internacional de Cine de Venecia por su papel en La Luna en el espejo (1990),[364]​ mientras que a Paulina García se le otorgó el Oso de Plata del Festival Internacional de Cine de Berlín por su interpretación en Gloria (2013).[365]Tres tristes tigres (1968) ganó el Leopardo de Oro del Festival Internacional de Cine de Locarno;[366]Taxi para tres (2001), la Concha de Oro del Festival Internacional de Cine de San Sebastián;[367]...Y de pronto el amanecer (2017), el Gran Premio de las Américas del Festival Internacional de Cine de Montreal;[368]​ y El club (2015), el Oso de Plata del Gran Premio del Jurado de la Berlinale.[369]

Por su parte, La frontera (1991), La buena vida (2008), La vida de los peces (2010) y Una mujer fantástica (2017) ganaron el Goya a la mejor película iberoamericana,[370][371][372][373]​ mientras que Gloria (2013) obtuvo el Ariel a la mejor película iberoamericana[374]​ y el Cóndor de Plata a la mejor película iberoamericana.[375]Historia de un oso (2014) ganó el Óscar en la categoría mejor cortometraje animado,[376]​ mientras que Una mujer fantástica (2017) fue la primera película chilena en ganar el Óscar en la categoría mejor película de habla no inglesa. Previamente, la cinta No (2012) había sido el primer filme chileno en ser nominado a dicho premio.[377]​ Por otra parte, los filmes La nana (2009), El club (2015), Neruda (2016) y Una mujer fantástica (2017) fueron nominados al Globo de Oro en la categoría mejor película en lengua no inglesa.[378]

Entre los directores han sobresalido Silvio Caiozzi, ganador del premio al mejor director del Festival Internacional de Cine de Montreal por Coronación (2000);[379]Aldo Francia,[380]Patricio Guzmán, ganador del Oso de Plata al mejor guion por El botón de nácar (2015);[369][381]Miguel Littín, dos veces nominado al Óscar a la mejor película extranjera;[n 24][382]Lautaro Murúa, Raúl Ruiz, considerado el cineasta chileno más reconocido de la historia;[383][384]Helvio Soto y Vanessa Schwartz, nominada al Óscar al mejor cortometraje animado,[385]​ entre otros.[386]​ Por otro lado, entre los directores de fotografía destaca Claudio Miranda, ganador del Óscar a la mejor fotografía.[387]

Chile es un «país de poetas»,[388]​ según la tradición popular, debido a la importancia que han tenido diversos literatos del género lírico a lo largo de su historia. Ya durante la conquista y colonización de Chile, se destacaron los poemas épicos La Araucana (1569), del español Alonso de Ercilla, y Arauco Domado (1596), de Pedro de Oña, el primer poeta nacido en el actual territorio chileno.[389]​ Siglos más tarde descollaron «los cuatro grandes de la poesía chilena»: Vicente Huidobro, Pablo de Rokha y los dos ganadores del premio Nobel Gabriela Mistral (1945),[390]​ la primera latinoamericana galardonada con el Nobel de Literatura,[391]​ y Pablo Neruda (1971),[392]​ considerado uno de los veintiséis autores centrales del canon de la literatura occidental de todos los tiempos.[393]​ Otros poetas destacados son Enrique Lihn, Jorge Teillier y los ganadores del premio Miguel de Cervantes Gonzalo Rojas (2003)[394]​ y Nicanor Parra (2011).[394]

En el género narrativo, han resaltado Isabel Allende, considerada la escritora en lengua española más leída del mundo;[395]Alberto Blest Gana, Roberto Bolaño,[396]Francisco Coloane, José Donoso, cuya novela El obsceno pájaro de la noche es una de las obras esenciales del canon de la literatura occidental del siglo XX;[397]Jorge Edwards, ganador del premio Miguel de Cervantes (1999);[394]Marcela Paz, conocida por su personaje Papelucho; Manuel Rojas y Luis Sepúlveda.

En el género dramático, han sobresalido Isidora Aguirre,[398]Juan Rafael Allende, Luis Alberto Heiremans, Juan Radrigán Rojas, Alejandro Sieveking, Sergio Vodanović y Egon Wolff, entre otros. En la historia del teatro chileno de la segunda mitad del siglo XX, marcaron hitos La pérgola de las flores (1960), la primera obra musical chilena en conseguir éxito en el extranjero;[399]La negra Ester (1988), la obra más vista en la historia del teatro de Chile;[400]​ y La muerte y la doncella (1990), la obra chilena más representada internacionalmente.[401]

Los aportes más significativos en filosofía se manifestaron a partir de la segunda mitad del siglo XX. Con el arribo de los filósofos chilenos que estudiaron en Europa, se asientan en el país las ideas revolucionarias y reformistas propias de la época, muchas de las cuales lograron materializarse en publicaciones que inspiraron a jóvenes políticos de entonces. Entre los filósofos más destacados figuran Jorge Millas, Jorge Rivera Cruchaga, Roberto Torretti y su esposa, Carla Cordua.[402]

La música folclórica de Chile se caracteriza por la mezcla de sonidos tradicionales indígenas con aquellos traídos desde España. La cueca, danza nacional desde 1979,[403]​ es un buen ejemplo de ello: tiene características propias dependiendo de la zona del país en que se representa.

El folclore más tradicional ha sido ejecutado a través del tiempo por diversos artistas y conjuntos,[404]​ como Margot Loyola,[n 25]Nicanor Molinare y Los Huasos Quincheros.[n 25]​ Desde principios de los años 1960, con el llamado Neofolklore,[405]​ y sobre todo durante los años 1970, con la llamada Nueva Canción Chilena,[406]​ se produjo un resurgimiento de la música de raíz folclórica, con artistas que investigaron los orígenes musicales del país y compusieron e interpretaron sus propios temas inspirados en estas investigaciones. De este movimiento destacan músicos como Víctor Jara, Patricio Manns,[n 25]Violeta Parra y grupos como Illapu, Inti-Illimani, Los Jaivas[n 25]​ y Quilapayún. También han cultivado y difundido el acervo musical chileno distintos grupos de danza, como el Ballet Folclórico Nacional (1965)[407]​ y el Bafochi (1987).[408]

En los años 1980, se consolidaron grupos de tendencia jazz fusión con fuerte influencia latinoamericana, tales como Congreso y Fulano, lo que años después pasó a llamarse fusión latinoamericana.[409]​ Por otro lado, la influencia de sonidos de origen anglosajón más masivos, como el pop[410][411]​ y el rock,[412]​ ha permitido la formación de grupos como Los Prisioneros, Los Tres, La Ley, Lucybell, Chancho en Piedra, Joe Vasconcellos y Los Bunkers, entre otros. Otros importantes representantes de la música popular de origen latinoamericano han sido Lucho Gatica,[n 25]Antonio Prieto[n 25]​ o Los Ángeles Negros[n 25]​ en el bolero,[413]Myriam Hernández en la balada,[414]​ y La Sonora de Tommy Rey en la cumbia,[415]​ por ejemplo.

Asimismo, Chile ha contado con compositores e intérpretes de diversas ramas de la música docta, como los músicos Pedro Humberto Allende, Domingo Santa Cruz, Enrique Soro y Alfonso Leng; los pianistas Claudio Arrau, considerado uno de los más destacados de la historia,[416]Rosita Renard[417]​ y Alfredo Perl; y el tenor Ramón Vinay, entre otros.

Desde 1987, la SCD se ha dedicado a registrar la propiedad intelectual de cada obra y su autor. Además de recaudar los derechos generados a través de los medios de comunicación nacionales, se preocupa de difundir y promover el desarrollo de la música chilena. Otras de sus labores son la formación de nuevos músicos y la previsión en materias sociales y de salud de sus socios.[418]

En este ámbito, sobresale el Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar, que se ha llevado a cabo desde 1960,[419]​ considerado el mayor y más conocido certamen musical de América Latina y el principal del continente americano.[420][421][422]

Los inicios de la pintura chilena se encuentran en los objetos rituales y las telas de los pueblos indígenas, particularmente aquellos de los pueblos atacameño, diaguita y mapuche.[423][424]

Durante la conquista española, el arte se convirtió en una mezcla entre lo nativo y lo europeo, formando el llamado arte colonial, principalmente desarrollado por los jesuitas instalados en el país en ese periodo.[423][425]

A inicios del siglo XIX, llegaron a Chile los «pintores viajeros», también llamados «precursores de la pintura chilena»,[423]​ un grupo de artistas donde descollaron José Gil de Castro, Claudio Gay, Raymond Monvoisin y Mauricio Rugendas.[426]​ Con este grupo, la sociedad chilena aceptó e impulsó el nuevo arte europeo, instalándose sucesivamente los gustos por la pintura italiana, española y francesa.

Un hito en la historia pictórica de Chile fue la creación en 1849 de la Academia de Pintura,[423][427]​ donde se formaron los cuatro «grandes maestros de la pintura chilena»: Juan Francisco González, Pedro Lira, Alberto Valenzuela Llanos y Alfredo Valenzuela Puelma.[428]

Los seguidores de los grandes maestros fueron los encargados de guiar el nuevo arte nacional y conformar los primeros grupos artísticos chilenos, como la «generación del 13», también llamada «generación del centenario» u ocasionalmente «generación trágica», contemporánea a la creación del Museo Nacional de Bellas Artes y liderada por Fernando Álvarez de Sotomayor,[423][429]​ el «grupo Montparnasse», liderado por Camilo Mori,[430]​ y, más tardíamente, la «generación de los ochenta».[431]

Entre los artistas contemporáneos chilenos más reconocidos, tanto en Chile como en el extranjero, están el considerado «último surrealista» Roberto Matta[432]​ y el hiperrealista Claudio Bravo, el más destacado de los últimos años.[433]

Luego de la consolidación de la república, se abandonó el influjo religioso de la Colonia en el arte y se optó por una vinculación con los valores propios del patriotismo, aunque con artistas extranjeros debido a la ausencia de escultores chilenos.[434]

El primer monumento que llegó al Chile independiente fue el Monumento a la Libertad Americana, una escultura de estilo romántico que representa a la diosa Minerva entregando la libertad a América, simbolizada por un indígena, cual fue comprada por el diplomático Javier Pérez Rosales al escultor italiano Francisco Orsolino. Fue inaugurada en 1836 y ubicada en la Plaza de Armas de Santiago.[434]

En 1850 se creó un curso de arquitectura, bajo la dirección del francés Brunet Debaines, y en 1854 se fundó la Escuela de Escultura, dirigida por el escultor francés Augusto François. La Escuela fue traspasada en 1859 a la Universidad de Chile, donde fue anexada a la Escuela de Pintura. Entre los primeros escultores que se formaron allí destacan José Miguel Blanco y Nicanor Plaza, cuyos estilos conjugan la línea neoclásica del maestro Augusto François y el realismo francés del siglo XIX. Otros escultores destacados han sido Virginio Arias, autor del Monumento al roto chileno, Simón González, autor de El niño taimado, Rebeca Matte, creadora de Horacio y El eco, y Mario Irarrázabal, creador de la Mano del desierto.[434]

En 1845 el primer daguerrotipista chileno, José Dolores Fuenzalida, inauguró su estudio en Valparaíso y luego otro en Santiago. Ambas ciudades concentraron los inicios de la fotografía nacional.[435]

En 1861 se comenzaron a utilizar imágenes fotográficas en impresos, como en el libro La Provincia de Valdivia y Los Araucanos, de Paul Treutler. Con la disminución de los gastos asociados a la labor fotográfica, a comienzos del siglo XX cada vez más personas fueron atraídas para ejercer este oficio. Aparecieron nuevos géneros, aumentó la demanda por vistas de paisajes —como las que capturó Félix Leblanc en su álbum de vistas de Valparaíso— y la atracción por retratar costumbres sociales y escenas urbanas sirvió como precedente de una fotografía de corte documental. Del mismo modo, se publicaron innovaciones técnicas como la fotografía estereoscópica y el autocromo, entre otras.[436]

Entre los fotógrafos chilenos, sobresalen Paz Errázuriz y Sergio Larraín.

Los inicios de la historieta en Chile se remontan a los años 1850. Su precursor fue Antonio Smith, quien en El Correo Literario satirizó a los miembros del gobierno conservador.[437][n 26]​ En cambio, Pedro Subercaseaux prefirió la crítica costumbrista[438][439]​ y bajo el seudónimo Lustig creó en 1906 a Federico Von Pilsener,[440]​ considerado el primer personaje del cómic chileno.[441]

Numerosas revistas se sucedieron, como El Peneca y Topaze,[442]​ así como las historietas Don Fausto, Pobre Diablo y Pulgarcito, aunque el logro más notable y duradero del cómic chileno se obtuvo en 1949, cuando la revista Okey publicó el personaje Condorito, creado por René Ríos, que se ha convertido en un símbolo nacional.[443]​ Otros cómics importantes fueron El siniestro Doctor Mortis y las revistas Barrabases,[444]​ la primera historieta deportiva infantil de la historia,[445]​ creada por Guido Vallejos, y Mampato de Themo Lobos.[446]

La llegada al poder de la Unidad Popular en 1970 politizó nuevamente los cómics nacionales.[447]​ En los años 1980, se fortalecieron los cómics de humor y la historieta nacional revivió con la edición de Cucalón, revista creada por Themo Lobos.[446]​ También se publicaron cómics para un público más maduro, como Ácido, Bandido y Trauko. En esa época, destacó Claudio Galleguillos, Clamton.[448]​ En los años 1990, la historieta se volvió más violenta y explícita, lo que la distanció del público hasta la llegada del nuevo milenio, al publicarse las «novelas gráficas», historias donde priman la narrativa y los guiones.[449]

El historietista Hernán Vidal, Hervi, recibió el premio La Catrina al «mejor humorista gráfico de Latinoamérica» en 2012.[450]

Bailarines en la Fiesta de La Tirana, principal celebración religiosa del norte del país

«Monumento al Ovejero», Punta Arenas

Bailarinas de Isla de Pascua

Condorito, considerado el personaje más conocido de la historieta chilena

Debido a las disímiles características geográficas de Chile, las expresiones culturales varían notoriamente en diferentes zonas del país.

La zona norte se caracteriza por diversas manifestaciones culturales que combinan la influencia de los pueblos indígenas andinos con la de los conquistadores hispanos, a las que se suma la importancia de las festividades y tradiciones religiosas, destacándose las diabladas y la Fiesta de La Tirana.[451]

La zona central se identifica principalmente con las tradiciones rurales del campo chileno y la denominada cultura huasa, que se extiende entre las regiones de Coquimbo y del Biobío, mayoritariamente. Como en esta región geográfica se concentra la mayor parte de la población chilena, se considera tradicionalmente la principal identidad cultural del país y se exterioriza a mediados de septiembre, durante la celebración de Fiestas Patrias.

En la zona sur, la cultura mapuche y las tradiciones de la hacienda dominan en La Araucanía, mientras que la influencia alemana es preponderante en las cercanías de Valdivia, Osorno y Llanquihue.[276][277]​ Por otro lado, en el archipiélago de Chiloé se generó una cultura con su propia mitología, originada por el sincretismo de las creencias indígena y española.

La zona austral ha generado una identidad propia influenciada por los inmigrantes, tanto de Chiloé y del centro del país como de la ex-Yugoslavia, y que en Magallanes se caracteriza por un marcado regionalismo.[452][453][454]

La identidad cultural de la isla de Pascua es única debido al desarrollo de una cultura polinésica completamente aislada por varios siglos.[68][69]

El patrimonio cultural de Chile está formado, en primer lugar, por su patrimonio inmaterial, compuesto de distintas manifestaciones culturales —como arte, artesanía, bailes, costumbres, festividades, gastronomía, juegos, música y tradiciones—, y, en segundo lugar, por su patrimonio material, constituido por aquellos edificios, objetos y sitios de carácter arqueológico, arquitectónico, artesanal, artístico, etnográfico, folclórico, histórico, religioso o tecnológico dispersos por el territorio chileno.

En Chile se encuentran seis bienes de interés cultural declarados Patrimonio de la Humanidad —de acuerdo a lo estipulado en la Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural de la Unesco de 1972, ratificada por Chile en 1980—:[455]​ el parque nacional Rapa Nui (1995), las iglesias de Chiloé (2000), el barrio histórico de la ciudad portuaria de Valparaíso (2003), las oficinas salitreras de Humberstone y Santa Laura (2005), la ciudad minera de Sewell (2006) y el Qhapaq Ñan, «camino del inca»[n 27]​ (2014).[456]​ Asimismo, Chile posee un bien declarado patrimonio cultural inmaterial de la Humanidad: el baile chino (2014).[457]

En 1999 se instauró el Día del Patrimonio[458][459]​ como una forma de reconocer la herencia arquitectónica, cultural e histórica de Chile.

Chile posee una serie de emblemas nacionales definidos por ley.

El decreto 1534 de 1967 del Ministerio del Interior determinó los emblemas nacionales del país y reglamentó su uso, refundiendo y sistematizando diversas normas legales y reglamentarias sobre la materia.[460]​ Su artículo 1.º establecía que los emblemas nacionales eran «el Escudo de Armas de la República, la Bandera Nacional, la Escarapela o Cucarda y el Estandarte Presidencial o Bandera Nacional Presidencial». Además, este mismo artículo ratificó la oficialización de la inclusión en el escudo nacional del lema «Por la razón o la fuerza» hecha por el decreto 2271 de 1920 del Ministerio de Guerra y Marina.[461]

Posteriormente, la Constitución Política de la República de Chile de 1980 estableció en su artículo 2.º que «son emblemas nacionales la bandera nacional, el escudo de armas de la República y el himno nacional»,[21]​ mientras que en su artículo 22.º señaló que «todo habitante de la República debe respeto a Chile y a sus emblemas nacionales».[21]​ Por su parte, la Ley de Seguridad del Estado —decreto 890 de 1975 del Ministerio del Interior— dispuso en su artículo 6.º que «cometen delito contra el orden público [...] b) Los que ultrajaren públicamente la bandera, el escudo o el nombre de la patria».[462]

Asimismo, se han oficializado otros símbolos nacionales mediante decretos. El copihue ha sido la flor nacional desde el 24 de febrero de 1977[246]​ y la cueca, la danza nacional desde el 6 de noviembre de 1979.[403]​ El lapislázuli, una gema extraída en el norte de Chile, fue declarado piedra nacional el 23 de noviembre de 1984;[463][464]​ la combarbalita, una piedra ornamental semipreciosa que es abundante en la zona de Combarbalá, también fue declarada como tal el 22 de noviembre de 1993.[465]​ Por otro lado, mediante oficio, al rodeo chileno se lo ha considerado deporte nacional desde el 10 de enero de 1962;[466]​ el 4 de octubre de 2014, la rayuela fue reconocida como deporte nacional y como «símbolo cultural y patrimonial de la Nación».[467]

Contra la creencia popular, aunque el cóndor andino y el huemul están presentes en el escudo de Chile, ni ellos ni la araucaria han sido determinados como emblemas nacionales por ley; sin embargo, todos ellos han sido decretados monumentos naturales.[244][250]

La gastronomía chilena surgió de la mezcla entre la alimentación de los pueblos indígenas con la gastronomía colonial española y algunas influencias europeas.[468]​ Los principales ingredientes en la cocina tradicional chilena corresponden a alimentos propios de la zona —como el maíz, la papa y el tomate, el trigo y las carnes de cerdo, pollo, vacuno y cordero y por supuesto el vino chileno,[469]​ principalmente en sus cepas Cabernet Sauvignon, Carménère y Merlot entre los vinos tintos, y Chardonnay y Sauvignon Blanc entre los blancos.[470]​ Otras bebidas tradicionales son la chicha y el pisco chileno.[471]

Los platos más tradicionales de la cocina chilena son el ajiaco, los anticuchos, los asados, la calapurca, el cancato, la carbonada, la cazuela, el chapalele, el charquicán, el curanto, las empanadas de pino, las humitas, el milcao, la paila marina, la pantruca, el pastel de choclo, el pastel de papa, los porotos granados, el pulmay y el tomaticán, entre otros.[468][472]​ Algunos postres tradicionales son los alfajores, el manjar[473][474][475][476]​ y el mote con huesillos.

La revista National Geographic destacó como el quinto mejor del mundo al Mercado Central de Santiago,[477]​ un lugar reconocido por conservar el patrimonio culinario chileno.[478]​ En la lista The World's 50 Best Restaurants de 2016, publicada por la revista Restaurant, figuraron cuatro restoranes chilenos entre los cincuenta mejores de América Latina;[479]​ además, uno de ellos fue elegido entre los cincuenta mejores del mundo.[480]

Los inicios del deporte chileno se encuentran en el palín y el linao, deportes jugados por el pueblo mapuche,[481]​ similares al hockey y al rugby, respectivamente. En las zonas campesinas, el rodeo chileno es el principal deporte tradicional practicado y se lo ha considerado deporte nacional desde 1962.[466]​ En 2014 la rayuela también fue reconocida como deporte nacional.[467]​ Destaca por su desarrollo en deportes extremos.

Chile tiene una historia olímpica de 125 años. Luis Subercaseaux concurrió a los Juegos Olímpicos de Atenas 1896, convirtiéndose en el único iberoamericano en participar en las primeras olimpiadas de la Era Moderna.[482]​ En Atenas 2004, el país alcanzó su primera medalla de oro luego de que los tenistas Fernando González y Nicolás Massú ganaran la competencia de dobles. En total, Chile ha logrado trece medallas: dos de oro, siete de plata y cuatro de bronce.[483][484]

A fines del siglo XIX, los inmigrantes británicos trajeron al país el fútbol,[485]​ que se popularizó rápidamente convirtiéndose en el principal deporte del país tras su profesionalización y la creación de la Primera División en 1933. El seleccionado nacional ha participado en la Copa Mundial de Fútbol en nueve ocasiones, siendo su máximo logro el tercer lugar cuando fue local en 1962,[486]​ mientras que, a nivel regional, obtuvo la Copa América en 2015 y 2016.[486]​ Los clubes chilenos han alzado trofeos internacionales en seis ocasiones: Colo-Colo se adjudicó tanto la Copa Libertadores como la Copa Interamericana en 1991,[487][488]​ y la Recopa Sudamericana en 1992;[489]Universidad Católica, la Copa Interamericana en 1993;[488]Universidad de Chile, la Copa Sudamericana en 2011;[490]​ mientras que, en la categoría femenina, Colo-Colo ganó la Copa Libertadores en 2012.[491]

El tenis es el deporte que más éxitos ha dado al país. En 1937 Anita Lizana ganó el Abierto de Estados Unidos, en 1956 Luis Ayala triunfó en dobles mixto en el Torneo de Roland Garros. En 1976 Chile se convirtió en el primer país en Sudamérica y el segundo en América Latina en jugar la final de la Copa Davis.[492]​ En 1998 Marcelo Ríos fue el primer iberoamericano en alcanzar el número 1 de la clasificación ATP. El equipo masculino del país obtuvo la Copa Davis Juvenil en 2001,[493]​ la Copa Mundial por Equipos en 2003 y 2004,[494]​ y la Copa Mundial de Tenis Juvenil en 2010.[495]

Otros destacados deportistas son Eduardo Yáñez y Alberto Larraguibel en equitación, Tomás González en gimnasia artística, Alberto González en velerismo, Felipe Miranda en esquí acuático, Víctor Contreras y Kristel Köbrich en natación, Francisco López y Carlo de Gavardo en motociclismo, Ignacio Casale en cuadriciclos, Arturo Godoy y Martín Vargas en boxeo, Nicole Perrot, Felipe Aguilar y Joaquín Niemann en golf, los grandes maestros internacionales Iván Morovic, Rodrigo Vásquez, Javier Campos y Mauricio Flores en ajedrez, José Santos en hípica, Francisco Zurita en ciclismo acrobático (campeón mundial de BMX),[496]



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